ATLETISMO - JUEGOS OLÍMPICOS 2024
Atletismo - Juegos Olímpicos 2024

Jordan Díaz y la búsqueda de la felicidad

El saltador optó por abrazar la oportunidad de España para mejorar sus condiciones de vida

Jordan Díaz salta a la gloria
Actualizado

El deporte, sus reglamentos, permiten aspirar a una mejor vida. Jordan Díaz Fortun, que para eso está muy unido a su madre, apostó por intentarlo en junio de 2021 y en el aeropuerto de Manises, camino de una Diamond League en Oslo, abandonó la disciplina de la delegación cubana como había avisado a sus padres. Con ayuda de una amiga, una atleta española, que se hizo cargo de su maleta escapó en busca de una oportunidad.

Buscó la ayuda de un tío en Zaragoza, al que está muy agradecido porque le dio techo y comida; y entró en o por whastsapp con Ana Peleteiro, a la que conocía de las competiciones. "Búscame un mánager, quiero mover la nacionalización". Díaz sacrificó los Juegos Olímpicos de Tokio, para los que tenía plaza. No fueron las consecuencias más graves: por desertar no podría ver a sus padres los ocho siguientes años.

Entró en su vida Alberto Suárez, el agente que comenzó a mover el pasaporte que, a los 20 años, era un deportista de un nivel desconocido para este país y le llevó hasta Guadalajara con Iván Pedroso, el sabio del foso, nueve veces campeón del mundo y oro olímpico en Sidney. Cuentan que Raúl Chapado, el presidente de la Federación Española de Atletismo, y triplista en su etapa de atleta, no cabía en su asombro cuando supo de la oportunidad. A través de os en el CSD, se aceleraron los plazos.

En febrero de 2022, por carta de naturaleza, recibió la nacionalidad, pero los plazos de World Athletics no le permitían saltar como español hasta París 2024. Una gestión de Chapado le ayudó a recortar hasta los Europeos de Roma, en junio, donde se proclamó campeón de Europa en la primera internacionalidad con España, saltando 18,18, la tercera mejor marca de todos los tiempos, en aquel duelo con el portugués, también nacido en Cuba, Pedro Pichardo en el que saltaron chispas.

Jordan tuvo una infancia tranquila en La Habana. "Mi padre es técnico en reparación de aparatos médicos. Jugó al baloncesto y llegó hasta el equipo nacional, pero sin más. Mide 1,86. Mi madre es enfermera. Entré en el deporte porque estaba aburrido. Así de simple. Y unos amigos dijeron que iban a empezar en atletismo y yo dije: "Pues vamos a probar". Obtuve resultados muy pronto. En 'pioneriles', con 8 y 9 años, ya ganaba y le cogí el gusto. Entonces pensé que me tenía que cuidar, que debía de dejar de jugar al fútbol en la calle y esas cosas para no lesionarme. Y lo dejé todo. A los 13 o así, empecé con el salto de altura y longitud. Y batí el récord de esa categoría. Ahí me di cuenta que podía valer para esto".

En Cuba, no obstante, la vida era difícil, golpeada por la precariedad. Los chicos se hacen tragos con alcohol de 96 grados rebajados con agua hasta lo que da. Díaz, que vio eso, había decidido ya abrazar el deporte. Tiene el don del ritmo -es un buen bailarín- y la elasticidad. Con 15 años tenía 2,02 en altura y su primer entrenador le dijo que tenía que probar el triple salto.

En el 'hop, step y jump', como los especialistas definen la técnica de los tres apoyos, Jordan ya era un adelantado. Con 16 años, en el Mundial sub 18 de Nairobi, en 2017, llegó con una marca "de 16,66 o así" y terminó ganando el oro con 17,30, récord del mundo de la categoría. Sacó 1,38 metros al segundo y, era ya entrado julio, puso la séptima marca de la temporada de cualquier edad. Al año siguiente, en Tampere, repitió título mundial y supo lo que era la presión. "Me daban como favorito y me atenacé", recuerda. Sólo saltó 17,15.

Luego continuaría su progresión con un salto de 17,49 en 2019, antes del frenazo del Covid, temporada en la que sólo saltó 17,07.

El medallista olímpico es feliz y presumido en Guadalajara, alejado del ruido de Madrid, entrenando en las pistas de Fuente de la Niña. Comparte piso con Héctor Santos, un gran saltador de longitud al que las lesiones le han cortado el camino a París, que es el que cocina. Se distrae jugando con vídeojuegos, enganchado a las redes sociales y escuchando reggaeton. Y soñaba con días de grandeza como el del viernes.

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