La actualidad deportiva vista a veces con pasión y a veces con escepticismo, pero siempre con cariño (al menos, con cariño hacia el pagano y el sufridor).
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Seguramente mis seis años en Porto son doce. Entrenar un grande envejece y mucho.
Ahora que el 'recortazo' ha caído sobre el deporte español, seguramente muchos caerán en la tentación de absolverse a sí mismos y echar la culpa de todo a la crisis. Pero lo cierto es que si en los años de bonanza la gestión deportiva ha sido en general buena, en otros aspectos ha dejado que desear.
La crisis que vivimos no sólo es económica, sino también moral. Y en cierto modo, la forma de manejarla reproduce nuestra mentalidad como sociedad. Nadie asume culpas Para la gente es culpa de los políticos, sin recordar que estos salen de la misma sociedad que les acusa y en muchos casos reproducen sus comportamientos. Estos acusan a la sociedad de vivir por encima de sus posiblidades, sin recordar que ellos la animaron a hacerlo y pusieron los medios para que fuese posible. Los poderes financieros se limitan a hablar de las realidades, sin asumir que ellos son quienes las crean en gran parte. Y al final, entre todos la mataron y ella sola se murió, como dice el refrán.
El pecado del deporte ha sido vivir el momento, sin pensar en el futuro. Construir su edificio a partir de cimientos pero saltándose algunos pisos para llegar antes al tejado. Servidor de ustedes recuerda la Ley del Deporte de 1990, la norma que ha regido al deporte español durante su Edad de Oro y lo que se dijo de ella: profesionalización, racionalización, equilibrio entre base y élite y público y privado...
Y en 2012, ya ven ustedes. Ligas y clubes profesionales en bancarrota. Los deportistas de élite dependen, como sus federaciones, de la subvención estatal o autonómica -lo que obliga a su vez a un galimatías organizativo-. Los fondos privados son casi exclusivamente, publicitarios, y estos en realidad, en gran parte, institucionales: comunidades autónomas o cajas de ahorros, que han ido volando al ritmo de la crisis. O eso, o constructoras y afines, que ya cayeron con la burbuja del ladrillo. Y cuando la subvención se reduce, vemos abrirse las puertas del infierno ¿Por qué?
El deporte español tuvo la gran suerte de que Barcelona 92 llegó en una época de expansión económica fruto de los Fondos de Cohesión europeos. Y que el gobierno de entonces consideró con acierto que tanto la organización de los Juegos como sus resultados serían una importante inyección de credibilidad para lo que se aún no era la 'marca España'. Se inyectaron fondos, los Juegos salieron bien, la gente del deporte trabajó con acierto, y llegaron los resultados. No tantos como nos gusta creer, pero sí bastantes y, desde luego, a años luz de lo que había antes. Paralelamente, el ejemplo potenció la base y se creó cantera y se generalizó la práctica popular del deporte.
Aquello creó un oasis en el que muchos se instalaron empezando por el poder, que se acostumbró a hacerse fotos con campeones. Demasiada gente pensó que profesionalizar la gestión era sólo ponerse un sueldo. Ya hemos hablado de la solidez de los 'fondos propios', pero tampoco podemos criticar a nadie por tomar lo que había. En España al empresario privado que arriesga un euro de más es para hacerle un monumento. Pero si se erró en no cambiar, quizá, el modelo organizativo, sino simplemente en inflarlo a cuenta del dinero. Tampoco el deporte ha cometido más pecados que el resto de la sociedad porque ya ven como está todo... Al final, la élite y la base se acaban disputando los fondos para mantener un nivel de resultados que a su vez fue clave para mantener el nivel de subvención, y parece que lo que va a seguir siendo.
¿Qué futuro nos espera? El recurso publicitario está difícil, porque aparte de que como decimos la empresa española se estira menos que un portero de futbolín en lo que no da beneficio inmediato, el mercado interno español está en plena recesión, como el resto de la economía. El institucional, ya ven.
Un futuro olímpico como el de Grecia (de 450 participantes y 16 medallas en 2004 -si bien en casa- a 102 y 2 en 2012) parece amenazarnos: sería el resultado lógico de que nuestro deporte volviera a 1984, digamos, cuando nuestros rivales siguen en el siglo XXI. Quizá, sólo quizá, el actual mazazo pueda significar que nuestro deporte despierte del sueño y se vuelva a trabajar sobre la base de un crecimiento sostenible.
Por inventar, casi todo, porque modelos no hay al menos por aquí cerca: el deporte plenamente profesional -teóricamente, porque en él se mantiene como en todo la tan española confusión entre lo público y lo privado- ya lo ven. Y el resto de la economía y el país, lo mismo. Víctimas hay: los trabajadores del deporte. Deportistas, técnicos y en general quien más lealmente ha trabajado... Como siempre, pagará más quien menos culpa tiene. Y como dice el presidente del COE. Alejandro Blanco, a ver si los deportes de equipo logran mantener sus estructuras de cantera...
Como vuelven los 80, parece, les dejo está canción. Ojalá podamos darnos cuenta nosotros de donde estuvo nuestro error... Sería triste que la edad de oro del deporte español sólo vaya a dejar un puñado de bellos recuerdos pero lo cierto es que ha terminado porque, aunque se lograra mantener el nivel de éxitos, ya nada será como antes.
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