La primera temporada de Raúl Asencio en la élite del fútbol ha tenido absolutamente de todo. Un curso acelerado que ha servido para poner a prueba a un futbolista que ha demostrado, partido a partido, estar hecho de otra pasta. Su ascenso, una excepción más que una regla, ayuda también a la cantera blanca a tomar una bocanada de aire en medio de un océano blanco que ahoga a todo aquel que intenta salir a la superficie. Sin embargo, pese a que su caso ha sido diferente, el central ha tenido que enfrentarse a varios obstáculos antes de convertirse en un jugador capital.
La gira de pretemporada del primer equipo por Estados Unidos le abrió la puerta y Raúl la rompió en pedazos tras una llamada, más que merecida, que no significaba 'nada'. Viajó para completar la lista y, tras una serie de catastróficas desdichas, su nombre empezó a coger fuerza tras dejar un buen recuerdo al cuerpo técnico durante el torneo veraniego. Ahora, con 38 partidos y más de 3.000 minutos a sus espaldas, el central se enfrenta a su último gran desafío, esta vez en 'solitario', en la temporada que le ha cambiado su carrera por completo.
48 horas que le llevaron al límite
El central español demostró frente al Celta qué tipo de futbolista es... tras dejar atrás 48 horas que le llevaron al límite. Fueron dos noches en las que casi no pudo dormir, con vómitos y diarrea que le hicieron perder algo de peso y quedarse sin fuerzas. Ancelotti lo sabía, pero el canterano no quiso bajarse de un tren blanco que quiere lograr el milagro para enfrentarse al Celta en el Bernabéu. Su cuerpo aguantó 67 minutos, más de lo esperado, antes de marcharse del campo con un marcador que reflejaba un 3-0... y que acabaría saltando por los aires dos minutos después.
"Asencio no podía más", aseguró Carlo dejando caer el cuadro vírico que golpeó con fuerza al central en los días previos al partido. Sin recursos en defensa, Raúl cargó con todo lo que le quedaba para ayudar al equipo. Una última lección del canterano blanco para demostrar que su compromiso con el grupo está por encima de todo. Ahora, antes de saltar al césped de Montjuic para disputar su tercer Clásico, al central español le ha llegado la prueba más complicada de todas: liderar una defensa castigada de manera excesiva. No será la primera vez que comparta espacio con Tchouaméni, que ha silenciado a las críticas con un giro inesperado en su fútbol y confianza, pero quizás la más compleja de todas.
'Olvidado' el gesto de Gavi
Sin Rüdiger y en medio de una tarde de fútbol que pide a gritos carácter y personalidad, Rául Asencio acepta con normalidad el reto para dar un paso adelante en una defensa que no contará con ninguno de los considerados como titulares a principio de temporada. La última bala del Madrid para seguir peleando por la Liga pasa por cerrar filas atrás, no cometer los errores del pasado que condenaron al equipo... y por elevar la altura de los cuatro de atrás sobre el césped para tapar espacios en un equipo que quiere salir a morder. Con esa idea que lleva toda la semana sobrevolando Valdebebas, se antoja clave la velocidad de Asencio y su facilidad para recuperar metros a su espalda para darle sentido a todo. Una inusual defensa que deberá transmitir seguridad para permitir a los de arriba saltar a la presión sin miedo.
El cuarto Clásico de la temporada, que llega tras un inesperado punto de inflexión para el Madrid, permitirá resolver sobre el césped los dardos y piques que aún colean en ambos bandos. Uno de ellos, el feo gesto de Gavi con Asencio tras el pitido final, molestó de especial manera al vestuario blanco. 'Olvidado' por el protagonista que lo sufrió sobre el verde, pero con una matrícula apuntada al tratarse de un futbolista reincidente. Un sospechoso habitual que ha chocado en otras ocasiones con otros jugadores blancos.
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