La temporada del Madrid concluye con pocas certezas. Mbappé es un delanterazo, en Valdebebas hay de lo que presumir -aunque nunca se haya hecho-, y Modric, el Peter Pan de los Balcanes, merece un último baile.
Nos contó ayer Miguel Ángel Toribio que Xabi Alonso lo tiene claro y así se lo ha traslado al club. Le gustaría contar con la magia del que fuera su compañero aquella temporada de la Décima en la que entre ambos, y con Khedira de escudero, capitanearon la medular del Madrid. Sería, por tanto, un triple reencuentro, ahora como entrenador, con tres compañeros magníficos como Carvajal, el mencionado Luka y también David Alaba con quien hizo su último recorrido en Múnich.
Es una evidencia que el Madrid necesita jugadores que sepan jugar al fútbol, no solo que jueguen bien. Que el croata, con el estímulo del Mundial en el horizonte, seguirá fino y, aunque con piernas más limitadas, seguro que igualmente sanas al punto que en este curso que se cierra ha sido el que menos ha pisado la enfermería de todo el plantel.
Alonso no se fía de su línea defensiva y por eso se han fichado ya a dos futbolistas, puede caer un tercero, Carreras, y no se descarta ni siquiera un cuarto. Del mediocampo aparecen nombres, pero la opción que representa Modric no se desdeña, teniendo en cuenta partidos como el de ayer que los disputa sin despeinarse. Me parecería la mejor de las noticias para la nueva etapa de un Alonso con todo el fútbol metido en su cabeza, pero con la necesidad de meterse en su corazón a un plantel que doce meses después ha pasado de ser uno de los preferidos de Carletto a uno de los que más lata le han dado. Habrá que aguardar a lo que diga el club. Sea como fuere hay intenciones que a veces valen más que determinadas medidas. Y querer a Modric significa tres cosas: que no hay mucho margen para fichar, que tienes buen gusto y que se respeta la historia. Sabiendo de dónde vienes, sabrás a dónde vas.
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