La actualidad deportiva vista a veces con pasión y a veces con escepticismo, pero siempre con cariño (al menos, con cariño hacia el pagano y el sufridor).
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Seguramente mis seis años en Porto son doce. Entrenar un grande envejece y mucho.
Les confieso que yo nunca había visto a un tenista al que la final de un Grand Slam le impidera hablar del mismo modo que a Roger Federer. Si alguien dudaba de la épica entre los duelos entre Nadal y Federer, hoy ha tenido la prueba palpable. Federer había puesto su alma en juego en el duelo.
¿Por qué podría llorar Roger Federer? A mí se me ocurre pensar que quizá llorase porque este torneo era para él muy importante por varios motivos: porque el año pasado quizá en algún momento se dejase ir, incapaz de soportar otro año más de perfección, y en este todo el mundo –y él mismo- esperasen ver al ‘verdadero Federer’. En este torneo tendría que demostrarlo y, de hecho, lo estaba haciendo. Pero la reválida era Nadal. Derivada de esta condición, está en que para él es sumamente importante conquistar ese decimocuarto Grand Slam que le pondría a la cabeza de las listas históricas. Y hoy en Melbourne tenía la primera ocasión para lograrlo.
Sin embargo, Nadal ha vuelto a ganarle. Mucha gente dice, y entre ellos Manolo Santana, que la gran ventaja de Nadal sobre Federer es que le tiene ganada la batalla psicológica. Que en esa lucha de personalidades, Federer tiene ya asimilado que Rafa sabe cómo jugarle. Y que aunque él también sea capaz de superar al español, las dificultades a las que tiene que hacer frente Roger en un duelo igualado son mayores, porque él no está acostumbrado a que le discutan su predominio. Roger ha pasado mucho tiempo avasallando rivales. Inconscientemente, aunque sigas jugando de maravilla, cada minuto que se alargue el partido sabes que corre en tu contra.
Y hoy ha vuelto a pasar. Y no será porque Federer haya claudicado ante Nadal ni le haya dado facilidad alguna. Roger ha estado muy bien y a otro rival le hubiera fundido, pero una vez más no ha sabido encontrar la fórmula de ganar a Rafael Nadal.
Rafa sí tiene la de ganarle a él. No le ha dejado tomar ritmo. Le ha obligado a arriesgar continuamente, no sólo cuando el suizo lo decidía. Le ha sacado de la pista. Al final, jugando contra las cuerdas, Roger se ha jugado un gran golpe tras otro con la desesperación de quien juega sus últimas fichas en la ruleta. Algunos le han valido. Otros no.
Quizá Federer llorase por eso, pensando “¿Si no le he ganado ahora… Cuando podré hacerlo de nuevo? ¿Cuándo ganaré el Grand Slam que necesito">Actualización anuario MARCA 2008
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