La actualidad deportiva vista a veces con pasión y a veces con escepticismo, pero siempre con cariño (al menos, con cariño hacia el pagano y el sufridor).
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Seguramente mis seis años en Porto son doce. Entrenar un grande envejece y mucho.
Bueno, pues al fin Rafael Nadal ha conseguido el número uno del mundo. Se lo ha ganado: lleva más de la mitad de su vida jugando al tenis. Ha luchado contra el mejor número uno de la historia. Ha alcanzado varias veces su máximo nivel y cuando ha visto que ni eso le valía para superarle, ha cambiado y ha conseguido mejorar lo que parecía inmejorable. Al fin lo ha conseguido y será número uno. Y, un poco paradójicamente, cuando Rafa esté en el puesto más alto de la lista mundial vamos a apreciar mucho mejor lo grande que es Roger Federer y lo increíble que ha sido lo que ha hecho.
Yo viví los tiempos de Sampras y por entonces nos parecía que Pete era la perfección hecha tenis. Lo era, era una de las formas de la perfección en el tenis. Lo ganó todo, pero Federer le superó, porque Sampras fue número uno mucho tiempo, pero no siempre, no todas las semanas de los años que acabó como número uno estuvo al frente de la tabla. Tampoco Connors. A veces tenía una mala racha y no podía defender los puntos de los puntos y Agassi, Edberg o algún otro le superaban. Bueno, pues a Roger no: Roger ha estado casi cinco años sin tener un fallo. Ha tenido detrás al número dos más persistente de todos los tiempos. A un número dos que ha hecho mejores números que muchísimos números uno del mundo. Sólo una vez, este mismo año, ha tenido una relativa crisis de resultados, Rafa no, y ha perdido la plaza.
Ahora, cuando empecemos a contar los puntos que Rafael Nadal va a tener que defender a partir de enero de 2009, vamos a ver lo difícil que es hacer lo que ha hecho Roger. Un Roger que va a seguir en la brecha, por supuesto, y va a acosar a Nadal a la par de Djokovic. También Sampras tuvo un mal momento, perdió un Wimbledon, y después volvió al número uno durante varios años más. También Graf fue superada y volvió a reinar.
Pero eso será en el futuro. Ahora es momento de aplaudir, sin ninguna reserva, a un Rafael Nadal sensacional que ha hecho como apuntaba antes lo más difícil: no ya superar al mejor número uno de la historia, sino reinventarse a sí mismo como tenista para conseguirlo. Ha caminado mucho tiempo en el filo de la navaja de las lesiones, forzando su físico en esa estrategia que parece tan fácil pero es tan difícil de realizar que es devolver una bola más que el rival, pero no una bola franca, una simple devolución de frontó, sino una bola venenosa, una bola ofensiva, una bola con mil recursos. Si estudiamos las estadísticas oficiales de la ATP veremos que Rafa está entre los líderes de muchas de ellas.
Aplaudamos, pues, a Rafael Nadal. Hasta ahora, Roger Federer ha sido el mejor número uno mundial de la historia y bien pudiera seguir añadiendo en el futuro páginas a su leyenda. El jugador que le ha superado, el hombre que ha vencido siquiera temporalmente al mejor, el hombre que hizo lo que nadie había hecho, es Rafael Nadal. Ahora le va a tocar a él ser el hombre a batir. Ahora, como digo, vamos a ver lo difícil que es lo que hizo Roger y, por tanto, la gesta que ha realizado Rafa. Y vamos a ver, también, que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Pero se mantenga o no tanto tiempo Rafa como Roger, la gloria de lo que ha hecho ya nadie se la va a quitar, ni nosotros vamos a olvidarla.
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