Hace no mucho tiempo el Barcelona salvaba la temporada si le ganaba al Real Madrid. Ganar un título era una fiesta y un título europeo, el no va más. El año pasado el Real Madrid ganó la liga y echó al entrenador porque no divertía (con razón o sin ella, pero lo hiceron). Este la han ganado cuatro semanas antes y no se crean que la cosa ha sido plácida, que a Schuster y a los jugadores se les ha mirado con lupa y que en la Champions hayan caído pronto se ha considerado un fracaso.

 

 

El Villarreal, en cambio, ha programado una fiesta popular por su subcampeonato liguero. Nada que objetar: es la primera vez y aunque los levantinos llevan bastante tiempo haciéndolo bien, nunca se habían visto en otra.

 

 

Pero el Atlético de Madrid, un equipo que lo ganó todo, que fue el segundo grande de este país por delante del Barcelona en los años 70 y primeros 80 (títulos cantan), cuenta como un éxito volverse a meter en la Champions y algunos centenares de aficionados se fueron a la fuente de Neptuno, donde antes se celebraban títulos, a celebrar un éxito menor. En Barcelona han acabado este año terceros y sin títulos –objetivamente, mejor que el Atleti- y están pidiendo la cabeza –deportiva- del presidente. Del mismo presidente que cuatro años les sacó del caos de la era Gaspart y para el que pedían monumentos ecuestres tras ganar la Champions hace dos años. En el equipo del Manzanares, que es una SAD, hay  continuidad directiva y de propiedad desde que en 1987 se iniciara el proceso que llevó el club a una Liga (la única en 21 años), a una intervención judicial, a un descenso y a muchos años de lentísima travesía del desierto hasta llegar a un punto en el que la historia parece tan borrada y el nivel de exigencia tan bajo que un éxito menor es –no por todos, es cierto- festejado como un éxito. No recuerdo yo críticas a la propiedad más que muy puntuales. Críticas, digo, que ya sé que el club es suyo y si mañana quieren vender el Vicente Calderón y embolsarse el dinero nadie podría impedírselo porque sería legal.

 

 

En fin. El Getafe este año ha brillado en Europa, ha brillado en la la Copa, pero en la Liga ha estado más flojo que otros años y no sé yo si habrán celebrado las eliminaciones, los subcampeonatos o el salvarse al final. Hay equipos que parecen en procesos de engrandecimiento y otros en proceso de olvidar su propia historia.

 

 

Ah: y no menosprecio al Atlético de Madrid ni dejo de considerar un éxito entrar en Champions. Simplemente, me apeno de que el Atlético de Madrid actual no sea el que era, como se dice, cuando entrar en Europa se consideraba lo normal. En relación con lo pasado, sí cabe decir que volver a la Champions sea un éxito. Pero ojo: un éxito menor. De estar satisfechos y exigir, más que confiar, que se siga reconstruyendo lo que se destruyó. No una cosa ni de sacar bocinas ni de irse a Neptuno.