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El Hombre de Acero. Superboy. El último hijo de Krypton. Karl-Ei. Clark Kent. El hombre del mañana. Llámese como quiera, Superman es uno de los personajes de cómic más famosos de todos los tiempos. Aunque ha vivido épocas algo más duras, en general siempre ha tenido mucho gancho, especialmente en Estados Unidos. Inclusive, se convirtió en un auténtico símbolo durante periodos de guerra. El mítico personaje de DC es la viva imagen del espíritu americano, pero nunca ha tenido un juego a la altura de su legado.
O lo que es lo mismo, es prácticamente imposible encontrar un juego verdaderamente bueno de Superman. Sí, hay algunos que no están mal e, inclusive, tienen su aquel. Hablo de auténticas obras de arte capaces de quitarnos el hipo. Véanse los Batman: Arkahm, Marvel's Spider-Man, The Punisher, etc. de turno. No obstante, todos estos tienen una ventaja respecto al último hijo de Krypton: no son tan difíciles de hacer. En efecto, la gran lacra del hijo pródigo de DC es que hacer un buen videojuego sobre él es realmente complicado. Ahora bien, ¿por qué?
Superman, un superhéroe que no se adapta a los videojuegos
La razón principal es simple: es demasiado poderoso. Una de las grandes premisas de los videojuegos de superhéroes es plantear un auténtico desafío para el jugador mediante una narrativa capaz de hacernos sentir "miedo" real aunque sepamos que (casi siempre) el bueno siempre gana. Aparte, necesitamos retos que nos hagan sentir que no somos invencibles y que, si no tenemos cuidado, podemos acabar cayendo contra alguien que ha sobrepasado nuestras expectativas y/o porque nos hemos metido donde no tocaba.
Con Superman eso es prácticamente imposible. El Hombre del Mañana es tan poderoso que resulta casi inviable crear un videojuego que suponga un reto real para él. Por ejemplo, pongamos Spider-Man sobre la mesa. Cuando se enfrenta a un grupo armado hasta los dientes, el Hombre Araña tiene que procurar esquivar sus ataques, ya que sí que sufre daño cuando una bala, una granada o un misil impacta sobre su cuerpo. Con Superman eso no sirve. Las explosiones no le hacen ni cosquillas, las balas rebotan sobre su piel y las granadas son poco más que un chiste sin gracia.
Su capacidad de combate es simplemente sobrenatural, haciendo que solo los enemigos más poderosos de la existencia sean capaces oponerse a él. Esto elimina de la ecuación un montón de posibilidades tanto a nivel narrativo como mecánico. Además, la premisa principal de Superman es que nunca falla. No salvar a alguien es inviable, por lo que rascar del dramatismo que supone el no poder ayudar a un ser querido, por poner un ejemplo rápido que agregue trasfondo a la trama, es algo que no sirve con Clark Kent.
En consecuencia, su mera existencia establece trabajas muy importantes en dos de los apartados más importantes de un videojuego. Eso sin contar con que el arsenal de poderes con los que cuenta el héroe es difícilmente adaptable a un videojuego. Para no destrozarlo todo, o bien tendríamos que contenernos constantemente como jugadores, o bien el estudio de desarrollo de turno tendría que nerfearlo de manera exagerada. Al tener que contenerse constantemente, no sentiríamos que somos Superman de verdad.
Por supuesto, la mayoría de héroes tienen que contener su fuerza cuando luchan contra gente normal, pero el caso de Superman es más exagerado. Cuando se enfrenta a un tirador, por ejemplo, solo necesita acercarse volando hasta él y doblar el cañón de su pistola. Listo, victoria y a otra cosa. Sin más, es extremadamente complicado crear un juego en el que controlas a un hombre prácticamente invulnerable con una energía casi infinita en un ambiente que ofrece suficientes retos mecánicos y jugables como para ser interesante. Todo ello mientras creas una historia capaz de mantenerte en tensión.
En el mundo de los cómics sí es viable, y hasta hemos visto historias en las que lo derrotan, pero con muchísimo contexto de fondo. En un videojuego tienes que dar un mundo que sea fácil de entender y con el que puedan conectar s que hasta ni conocen al personaje. No es fácil... Por no decir que en realidad es casi imposible. Al final, los juegos de superhéroes destacan porque nos permiten vivir una suerte de fantasía de poder, pero Superman es justo lo contrario: es de los más poderosos de la historia, por lo que tiene que reducir su potencial de combate casi al mínimo exponente. ¿Sería divertido en un videojuego? No demasiado.
Esto no significa que nunca vayamos a ver nada de calidad. Es más, ya hemos tenido algunas cosas bastante curiosas, como el muy recordado The Death and Return of Superman. Seguramente, sea uno de los más potentes. La cuestión es, por tanto, ligeramente diferente. No se trata de hacer un buen juego, sino de una auténtica obra maestra y/o de un título que esté a la altura de su legado. Con la saga LEGO, se podrían hacer cosas muy divertidas, pero no es en lo que pensamos cuando se habla de los mejores juegos de superhéroes (aunque muchos lo son).
Es distinto, y por eso es tan complicado. Equilibrar sus poderes es algo tremendamente complejo que no ofrece demasiadas libertades a nivel creativo, y es que la idea de crear un mundo en donde todo el mundo pueda acceder a la kryptonita (por ejemplo) para convertirse en un verdadero reto degeneraría en una trama extremadamente simplista. Eso sin obviar el hecho de que, desde hace años, se ha interpretado a Superman como alguien "aburrido" debido a que no existen grandes desafíos físicos para él. Desde hace tiempo, DC ha estado trabajando mucho en el plano psicológico, siendo este en el que más nos ha dado, pero carece del empaque de otros grandes como Batman o Spiderman.
De hecho, el verdadero eje de Clark Kent es la complicada relación que tiene con el mundo y las inseguridades y miedos que vive en su día a día por culpa de su identidad secreta. Seguramente, ahí tenemos el punto más interesante, pero adaptar esto al mundo de los videojuegos no es nada fácil. Es demasiado complejo como para adecuarse al formato sin desviarse demasiado. Así pues, cuando planteas un juego de Superman, te enfrentas a la duda sobre si restringir sus poderes y frustrar al jugador o dejarlo libre y acabar con toda dificultad.
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