Un pequeño apunte sobre periodismo

Me figuro que este blog les decepcionará (suponiendo que alguno no lo haya hecho) porque no trata sobre nada en concreto, sino que es solo una reflexión particular y un tanto críptica sobre el periodismo deportivo y sus gentes -yo ya me entiendo, vaya- a cuenta de un suceso reciente que me ha traído a la cabeza algo que me contaron una vez.

Sucedió que allá por los tiempos de Franco, un importante diario nacional tenía en París a un prestigioso corresponsal. Este, aunque no era periodista deportivo, era en cambio muy aficionado al deporte. Y un año decidió encargarse él de cubrir el Tour de Francia para su medio.

Lo hizo, eso sí, sosegadamente: todas las mañanas leía la prensa sa e internacional. Oía la radio. Después seguía las informaciones sobre la etapa y finalmente los informativos televisivos, que ya desde 1964 o así el Tour daba etapas en directo. Después con ese material, salía a pasear y se sentaba en Montmatre o los Campos Eliseos en una terraza, sacaba su máquina de escribir y con un helado, un café au lait o una cervecita, según, escribía su crónica. Después iba a La Poste y la mandaba por télex.

El caso es que lo que inició como un divertimento personal, dado que él figuraba como firma de prestigio en política, economía y cultura, fue un éxito. Sus crónicas fueron comentadas, figuran como modélicas aún, y su director le felicitó personalmente cuando cayó por Madrid.

Animado por el éxito y por su afición al ciclismo, comunicó que si no había inconveniente al año siguiente seguiría la caravana del Tour. Hubo permiso, claro: se inscribió y partió con la caravana. Frecuentó salas de prensa, recorrió los hoteles para hablar con los ciclistas. Corrió bolígrafo y magnetofón en mano por las zonas de meta, hizo kilómetros sin cuento, luchó por encontrar teléfonos y contra la hora de cierre y cada día se acostaba agotado para dormir las pocas horas que le quedaban hasta la siguiente salida, pero con la satisfaccion de estar viviendo el Tour y haciéndolo vivir a los demás.

Pero si su cómoda cobertura del año anterior recibió todo tipo de felicitaciones, la agotadora del año siguiente sólo mereció indiferencia. Nadie hizo comentario alguno, a nadie le llamó la atencion, e incluso su director le dijo que le había gustado más el estilo de antes. Así que en la siguiente edición volvio a la 'técnica' de escribir la crónica en una terraza acompañando el tableteo de la máquina con una cervecita fresquita. No vio ciclistas más que en la tele.

El significado que para mí tiene esta historia me lo guardo. El que tuvo para el protagonista me lo relató el mismo buen amigo suyo que me la contó a mí. Y la resumió en tres palabras. "Total, pa qué". Que cada cual se lo comente.

Para quitarles el mal sabor de boca les dejo un tema que estaba de moda en la época

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