Lo tiene crudo el bueno de Xavi. Lo fueron a buscar a Qatar aunque estaba "verde" porque Koeman dijo "esto es lo que hay" y no se puso colorado, le invitaron a vender una filosofía de vida imposible de replicar porque no es lo mismo Messi que Ferran, ni Oriol que Busquets, ni Alves que Koundé, ni De Jong que Iniesta y le hacen convivir con palancas, negreiras, y extravagancias varias que han convertido a un club ejemplar, envidiado y apetecible para todo el mundo a ser protagonista a diario de la página de sucesos por su estado decadente a todos los niveles.
La pasada liga ya está más que amortizada. La clasificación para los octavos de la Champions después de una catarata de ridículos europeos tampoco se disfruta, la falta de sintonía y coordinación en el eje presidencia-dirección deportiva-banquillo es palmaria, la plantilla está devaluada y hay casi más certezas que serias dudas de que a más de uno, de dos y de tres futbolistas no les alcanza su nivel para elevar el del equipo.
Súmale un Camp Nou en obras más propias de Qatar que de un país civilizado, Montjuic semivacío por el abandono de los seguidores y una comunicación de cuarto de primaria con excusas tan grotescas que parecen de cámara oculta y ya tienes los ingredientes para esta macedonia que combina sabores ácidos y amargos y cuyo final ya lo sabemos todos.
Ya se habla abiertamente de final en Mestalla. Con Rafa Márquez calentando y los inevitables noviazgos de la rumorología que apuntan a esos nombres de moda como el de Míchel, triunfando en Girona.
Xavi es ese soldado Ryan al que hay que rescatar porque se ha quedado solo, sin más apoyos que el de su cuestionado cuerpo técnico y algún cronista, entre los que me encuentro. Poco maquinaria para la empresa que tiene por delante ante semejante demolición.
Nunca fue fácil construir entre ruinas.