El 8 de agosto de 1981 Basilea vio nacer a un niño que sería leyenda. Hoy, 41 años más tarde, estamos a unas horas de que Roger Federer dispute su último partido como tenista profesional. Será el punto final a una carrera llena de éxitos deportivos que han ido acompañados de la educación y el respeto de un deportista ejemplar dentro y fuera de la pista.
Para decir adiós Roger ha elegido Londres, su segunda casa. La capital británica ha visto cómo este suizo ha ganado 8 veces su torneo más prestigioso y fue testigo de cómo empezaba el legado de Roger el día que consiguió ganar a Sampras en Wimbledon 2001.
El círculo se cerrará en el lugar en el que todo comenzó y nadie quiere perdérselo. No quedan entradas a la venta para la cita de este viernes en la que Federer se despedirá de su amado deporte formando pareja con Rafa Nadal, su amigo y máximo rival en la pista. De hecho se barajan cifras entre 25.000 y 50.000 euros para adquirir entradas de última hora para este adiós. Ambos representarán al equipo de Europa en el cuarto partido de la Laver Cup, donde se enfrentarán a la pareja del equipo del resto del mundo formada por Jack Sock y s Tiafoe.
'Federermanía'
La pasión del público por su ídolo se nota en cada rincón del O2 Arena. Aficionados de todo el mundo han viajado a Londres para estar presentes en 'el último baile' de Roger. Todos se dejan ver y oír. "We love you!", le decían esta tarde cuando se dejaba ver por el stand de suiza. Él, visiblemente emocionado, no deja pasar ni un instante sin sacarse una foto o firmar un autógrafo a los centenares de aficionados que se agolpan a su alrededor. Son días emotivos, pero, tal y como aseguró en rueda de prensa, quiere disfrutarlo y no recordarlo como un momento triste.
Nadal no podía faltar
No quería perderse un día tan especial y será protagonista del mismo. Rafa Nadal será pareja de Federer en el partido estrella del torneo. El tenista de Manacor ha llegado hoy a Londres, participó en la rueda de prensa de su equipo y se entrenó en la pista anexa al O2 Arena ante los ojos de los centenares de aficionados que formaron colas interminables para ver durante unos segundos al tenista español.