La actualidad deportiva vista a veces con pasión y a veces con escepticismo, pero siempre con cariño (al menos, con cariño hacia el pagano y el sufridor).
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Seguramente mis seis años en Porto son doce. Entrenar un grande envejece y mucho.
Uno de los peores defectos de los españoles, y por tanto de España, es la Amnesia Histórica, o el olvido selectivo de las partes de nuestra historia, carácter o personalidad colectiva que no coincide con la imagen actual que tenemos de nosotros mismos. Es una actitud que conduce a injusticias y ridículos, paliados estos porque como esta amnesia –que a veces se confunde con la incultura- la comparte mucha gente, son pocos los que se dan cuenta. Nos separan del hambre un par de generaciones y nos creemos la aristocracia del mundo. Hace treinta años volvieron nuestros padres y tíos desde Alemania con unos marcos en el bolsillo y la pensión de la seguridad social alemana, y ahora levantamos la nariz ante la inmigración propia…
¿En qué afecta esta reflexión a nuestro tema? Pues en que hace ya varios días que se están celebrando los Juegos Mediterráneos y no se les está haciendo, con perdón, ni puñetero caso. Y no será porque no están pasando cosas: en el momento en el que estoy escribiendo, en lo positivo España es la tercera del medallero, con 20 medallas de oro y Aschwin Wildeboer ha batido el récord del mundo de 100 espalda en natación, superando al mismísimo Aaron Peirsol. En lo negativo, que tres días de la clausura España lleva un total de 60 medallas: el 39% de lo conseguido en Almería 2005, donde se sumaron 152. Por el contrario, Italia lleva 140 (153 en Almería), Francia 106 (153 enAlmería) y Turquía 56 (por 79 entonces). Es decir, unos resultados sumamente preocupantes para nuestro deporte.
Dice una sentencia por casi todos conocida que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Es de esas que a todo el mundo les parece muy bien, pero que a quien se aplica es a los otros. Unas líneas más arriba señalé que sólo dos generaciones nos separan del hambre. Las personas de esas dos generaciones, nuestros abuelos y padres cuando eran jóvenes, no podían pensar en los Juegos Olímpicos más que como un ‘lo verás pero no lo tocarás’ porque el pobre españolito que llegaba allí con suerte pasaba una ronda, o acababa en el honroso puesto 123 de algo. Ellos, a lo que aspiraban, en lo que competían, era a los Juegos Mediterráneos. Si pueden echar mano a las hemerotecas (que en Internet hay ya algunas muy buenas) revisen los Juegos Mediterráneos de los años 50 al 80.
Aquellos Juegos de Barcelona en 1955, que en cuanto a tirón popular y significado tuvieron muy poco que envidiar a los Olímpicos de 1992, los de Latakia, los de Nápoles, Argel, Split… eran un termómetro de la evolución de nuestro deporte más significativo que los de los Juegos Olímpicos, aunque sólo fuera porque estábamos entre países de un nivel medio parejo al nuestro. Estaban los europeos, Italia, Francia o Yugoslavia, que competían con segundos equipos, mayoritariamente. Estaban los países asiáticos y norteafricanos, que echaban el resto, y nosotros que solíamos llevar a las estrellas acompañadas de jóvenes para poder decir que llevábamos a las promesas si las cosas salían mal. Y quiérase o no, poco a poco se fue progresando porque la verdad fue que a medida que nuestro nivel general mejoraba esos jóvenes, las promesas, adquirían en estas competiciones un excelente banco de pruebas para competiciones de verdadero fuste, donde se encontrarían a ‘los buenos’ de verdad: la URSS, la RDA, los Estados Unidos…
Equipo español a los Juegos Mediterráneos 1975
Pero el tiempo pasó. España empezó a dejarse ver en los Juegos Olímpicos y los Mediterráneos se empezaron a quedar pequeños y en la mentalidad colectiva de España empezaron a quedar arrumbados en el baúl de los recuerdos inútiles, los años remotos y ya difusos de cuando competíamos con los moros (unos moros que no eran ni Auoita, ni Morceli ni El Guerrouj, que esos todavía) en una competición de andar por casa (como los Panamericanos, los Juegos Asiáticos, los del Pacífico…). Eso ya pasó. Ahora somos ricos y famosos así que hala, arreando.
Pero ¿Por qué se empezó a quedar pequeño el traje de los Juegos Mediterráneos? Pues porque en esas generaciones de las que hablaba había voluntad real de mejora, trabajo y crecimiento. Se trabajaba con la base, con los chavales. La clase media, a trancas y barrancas muchas veces, iba creciendo poco a poco con ayuda de unas federaciones que pugnaban por ser profesionales y no coto de prebendados. La élite, llegado el momento, recibió el impulso de ese gran invento que fue el ADO. Y, como suele suceder, del trabajo se siguieron los resultados…
Ceremonia inaugural Pescara 2009
Y como también suele suceder, lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Han pasado los años. Casi veinte ya desde Barcelona 92. Con altibajos, el nivel de los Juegos Olímpicos se ha ido manteniendo pero no faltan agoreros, como yo, que ven con preocupación que el relevo en la élite no es tan fluido como hace algún tiempo. El deporte ya no es tan importante en la formación de los niños y jóvenes como hace unos años y aunque pese a la crisis sobra el dinero, parece, éste se invierte fundamentalmente en aquello que puede dar rentabilidad inmediata descuidando bastante el trabajo de base y cantera, ese que no se nota ni se valora cuando existe, pero que se ira en otros y que se reclama cuando llegan los fracasos.
En Pescara 2009, ya lo vemos, será difícil alcanzar siquiera la mitad de medallas que se ganaron en Almería 2005. Ojalá me equivoque y esto no sea un aviso de lo que se nos puede venir encima porque lo peor es que este aviso, como digo, está pasando casi desapercibido porque estos juegos parecen clandestinos aunque en ellos podamos ver a muchos de quienes luego se esperarán éxitos en Londres.
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6 comentarios
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Fernandom
Pues en efecto, amigo ibai_trunks, me bailó el dedo. Gracias y bienvenido.
Y, amigo Gianakis, la solución que propones me parece correcta. No comprendo por qué estos Juegos nos los podemos permitir tomar con menos 'seriedad'.
Aibalaostiapues
Enhorabuena una vez más amigo Fernando. No ya sólo por el artículo en sí. Sino por su temática. Y coincido contigo en que luego nos arrancaremos los pocos pelos que nos quedan ya en Londres, al ver que no se consiguen los objetivos propuestos. ¿Cómo esperamos conseguirlos sin el rodaje suficiente? Una auténtica vergüenza la poca repercusión que han tenido. Aunque si en un Madrid- Barça jugaran los del segundo equipo, tampoco habría audiencia...lógico.
PD: Se vuelve a demostrar, que si no mencionas al Madrid, o el Fútbol en general, la columna pasa completamente desapercibida.
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