Saúl Craviotto enfila sus últimos Juegos Olímpicos. El primero de los medallistas españoles busca un objetivo inédito en el deporte español: una sexta medalla olímpica en el K-4 500 cuya final se disputará el jueves. En un encuentro con Bridgestone, el piragüista reflexiona sobre unas horas trascendentales en su vida.
Pregunta: Bueno, está a 1.000 metros de su despedida (la semifinal y la final). ¿Cómo ve el horizonte que le queda hasta la meta?
Respuesta: A ver. De momento no me atrevo a tampoco anunciar una fecha en concreto. Sí que es verdad que la naturaleza hablará por sí sola. Tengo 39 años. No voy a estar toda la vida compitiendo y demás, pero bueno, de momento, estamos en París y, después, veré como tengo la situación, cómo queda todo, qué sentimientos me quedan allí y tomaremos decisiones. A lo mejor me planteo seguir un año más o dejarlo o ya veremos, pero de momento no anuncio nada.
P: ¿Mantiene la ilusión de Pekín 2008?
R: Es complicado comparar situaciones en las que hay 16 años de diferencia. Era mi primera experiencia olímpica. Ahora que ya llevo cinco olimpiadas, pues es diferente. Es un sentimiento diferente, pero la ilusión sigue intacta. Me estoy planteando estos Juegos con la misma ambición, con las mismas ganas, con la misma ansiedad de querer lograr una medalla y, a poder ser, de oro. Pero sí que verdad que con la experiencia, lo vas analizando y viéndolo de otra manera.
P: ¿Cómo ha sido la convivencia de cinco piragüistas en un K-4, porque aunque no haya estado en la embarcación, Adrián del Río les ha elevado la exigencia?
R: No hemos tenido ningún en ningún momento esa sensación tensa de de ser cinco en un K4. Adrián está más centrado en el proyecto del K2 y es un feeling increíble. Adrián tiene un potencial que ya lo vais a ver. Va a dar sorpresas. Es joven, una persona ambiciosa, con unas capacidades brutales y creo que va a dar mucho, mucho que hablar. Sí es verdad que somos cinco. En el proyecto tenemos un chat, además, que se llama K5 de WhatsApp, que es donde nos hablamos y demás. Ha sido un ciclo maravilloso donde ha habido un buen feeling, donde todos han sabido cuál ha sido su posición, su sitio y y su proyecto.
P: ¿Se conocen tanto que usted, siendo el marca, el que va delante, sabe sin mirar qué va haciendo cada uno?
R: Cuando las cosas van mal o estamos cansados o las caderas empiezan a ir un poco diferentes o yo, por ejemplo, cuando pincho que no puedo más, ellos lo notan, que es como llevar un saco de patatas ahí delante. Al final nos vamos notando, pero analizar desde ahí hacia atrás, saber que ha sido Germade, que va tres puestos para atrás, el que ha metido la pala por la derecha mal o tal, en eso no soy tan fino. Pero sí que en líneas generales, cuando alguien se desengancha o alguien pincha, o va mal, o le pasa cualquier cosa o se cae y el K4 no va como toca, lo notamos.
No quiero que la gente no sepa que también he fracasado muchas veces, que de los cuatro Juegos Olímpicos en tres me he quedado fuera de la clasificación y tuve que ir a la repesca
P: ¿Se pone muy nervioso el día de la final?
R: Sí, claro, el día de la final te pones nervioso. Pero sí que es verdad que yo, cuando, por ejemplo, y creo que a mis compañeros también les pasa, cuando posamos la piragua en el embarcadero y te subes en la piragua y ya vas hacia la línea de salida, que solemos salir unos 20 minutos antes, ahí ya estamos más o menos tranquilos. Y un minuto o dos antes de salir ahí ya estoy completamente seguro de mí mismo. Es una tranquilidad muy rara. Estás como tenso, pero sientes una una paz y una tranquilidad de voy a ir a por todas. Te sientes muy seguro en ese momento.
P: ¿Esa mañana hablan mucho entre ustedes?
R: La mañana de una semifinal o de una final olímpica, puff, es que no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Los nervios que se pasan ahí son brutales. Al final te estás jugando mucho, no pasan los minutos. Es una sensación bastante extraña. A mí, por ejemplo, se me cierra el estómago. No tengo ganas de desayunar, la noche antes me cuesta dormir. Al final te estás jugando mucho. Son cuatro años que te lo juegas en ese minuto y la sensación es bastante agonizante. Y luego, una vez llega el momento, pasa volando.
P: Usted transmite la sensación de que toda su vida ha ido sobre ruedas.
R: Bueno, a ver, sobre ruedas a nivel olímpico. Evidentemente sería absurdo que dijera que no es así. He ido a cinco Juegos Olímpicos, he participado en seis pruebas y he conseguido cinco medallas. O sea, un éxito rotundo, pero sí que a lo largo de mi carrera no quiero que se quede ese mensaje, no quiero que la gente no sepa que también he fracasado muchas veces, que de los cuatro Juegos Olímpicos en tres me he quedado fuera de la clasificación, he tenido que la repesca,... He pasado momentos de estar a punto de retirarme, de pasarlo fatal. Han habido momentos muy, muy, muy duros y exigentes a nivel mental. Pero siempre hemos sabido salir del embrollo. Hemos podido salir de esa situación y hemos conseguido dar el golpe en la mesa cuando había que darle unos Juegos Olímpicos. Pero han habido más fracasos que victorias,
P: Hubo un tiempo de gente que la gente le conocía por Master Chef. ¿Aprendió algo ahí que pudiese aplicarlo al equipo, al K4 o al piragüismo en tu vida en general?
R: Lo que me ha forjado a mí la forma de ser la personalidad ha sido el deporte. Al final de mi carrera deportiva, hablamos de 16 años desde Pekín, pero yo antes de Pekín estuve otros diez años de júnior yendo a Mundiales. Llevo casi 30, veintipico años ya subido en una piragua. Es más bien que el deporte me ayudó a ganar MasterChef. Los valores del deporte me ayudaron a ganar ese programa. Más que cosas que haya podido aprender del programa. Al final sí que aprendí cosas. Aprendí a cocinar, que no es poco y me llevé grandes experiencias. Para mí fue un máster en televisión, estuve dos meses ahí, aprendí muchísimo de cómo funciona este mundo, me abrió un abanico de posibilidades, fue un trampolín mediático, accedí a la casa de las personas. Es un programa que mucha gente lo ve. Mi hija Valentina, de nueve años, y lo veo mi madre de 68. O sea, un abanico de edades brutal. Gente que no le gusta el deporte, que gracias a MasterChef me han conocido a mí, han conocido el piragüismo. Bueno, yo creo que todo es positivo, mi paso por ahí y oye, y mucha gente me conoce como el cocinero, que manda narices con cinco medallas, pero no me molesta en absoluto. Para mí es un orgullo.
P: Ha hablado de que hay que rebajar un poco el nivel de expectativas. ¿Por qué?
R. Estos Juegos son especiales porque van a ser mis quintos, lo que supera con creces todo lo que soñé cuando empecé en todo esto, por toda la gente que va a ver allí. Y a nivel expectativas pues entiendo perfectamente que todo el mundo me ponga en las quinielas. Es normal que estemos ahí, pero al final nosotros tenemos que intentar desinflar o quitarnos piedras de la mochila. Al final yo más no voy a dar. Estoy dando el 100%, me estoy esforzando al máximo. Si consigo medalla, pues lo vamos a celebrar y si quedo quinto,, pues oye, con la cabeza bien alta. Al final he aprendido también con los años a rebajarme un poco las expectativas, que no significa rebajar la ambición o las ganas de luchar.