Si en la canción hay seis tatuajes por siete motivos, el K-4 español también tiene su asintonía númerica: hay cinco. Adrián del Río, 21 años, es el que no monta, pero está. Y el que impulsa al resto a la excelencia, sabedores de que hay un chico que los pasará por encima o al menor descuido o por una cuestión de edad en el medio plazo.
De momento, se conforma en el K-2, una especialidad donde la fase de acoplamiento dura un par de años como mínimo. Adrián, de Aranjuez, del 02 -20 de diciembre-, como las jóvenes generaciones identifican, ganó en 2023 una medalla de bronce en los Mundiales de Duisburgo. Con la potencia de una central térmica y con Rodrigo Germade a la espalda fundió varias etapas a la vez.
En París, después de otra medalla, bronce, en la Copa del Mundo de Szeged, llega con otra pareja Marcus Cooper. Preparados para colgarse otro metal... que podrían ser dos si en el K-1 1.000, distancia en la que el abanderado español fue oro en Río inopinadamente, pega un pelotazo que tampoco nadie descarta.
Pregunta: ¿Si echa la vista atrás cuánto le ha cambiado la vida en el último año?
Respuesta: Pues creo que muchísimo. Hace un año puede que no estuviera ni sobre la mesa poder competir en el Campeonato del Mundo, no teníamos siquiera la plaza conseguida para París. Y a día de hoy estamos ni más ni menos a semanas de mis primeros Juegos Olímpicos.
P: ¿Cómo fue su llegada al grupo? Uno se imagina como cuando en las películas el recluta que llega al comedor de oficiales y ahí se encuentra a Craviotto, Cooper, Germade y Arévalo.
R: El primer día es un poco impactante cuando de pronto pues te encuentras que estás en el equipo de todos los deportistas que has estado viendo por la tele, que has estado irando, que al final han sido todos tus referentes a la hora de entrenar, de motivarte... Y estás ahí con ellos. Y ya no solo vas a entrenar, sino que además empiezas con el paso del tiempo a preparar, pues una competición. La verdad que ves es un cambio como si fuera de la noche al día.
P: ¿Cómo se asimila eso?
R: Es un proceso de asimilación largo. Al principio, tienes que normalizarlo y con el paso del tiempo, pues vas viendo a lo mejor cosas que, desde fuera, se ven de otra manera y desde dentro al final te das cuenta de que es un poquito lo mismo.
Es un ambiente de entrenamiento, donde están tus compañeros, donde jugamos, hacemos bromas y bueno, que al final son personas y que y hay muy buen rollo entre nosotros.
P: ¿Ganar una medalla tan pronto, en los primeros Mundiales, da vértigo? ¿Se lo creyó un poco?
R: Intento mantener siempre los pies en la tierra. Es importante para no caer en el exceso de confianza. A mí lo que más me dio fue motivación, motivación para decir: "Vale. ahora, con veinte años he conseguido mi primera medalla, mi primer campeonato del mundo absoluto, conseguido la plaza olímpica. Y esto no me tiene que subir, pero sí que me tiene que dar un plus extra de motivación para decir De aquí en adelante tienes que tener más seguridad y más confianza de la que tienes ahora. para conseguir todos los objetivos que te propongas.
Entonces bueno, diría que es un poquito del camino ese de la seguridad y la confianza que coge.
P: ¿Cree que su vida ha ido muy rápido o ha habido momentos donde pensaba que no progresaba?
R: Aunque como tú dices cuando con 20 años ya casi tocas techo, sí que he tenido momentos de bajón, de inestabilidad, de donde parece que ya no avanzó, que esta todo como muy quieto, pero luego te das cuenta de que eso le pasa a todo deportista. En cualquier carrera de cualquier deportista nos vamos a encontrar al final con muchos baches y se trata, pues bueno, de la capacidad que tengamos nosotros mismos de ser capaces de superarlo. Eso es lo que al final marca la diferencia entre los que llegan lejos y los que no.
P: ¿Tener unos padres tan jóvenes -16 y 15 años cuando lo tuvieron- no ayuda un poco? El salto generacional en su caso es mucho menor y pueden entender muchas cosas.
R: La verdad que nunca lo había pensado. Nunca lo he visto de ese modo. Mis padres, aunque son muy jóvenes también por haberme tenido muy jóvenes, han madurado antes. Yo los veo como cualquier otros padres. O sea, con esa madurez, con las que podrían tener.
Sí que tienen esa cercanía generacional que para algunas cosas, pues ayuda, pero por lo general, la verdad que es muy parecida a cualquier otro tipo de relación.
P: ¿Qué le asombra de Craviotto, Cooper, Germade y Arévalo?
R: De Saúl, el marca, es irable su resiliencia. Con el paso de los años siempre saber estar y tener esa resistencia, sobre todo a nivel mental, de poder mantenerse en el alto nivel del máximo nivel durante tantos años.
Arévalo tiene un físico que me parece espectacular. Cualquiera que lo vea, se va a dar cuenta al instante. Es todo un portento. Luego, Marcus Cooper que me parece que tiene una cabeza y una sangre fría que son increíbles. Ser capaz de ganar un oro con con 21 años en Río en una prueba individual tiene un mérito... Es una cosa que está al alcance de muy pocos.
Y por último, Rodrigo Germade tiene una cualidad, sin ninguna duda, para engancharse a los barcos de equipo que considero que es única y especial. Solo él la tiene y es capaz de sacar el máximo provecho al barco donde se monte.
