La actualidad deportiva vista a veces con pasión y a veces con escepticismo, pero siempre con cariño (al menos, con cariño hacia el pagano y el sufridor).
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Seguramente mis seis años en Porto son doce. Entrenar un grande envejece y mucho.
Cuando los romanos recibían en triunfo a un general echaban el resto: engalanaban el Foro, le ataviaban como a un dios, le cantaban himnos… Pero también ponían en el carro triunfal, junto a él, a un individuo que se ocupaba de irle recordando que no era sino un mortal, que esa multitud que le aclamaba bien podía arrastrarle desnudo para arrojarle al Tíber semanas después y que, de todas formas, algún día moriría.
Hoy leemos en el Marca que el Getafe, cuartofinalista de la UEFA, merece un monumento. En efecto, lo merece. Yo lo recuerdo jugando en el viejo campo de Las Margaritas en los años 70 y 80. Más modernamente recuerdo aquellos encuentros previos a los derbis Getafe-Leganés en los 90, en Segunda o Segunda B, que montábamos en la ‘Pecera’ del MARCA con Luis Angel Duque y Luis Sánchez Duque y no podemos por menos de aplaudir y reconocer que en Getafe se ha recorrido un largo camino desde aquellos tiempos hasta convertirse en el segundo equipo de Madrid, gracias a sus propios méritos y a los deméritos capitaneados por la directiva del ‘otro’.
Sin embargo voy a ejercer no de aguafiestas sino del hombre ese que avisaba al triunfador y recordar que no es la primera vez que un equipo que pertenece a la noble categoría de los Modestos alcanza cotas similares. Por citar sólo los más recientes, el Celta de Vigo estuvo seis años seguidos en Europa (cuartos de la UEFA como mejor registro) y ahora está en Segunda; el Alavés jugó la vibrante final que aún recordamos y se llevó antes por delante al Inter. Ahora está en Segunda. El Tenerife jugó semifinales de la UEFA. Ahora está en Segunda. El Rayo jugó cuartos de la UEFA. Ahora está en Segunda B. El Málaga jugó cuartos de la UEFA. Ahora está en Segunda. El Atlético de Madrid jugó semifinales de UEFA y se fue al poco a Segunda…
Por el contrario otros equipos que partieron tampoco hace demasiado del grupo de los Modestos sí consiguieron que sus presencias europeas no fueran flor de un día sino que constituyeron prueba de consolidación: Villarreal, Deportivo, Osasuna y Mallorca, por ejemplo.
Quiere esto decir que el monumento que actualmente se merece el Getafe es muy real pero que en sí mismo no es garantía de nada. Un club de fútbol, igual que cualquier empresa, no puede basarse en un éxito puntual sino en un trabajo a largo plazo y sobre todo no tratando de disfrazar errores de gestión con propaganda. Digo gestión porque el fútbol actual tiene poco que ver con el de hace treinta años: la conversión de los clubes en SAD y la Ley Bosman no han sido una anécdota sino un cambio completo de reglas que ha hecho que el centro de gravedades de los clubes haya pasado del campo a los despachos. El que un club modesto consiga un equipo ganador –y que luego lo mantenga en ese nivel- es, actualmente, sobre todo cuestión de despachos y gestión: reunir los elementos, mantenerlos unidos y nunca perder la perspectiva de que lo importante, sobre todo, es la entidad. Hasta ahora parece que en Getafe las cosas son así: equipo en crecimiento, nuevo estadio y mejor y captación de afición. La clave está en que sus gestores mantengan esa línea y eso sólo nos lo podrá decir el tiempo. Si les vale como referencia un ejemplo de lo que no hacer, lo tienen a ocho kilómetros tomando la A-41 dirección Madrid y girando a la izquierda pasado el Puente de Praga. De momento lo tienen allí.
Pero por ahora, eso sí, sigan disfrutando, que al menos lo bailao no se lo podrá quitar nadie.
P.D.: Ayer leí en el MARCA que Ecclestone, en una entrevista a un medio alemán, decía que no podía confirmar nada sobre el rumor de que Alonso había chantajeado a su equipo en el asunto de los e-mails del espionaje a Ferrari aludiendo a que eran “rumores”. Hace unos meses yo dije que a mí la explicación oficial, la de la fotocopiadora, me chirriaba por todas partes. Parece que ya no sólo a mí.
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