Tristani Mosakhlishvili, Tato o Mosa de aquí en adelante,que así le llaman sus fieles, se metió en la pelea por las medallas que se dilucidarán el miércoles por la tarde en el animoso Champs de Marte de París. El español nacionalizado por carta de naturaleza en 2022, de Georgia como Topuria y Nico Shera, aspirará al podio olímpico en la categoría de 90 kg, a la que ascendió después de que Shera decidiera dar el salto a 100 tras los Juegos Olímpicos de Tokio, donde Tato estuvo de sparring suyo.
Mosa, que entrena en el CAR de Valencia con Laura Gómez, debutó ante el representante de Tartjikistan Ustopiriyon, veterano, para 32, padre de tres hijos, uno de esos chicos que cambiaron al judo desde la lucha impulsados por las simpatías de los dirigentes hacia Putin cuando este arte marcial perdió su pureza y ya no era sólo tecnica. "Mano derecha, Tato; mano derecha", le gritaban desde la esquina. Se impuso por waza-ari.
Los Juegos son un Everest y el viaje por el cuadro del residente en Brunete fue una aventura por la cordillera del Pamir. En el cuadro apareció el kirguis Sherov, bronce en el último mundial como el español. Lo atrapó en el suelo y lo estranguló. Ippon y a cuartos.
En la ronda frontera, el brasileño Rafael Macedo, el hijo de un cinturón negro y un judoka con menos vuelo que Mosa, aunque era un tallo y tuvo un combate complicado, A falta de 40 segundos, convirtió un giro que parecía un ippon para el brasileño en un waza-ari, metiendo el hombro por un hueco inesperado.
Derrota de Tsunoda
En mujeres, en -70 kg, Ai Tsunoda, la judoka ilerdense de padre japonés y madre sa, tres veces campeona del mundo junior, acudirá a la repesca frente a la japonesa Saki Niizoe, la campeona del mundo el año pasado. La española vino rebotada tras caer por tres shidos (falta de combatividad) ante la croata Barbara Matic en cuartos.
Fue el paradigma de la honestidad. "Las decisiones arbitrales han sido muy correctas. Yo sabía que lo estaba haciendo mal. Ahora se trata de minimizar los errores que he hecho este combate. Me tiré demasiado al suelo a cuatro patas y agachando mucho la cabeza", reconoció. "Me parece una forma un poco vergonzosa por mi parte", dijo con el aplomo la judoka que estudia en Tokio.