Igual que el gol de Iniesta o la defensa sobre el triple de Nocioni forman parte de la memoria histórica deportiva de este país, el polo, el deporte del glamour y el papel cuché, guardará, a su escala, un hueco para siempre a Pelayo Berazadi, cuyo disparo en la prórroga de la final del Mundial voló medio campo, unos 40 metros, para pasar entre los dos palos de la portería estadounidense.
Ese gol de oro (11-10 fue el resultado final) significó el primer título mundial de esta especialidad sin apenas eco en España, con algo más de mil licencias (1.089) entre nacionales y extranjeros -en su mayoría argentinos- y que apenas tiene "500 jugadores seleccionables", como reconoce Luis Benjumea, director deportivo de la Federación Española. Salvo la plata olímpica de 1920 en Amberes, este deporte no había cosechado un éxito como el acontecido en Wellington (Florida).
"Es una experiencia que no olvidaré. Jugar un Mundial es algo único", contaba Berazadi, con el 3 a la espalda, el capitán del equipo formado por Nico Ruiz Guiñazu, Tuki, Luis Domecq, Nicolás Álvarez Cervera y Jaime Serra, el suplente que sólo jugó el partido ante Argentina en la fase de grupos, en la que España ya estaba en semifinales. "Es nuestro Pepe Reina. Un bromista, puro pegamento", revela Benjumea.
Sin la posibilidad de alinear al mejor jugador de todos los tiempos, Pascual Sáinz de Vicuña (hándicap 6 goles y jugando el prestigioso Abierto de Argentina), pues el Mundial, para hacerlo más universal, exige que la suma del hándicap del equipo no pase de 14 goles (10 tienen las estrellas de este deporte como el argentino Facu Pieres), España dispuso de este plantel para afrontar una competición en la que nunca habían pasado del cuarto puesto y donde los caballos no son propios, sino de la organización, que los sortea entre los participantes sin dar ventajas.
"Pelayo es un machaca. Un tipo que si le dicen que hay un caballo potencialmente en Soria, se cruza el país para verlo. Nicolás tiene el polo en las venas. Su padre ya jugaba. Tuki, aunque tiene sangre argentina, vivió desde pequeño en Sotogrande y Luis Domecq, que es amateur, aunque casi profesional, es hijo de Nacho, el Amancio del polo", apunta el director deportivo.
Seleccionador sin sueldo
En unas circunstancias complejas porque el CSD recortó la subvención a este deporte, aunque desde la Federación nadie alza la voz en contra, y con el seleccionador Benjamín Araya renunciando a su sueldo, el presidente José María Trenor destaca que es el premio "a una generación única de jugadores. Es un hito que nos ayudará a dar visibilidad a nuestro deporte".
La carestía de su práctica, que precisa de un entrenamiento muy largo, pues exige para empezar una gran destreza en la monta y luego habilidad con la bocha -que obligatoriamente se tiene que portar en la mano derecha, aunque el jugador sea zurdo- se intenta paliar en algunos clubes con el fin de promocionarlo y mantener las sagas. "En algunos clubes de España, como el Polo de Barcelona, se están dando clases hasta por 20 euros la hora, que no es excesivamente caro", explica Benjumea que valora el éxito cosechado como un "espaldarazo y un hito. A nivel de afición, en la temporada de Sotogrande, se llegan a juntar 7.000 y 8.000 personas, que no está nada mal", mientras recuerda que fue en la fase de clasificación europea, "donde sí podíamos elegir a nuestros caballos e hicimos una labor concienzuda, cuando se empezó a cuajar el éxito. Nos clasificamos directamente sin perder ningún partido y eso nos dio mucha confianza".
El 'Yo soy español' desde el podio remató una fiesta histórica.
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