- Manchester 2023 Íñigo Llopis, campeón del mundo de 100 espalda
- Paralímpicos. Iñigo Llopis, campeón paralímpico de 100 espalda y tercer oro para España
- Real Madrid. Un día inolvidable para los Llopis: Iñigo será homenajeado por el Bernabéu con su padre en el banquillo del Madrid
Nos citamos en la piscina del CAR de Madrid con el 'Rey Midas' de los 100 metros espalda S8. Todo lo que ha tocado Íñigo Llopis desde 2022 lo ha convertido en oro: campeón paralímpico en París 2024, campeón mundial en Madeira 2023 y bicampeón europeo (2022 y 2024). Es imbatible en esta especialidad. Con 26 años acumula 21 medallas internacionales, pero el donostiarra mantiene la humildad intacta, así como las ganas de seguir arañando centésimas al crono. Es de los que no perdona ni un entrenamiento.
De hecho, esta semana es un buen ejemplo de ello. Sin su técnico Isaac Pousada en el Polideportivo Paco Yoldi de San Sebastián, se ha venido al Centro de Alto Rendimiento para aprovechar el tiempo bajo la supervisión de Darío Carreras, el que fuera su entrenador los dos años que Llopis estuvo en el CAR antes de la pandemia.
La cultura del esfuerzo y del trabajo bien hecho la ha heredado de su padre, Luis Llopis, entrenador de porteros del primer equipo del Real Madrid. “Gracias a él he podido conocer el alto nivel desde niño, con su ejemplo he visto cómo se trabaja en el día a día. Él siempre ha trabajado con pasión y ha ido creciendo poco a poco. Yo creo que he seguido el mismo camino para lograr los éxitos”, confiesa Iñigo.
“En mi aita (padre en euskera) he visto cómo en los momentos en los que los resultados no llegan, trabaja todavía más. Él siempre ha trabajado para ser el mejor y sigue haciéndolo para seguir mejorando. Es un ejemplo. Ver su trabajo en el día a día es lo que más valoro”, añade con orgullo al hablar de su progenitor.
Toco comenzó con el fútbol
Reconoce que en casa de los Llopis se habla más de fútbol que de natación. Curiosamente, el balompié fue el ‘culpable’ de que Iñigo encaminase sus pasos a la piscina y acabase convirtiéndose en una gran figura internacional. En realidad practicaba también balonmano y baloncesto, pero era bajo los palos de la portería, ¡cómo no!, donde más disfrutaba. “El fútbol era lo que más me gustaba y un día jugando un partido, un amigo puso un centro, otros dos fueron a rematar y cuando yo despejé el balón cayeron encima de mi rodilla afectada, en la que tengo la discapacidad –la derecha–. Tuve que pasar por quirófano y como siempre te recomiendan nadar por rehabilitación, así empecé. Siempre me ha gustado competir y poco a poco le fui cogiendo el gustillo”, reconoce sonriendo.
Cuando habla de su discapacidad se refiere a una malformación de nacimiento tanto en la pierna derecha como en el brazo derecho. “Lo tengo, como veis, un poco más corto y dos dedos, y la pierna derecha es un poco más corta también”, explica. Nunca fue un impedimento para hacer la misma vida que cualquier otro niño de su edad. Tampoco, travesuras. “En el cole hacíamos los encierros de San Fermín con mi silla de ruedas, montábamos una cuesta y yo bajaba intentando pillar a los amigos. Tanto en silla como con la prótesis siempre jugaba con mis amigos como uno más. Andaba como un loco tirándome por todos los campos. Mis ‘aitas’ seguro que lo sufrieran un poco más que yo”, añade riendo. “Siempre he hecho todo lo que quería”, reconoce.
“En el cole hacíamos los encierros de San Fermín con mi silla de ruedas, montábamos una cuesta y yo bajaba intentando pillar a los amigos; tanto en silla como con la prótesis siempre jugaba con mis amigos como uno más
Richard Oribe, su referente en la natación
Después de aquella lesión en el fútbol, su idea era volver lo antes posible tras la rehabilitación, pero como en el agua siempre se encontró a gusto empezó a competir a nivel de Guipúzcoa, luego del País Vasco y después a nivel nacional. Disfrutaba compitiendo y fue mejorando sus marcas.
Había empezado en el club donostiarra Dordoka. Tras su primer Campeonato de España, Javier Aymerich vio su potencial y le fichó para el Club Konporta que él mismo había creado y uno de los pioneros en tener sección adaptada. Había convertido a Richard Oribe en el mejor nadador del mundo con parálisis cerebral (16 medallas paralímpicas) y Llopis pasó a ser compañero de entrenamientos de la estrella, el espejo en el que se miraba y su referente en la natación. Oribe estaba preparando entonces los Juegos Paralímpicos de Londres 2012.
“Siempre estaba muy pendiente de enseñar a los más pequeños todos los hábitos, tanto dentro de la piscina como fuera, como el descanso, la comida... Era un ejemplo de profesionalidad cien por cien”, recuerda Iñigo, que sigue manteniendo o frecuente con él.
Richard Oribe siempre ha sido un ejemplo de profesionalidad cien por cien
Su talento no sólo llamó la atención de Aymerich, también la de Xavi Torres, otro mito de la natación paralímpica –16 medallas en Juegos– que le reclutó para el Programa AXA de Promesas Paralímpicas de Natación. Él era el responsable de pulir a los diamantes de la cantera y el mallorquín le recuerda “exageradamente trabajador, que se entrenaba como un bestia y con un buen corazón”.
Abonado al podio y un tatuaje del Athletic
Debutó a nivel internacional en un Europeo junior en Croacia hace diez años. Un año después ya estaba disputando sus primeros Juegos Paralímpicos en Río. Tenía sólo 17 años y no había logrado la clasificación directa, pero la sanción a los rusos por el dopaje de Estado le abrió la puerta a su primera participación en unos Juegos. Lleva tres. También tres medallas.
“Fue una pasada poder competir delante de tanta gente y nadar con los mejores. También la convivencia en la Villa, el desfile por Maracaná… Disfruté muchísimo”, recuerda. Compitió en 50 y 100 metros libre y 200 estilo. A la vuelta se tatuó en el antebrazo izquierdo ‘Gogoaren Indarra’ (La fuerza de la voluntad), una frase del himno del Athletic de Bilbao, del que es seguir desde niño.
A Río fue sin presión, pero aquella experiencia le sirvió para afrontar su segunda cita paralímpica en Tokio 2020, a donde ya viajó con expectativas de podio. En 2019 había sido bronce mundial en 100 metros espalda, su gran especialidad. Fue la primera de las muchas medallas que ha cosechado después. No ha habido Mundial o Europeo en el que no haya subido al podio.
Llegó a Japón como vigente campeón europeo y bronce en 400 metros estilo libre ese mismo año y el 27 de agosto de 2021, Llopis lograba su primer metal paralímpico: plata en 100 metros espalda con un tiempo de 1:06.82. También subcampeón mundial al año siguiente en Madeira y campeón del mundo en 2023. A partir de ahí subió un escalón del que no se ha vuelto a bajar.
Completó la triple corona en París 2024
Sólo le faltaba para completar la triple corona el oro en los Juegos Paralímpicos. Y se coronó en la piscina de la Defénse Arena en París 2024, ante 15.000 personas, en unos 100 espalda que dominó de principio a fin (1:05.58). “Llevaba ya un par de días bastante nervioso. Creo que había nadado la prueba en la cama como unas 100 veces antes. La tenía muy interiorizada, sabía qué quería hacer y cómo lo quería hacer. Nada más acabar me quedé un poco pillado. Cuando pasaron diez segundillos, exploté. Le di un golpe al agua y grité. Fue la leche”, rememora sonriendo.
En lo más alto del podio lo celebró como hace siempre desde 2018, a lo Toquero, pasándose la mano varias veces por delante de la cara como hacía el jugador del Athletic de Bilbao. “Siempre he sido del Athletic, desde que estuvo el 'aita' trabajando con Caparrós ahí. En el 2018, que tenía opciones de lograr el oro en el Europeo, hablé con unos amigos para ver cómo lo celebraba si ganaba. Desde entonces hago el gesto de Toquero. Cuando en 2023 gané mi primer oro en el Mundial se hizo viral y llegó hasta John Cena, que me respondió. Fue increíble”, recuerda.
Dormí con el oro paralímpico cerca y cada ciertas horas lo tocaba
Mensajes de Ancelloti, Zidane... y el amuleto de Keylor Navas
Apenas unos minutos después de colgarse el oro paralímpico, el Real Madrid le felicitó en sus redes sociales. Cuando el nadador guipuzcoano cogió el móvil “echaba fuego, iba a estallar”. No daba de sí para poder responder a todos los mensajes de felicitación, muchos de ellos del mundo del balompié. “Con el trabajo de mi padre hubo mucha gente del fútbol pendiente. Me escribieron Ancelotti, Zidane, Imanol, Caparrós… Al final son gente con la que trabaja o ha trabajado y a la que le tenemos el cariño del día a día”, explica con total naturalidad.
Iñigo fue uno de los medallistas paralímpicos homenajeados en el Bernabéu en el partido frente al Villarreal en octubre, junto a la triatleta Susana Rodríguez, la nadadora Teresa Perales, el ciclista Sergio Garrote y el tenista Daniel Caverzaschi. “Fue muy bonito, al final para nosotros es muy importante que un club como el Real Madrid nos dé esa repercusión delante de tanta gente”, reconoce.
Para nosotros es muy importante que un club como el Real Madrid nos dé esa repercusión delante de tanta gente
Entre los trofeos de padre e hijo, en su casa hay un pequeño ‘museo’. “Entre sus Champions y mis medallas ya tenemos poco sitio en casa. Vamos a tener que ir comprando más estanterías porque tenemos la casa ya repleta”, confiesa riendo.
Desde antes de los Juegos de Tokio, Iñigo tiene un amuleto también con aroma madridista. Se lo había regalado Keylor Navas, el que fuera portero del Real Madrid. “Lo sigo guardando. Era una pequeña tabla de surf que me regaló de un collar. Me guardé la tablita. Ahora también tengo una cucaracha egipcia que me regaló el fisio del Comité Paralímpico”, desvela.
Sigo guardando el amuleto que me dio Keylor Navas
La noche de la conquista del oro no durmió con la medalla pero casi. “La tenía al lado y cada ciertas horas me decía: ‘Ostras, es verdad’. Y la tocaba”, confiesa. No pudo celebrarlo mucho porque dos días después volvía a nadar. En total hizo cinco pruebas y logró un bronce más en relevos mixto 4x100 metros estilo – 34 puntos.
Próximo objetivo: podio en Singapur
En su punto de mira este año está el Mundial de Singapur (21-27 de septiembre). “El objetivo siempre es ganar medalla y mejorar mis marcas. Tengo opciones, sobre todo, en 100 metros espalda y luego si el seleccionador cuenta conmigo para los relevos, yo encantado de poder apoyar al equipo y tratar de subir también al podio ahí”, dice. A largo plazo, apunta a Los Ángeles 2028. “Tengo muchas ganas y mucha energía. Hasta Los Ángeles quiero seguir, más adelante ya veremos. Mejor ir año a año”, dice.
El objetivo en el Mundial de Singapur es el de siempre: ganar medalla y mejorar mis marcas
Hasta ahora ha compaginado su carrera deportiva con la de Integración Social porque siempre le ha gustado ayudar a la gente. “Al igual que en su día gente como Richard me ayudó a mí, creo que con los éxitos que he logrado con mi discapacidad puedo ayudar a muchas personas. El deporte es una herramienta para encontrar nuestro sitio en la sociedad o crecer como personas”, asegura convencido. Este año ha empezado a estudiar también Educación Primaria en la UCAM mientras sigue su camino de éxitos.
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