La actualidad deportiva vista a veces con pasión y a veces con escepticismo, pero siempre con cariño (al menos, con cariño hacia el pagano y el sufridor).
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Seguramente mis seis años en Porto son doce. Entrenar un grande envejece y mucho.
He leído esta mañana en el Marca la información relativa a la comida de confraternización de Real Madrid y Atlético antes del derbi del domingo. No se piensen que me parece mal, ni mucho menos. Por un lado, cumple la tradición de querencia por los asadores y otros templos de la gastronomía que tiene la gente afín al fútbol (saco de ella a los jugadores, que por razones tecnicomédicas deben espaciar más sus visitas a los mismos) y por el otro muestra que las relaciones entre ambos clubes son cordiales. Creo que, salvo algunas excepciones, nunca han dejado de serlo. Incluso una vez algunos jugadores del Real Madrid (Michel y otros) proclamaron a voz en grito en la calle que uno del Atlético (Pizo Gómez) era su ídolo.
Me he puesto un poco nostálgico. Cuando era un chaval, hace ya mucho tiempo, la semana del derbi era sagrada. Madridistas y Atléticos formábamos bandos. Se analizaba el partido. Se analizaba a tu propio equipo, al rival, al árbitro, había pullas, valoraciones irónicas e incluso alguna palabra gruesa. Al día siguiente del partido, reunión previa de los que habían perdido para decidir cómo se recibiría a los vencedores ¿Se asumiría la derrota? ¿Diríamos que había sido cosa del árbitro? ¿De qué modo nos podemos reír de ellos?
Lo bueno de todo eso es que, al menos entre nosotros, nunca se pasaba a mayores y si alguien se pasaba, era un hecho aislado. Por desgracia, después llegaron los Ultra Sur y el Frente Atlético, y por suerte para mí eso coincidió con mi alejamiento de las gradas. Esta mañana he querido reflexionar sobre por qué suceden esas cosas, por qué hay gente empeñada en teñir de violencia lo que por sí mismo no debe tenerla. Siempre pienso que parte de la culpa la tiene en que durante mucho tiempo se empleó el fútbol como una especie de ‘cubo de la basura’ de la inhibición, como el lugar donde se podía hacer lo que no estaba permitido fuera, donde el respetable caballero o la atildada señora podía ponerse en pie en la grada y vomitar insultos que escandalizarían a un mercenario del Congo y donde se podían ver en los vomitorios anuncios de bares ‘de señoritas’ (en el Calderón los había en los años 70) y te podías tomar un coñaquito por diez duros aunque tuvieras quince años, y que la cosa se fue de las manos. También, que siguiendo la norma de que el patriotismo es el último refugio de los canallas, ciertos presidentes se sumaron a la moda de los ‘ultras’ para quién sabe si intimidar a quien pudiera ser rival. Y como entre esos ‘ultras’ siempre ha habido quien no entendió que esa intimidación debía ser pacífica, pues pasó lo que pasó. Por suerte, aún no estamos como en Argentina o Italia pero algunos detalles inquietantes sigue habiendo…
Por eso me parece bien la comida de confraternización previa entre ambas directivas, porque puede servir de ejemplo para que todo el mundo viva el derby con pasión, pero que lo viva en paz. Recuerden que un pensador dijo que “la guerra consiste en que gentes que no se conocen se maten para beneficio de gentes que sí se conocen, pero no se matan”. El fútbol no debe ser una guerra, ni en el campo ni fuera, y lo más absurdo de todo es que el que lo sea, no beneficia a nadie.
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16 comentarios
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jns
De acuerdo con tu post, no se le puede poner ningun pero la verdad. Eres el mejor blogger, de los mas imparciales, deberías hablar mas de futbol y pasrle tu sección polideportiva a anaut. le harías un favor al periodico y a todos los que entran en los blogs. total tampoco tiene ni idea de futbol el cambio no se iba a notar demasiado.
jns
Que buenos los suaves. Buen gusto si señor. Darte las gracias también por tu información en cuatno a IB3.
En cuanto al blog coincido con vosotros en que la violencia sobra, pero mientras haya energumenos protegidos por sus propios clubs no se va a terminar con esto.
viscaelbar
Carreño, de acuerdo en todo menos en lo de que la violencia no beneficia a nadie. De hecho muchos clubs, patrocinan a estos grupos ultras (y no poco dinero) y algunos jugadores incluso les dan placas antes de los partidos. Digamos claramente que cobran pasta por ser ultras.
Desde_Pamplona
Un post que tendría que quedarse como fijo en algún lugar de Marca, sí señor. Salvando las distancias, en Pamplona nos ha sucedido por desgracia algo parecido. Hace años (hablo de los primeros ochenta) uno de los partidos que esperábamos con más ilusión era el Zaragoza-Osasuna, porque teníamos una sana rivalidad y éramos miles los navarros que bajábamos a pasar el día a la capital maña, y viceversa el día del Osasuna-Zaragoza. Con los años, y gracias a la actuación de los Indar Estos y los Ligallo Aquellos ( tanto monta, monta tanto), el aficionado medio, el que quiere ver ganar a su equipo sin otras lecturas, dejó de desplazarse, porque aquí a los maños les rajaban las ruedas de los coches y lo mismo podía pasarte en Zaragoza. Una verdadera lástima. Yo soy de los que piensa que el 98% de la gente que baja a
todos los campos de España es gente normal, aficionados con amor a sus colores pero que no odian a nadie por llevar una bufanda de un color distinto. Porque esto es un deporte, una afición, un sentimiento que a mí me inculcó mi padre y yo inculco a mis hijos, pero nada más, nada por lo que pegar ni pegarse.
Dany_Ast
Ha muerto Bobby Fischer y como tu eres de los pocos por no decir el único blogista que habla de otros deportes (no mayoriatarios) pues me gustaría pedirte que dedicaras un post a este genio del ajedrez.....
jns
Que en los ultras solo hay energumenos que no les importa el futbol para nada y que solo buscan la vilencia camuflada en el mundo del futbol. Despues de los bochornososo actos de ayer espero que los dirigentes tomen una determinación y los echen de los clubs porque son escoria que sobra en el mundo del futbol.
Y luego criticamos a los otros hinchas de fuera cuando en nuestro país tambien tenemos muchos energumenos como los que criticamos. La verdad es que sentí verguenza ajena de los actos de los ultras. Y eso sin ser de ninguno de los dos clubs.
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