Han matado a otra mujer. En esta España del navajeo infecto en la que volvemos a vivir -si es que alguna vez estuvo dormida-cualquier palabra tiene el efecto de poder ser contestada por una bajeza. Si te preocupas de una cosa, que por qué no te preocupas por otra. Que si dices esto, que por qué no has hecho también lo otro o que si no te atreves con tal y cual. Y luego están los gurús, que te condenan por hereje y te mandan a la hoguera a nada que no dices lo mismo que ellos. A veces dan unas ganas tremendas de mandarlo todo y a todos (a todos esos) a la mierda. Pero no se puede. No se puede dejar que el debate lo lleven ellos.

Han matado a otra mujer. No está cerrada la investigación pero rarísimo sería, vistas las circunstancias, que el desenlace fuera otro. Esta vez era runner. O al menos salía a correr. Quizá por eso esta vez nos toque algo más de cerca y por eso 'toque' escribir aquí sin que eso signifique, por mucho patán que pueda decirlo, que permanecimos insensibles ante el resto. No. Simplemente es la cruel máxima del periodismo de que un muerto próximo cuenta por muchos lejanos, o quizá que en este ambiente conozcamos un poco más el entorno, las circunstancias, algunos resortes. Cierta gente, quizá alguna hasta con buena intención -que no todo el mundo, a Dios gracias, es gurú de alguna ortodoxia- dirá que por qué tuvo que salir sola tan lejos.

Miren: quizá sea una utopía que hasta en el futuro cualquier persona pueda hacer lo que le de la real gana sin que tenga que verse en riesgo por ello, pero lo que es incontrovertible es que cualquier persona tiene derecho a hacerlo. Y que hoy en día las mujeres corren más riesgo que los hombres, y lo corren por serlo, en los más variados ámbitos, es una verdad como un castillo, digan lo que digan algunas personas que no sé si lo son, ni qué tienen en la cabeza. Asesinatos hay de hombres y de mujeres, asesinos hay hombres y mujeres pero de lo que se trata en este caso concreto es cuantas mujeres matan o violan a hombres, y a veces ambas cosas, por creerse con derecho a hacerlo, y cuantas veces sucede a la inversa.

Esta vez ha sido una mujer que salía a correr. Como miles, como afortunadamente, cada vez más. El deporte, de élite y de base, es un espacio que han ido poco a poco conquistando las mujeres, saliendo de ese estar con la pata quebrada y en casa que quería la tradición. Hoy tenemos una corriente de opinión que partiendo precisamente del tradicionalismo critica al islamismo. Es en efecto criticable, y yo lo critico, en lo que tiene de consideración de la mujer como un ente de inferior derecho que el hombre, pero repito que hay tener mucho cuajo para criticar desde la 'tradición española' porque esta miró siempre torcido a las mujeres que hacían deporte: entraban en el grupo de las 'marimachos' que durante mucho tiempo se extendió (para cierta gente, hombres y mujeres, aún se extiende) también a quienes estudiaban y trabajaban fuera de casa.Cada vez que una mujer sale a correr está también  dando pasos a favor de la igualdad, de la normalización de la igualdad que algunos no quieren y otros aplauden con la boca pequeña mientras en realidad piensan -y lo delatan con la palabras y actos- "¿no queréis libertad? Pues tomad libertad". Para ellos la culpa (culpa) será de quien corre sola, no de quien la mata. Esa es la diferencia con quien, con buena voluntad pero erradamente, conmina a la precaución.

No todos los hombres, desde luego, son alimañas, pero mientras haya alimañas y haya un discurso que alimente a esas alimañas será necesario un tratamiento especial y diferenciado para estos sucesos. ¿Y cuál es el discurso? ¿Es que después de 40 años de democracia no hemos ya casi todos, salvo excepciones marginales, interiorizado la igualdad? Pues sí y no. Sin salir del mundo del deporte -y sobre todo de ese fútbol donde aún demasiada gente entiende que se puede hacer todo lo que no está bien visto en otros sitios- si a una árbitra se la manda a fregar, si se dice que el fútbol femenino ni es fútbol ni es femenino (guste o no guste el juego), si se grita que Shakira es de todos, si en las gradas se aplaude a gente acusada de maltrato, aún antes de la sentencia, se está creando un caldo de cultivo, un ambiente, para que algún miserable entienda un día que él tiene derecho a algo sobre una mujer. Por eso la bromita aquella sobre el twerking es peligrosa, además de ser estúpida.

Hace unas semanas en MARCA nos hacíamos eco de las denuncias de acoso de atletas, de mujeres que corren. También reflejábamos el nacimiento de la plataforma Sincronizadas, orientada a las mujeres que quieren correr en compañía y que aportaba el terrible dato de que nueve de cada diez mujeres se sienten inseguras a la hora de correr solas. Quizá alguien al leerlo hablara de alarmismo. Quizá alguien juzgara con condescendencia las iniciativas de este tipo, pero ya se ha visto de la peor forma posible la falta que hacen porque lo importante, lo más importante, es que las mujeres no dejéis de correr. Por favor, seguid corriendo.

P.D.: Perdón si me ha quedado este texto un tanto deslavazado. Lo he escrito a zarpazos.