Siete de la mañana del domingo 11 de mayo. Edoardo Bendinelli recibe la llamada que nunca quiso escuchar: "Ha muerto Fabrizio..." Ya había sido imposible hablar con él los últimos días. Año y medio de enfermedad, una recuperación relativa que terminó con su última aparición en Monza del año pasado... Y meses de silencio que hacían presagiar lo peor. Tenía 64 años.
Él y Edo son dos piedras filosofales del fenómeno Alonso. Y si Fernando ha podido alargar tanto su carrera es, entre otras cosas, por la modélica preparación que siempre le diseñó el fallecido italiano. La clave para él era que el piloto fuera feliz mientras se entrenaba. Más bici y menos gimnasio, disciplina en la alimentación y concentraciones invernales en montaña donde la camaradería era la nota dominante.
Fernando estaba roto de dolor con su pérdida. Se le ha ido el hombre tranquilo, ese que relativizaba los reveses de un piloto que, con ocho puntos más en su carrera, ahora tendría cinco Mundiales. Borra ha llevado a otras grandes estrellas del deporte como Marco Pantani o Kobe Bryant. Son muchos los deportistas de élite que han confiado en su método. Al ciclista italiano le hundieron la vida con un positivo falso. Años después supimos que una trama mafiosa lo montó todo para hincharse a ganar dinero con las apuestas. "Era una bellísima persona, fue muy triste que nos dejara", me decía siempre Borra del mejor escalador de todos los tiempos.
Mejora sí, menos mal, pero no grande
El sábado Alonso hizo magia. Antes de la calificación hablé con del equipo y todos aseguraban que la evolución era pequeña. Stroll no notaba las diferencias. La clave del grandísimo quinto puesto y doble Q3 del Aston estuvo más en el uso de la rueda media. Una idea instigada desde el jueves por el bicampeón y que sólo otro piloto, Russell, se atrevió a hacer. Sainz lo pidió también, pero en Williams no le dejaron para no comprometer la carrera.
En una parrilla tan apretada, las dos décimas que daba la C5, rueda blanda de 2024, respecto a la tiernísima nueva C6, aportaban más que el fondo plano evolución. El resto lo hizo un sector intermedio de curvas rápidas que se ajustaba bien al AMR25... Y las manos infinitas de un piloto de leyenda. Nada más bajarse del coche, Fernando se fundió en un abrazo con el hijo mayor de Borra: "Seguro que nos está viendo", le dijo... Preciosa dedicatoria. Había que rematar la faena con unos buenos puntos el domingo.
Las simulaciones previas daban un resultado final para el monoplaza verde entre el nueve y el doce. En la salida, Fernando demostró que la edad no es un problema para él. Con una velocidad de reacción de vértigo, fue el más rápido de toda la parrilla ante el semáforo. Se emparejó con Norris, pero en la primera frenada se vio claramente la tonelada de puntos aero que separan a ambos monoplazas y no pudo pasarle. Once vueltas quinto, y algunas de ellas aprovechándose del DRS de Lando. Hasta que paró Leclerc y el muro verde entró en pánico. Parada en la trece y dos puestos perdidos en la manobra. Después llegó la mala suerte del Virtual Safety Car, que saltó cuando ya no podía entrar a boxes. De ahí surgieron los manotazos al aire en el coche y un grito de lamento por la radio: "Soy el piloto con más mala suerte del mundo".
La furia y la esperanza de Barcelona
La lucha por los puntos se fue en ese momento al garete, pero el destino le deparó una última oportunidad gracias a la salida del coche de seguridad. Con media fresca pasó a tres coches. A Gasly con dos ruedas por la hierba. Alcanzó a Tsunoda, lo tuvo a 0,3s, pero no pudo pasarle. En meta se daba golpes en la cabeza, desesperado. Un campeón que se vacía por un punto. Un ejemplo. La furia sigue viva. El coche corre un poco más y puede ser relativamente competitivo en Barcelona, pista que se parece a Imola, aunque con una recta mayor.
Ojalá 'Fabri' le vea disfrutar de un último baile, el de 2026: "No estoy aquí para celebrar un quinto en parrila, lo que quiero es ganar el año próximo en Australia", sentenciaba Fernando. El asturiano se fue serio del circuito, se iba en avión a Mónaco junto a Mark Webber y Oscar Piastri, que le esperaron pacientemente en el hospitality de Aston Martin. ¿Qué haría Fernando con ese McLaren? Poco tardé en decírselo a Webber. Tranquilos, no habrá intercambio. Y si Dios, y Newey quieren, tampoco hará falta soñarlo.
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