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La aparición del Bugatti Veyron en 2005 fue una especie de tsunami por lo que respecta a las prestaciones de un súper deportivo.
En aquellos años, por ejemplo, un Ferrari 575M Maranello se consideraba la cúspide de la deportividad, con su V12 de 5,7 litros, sus 515 CV y sus 325 km/h. Pero la llegada del Veyron nos abrió los ojos a la inimaginable capacidad de su motor 8.0 de 16 cilindros (en principio se quería hacer de 18) en W, que liberaba 1.001 CV y, según cuentan, era capaz de 'beberse' un depósito completo de 100 litros en 10 minutos. Claro que para ello había que acelerar al máximo (hace el 0 a 100 en 2,5 segundos, y el 0 a 200 en 7,3 segundos) y estar en una pista que nos permitiera mantener el pie a fondo con la séptima velocidad engranada.
Lo que muchos no conocen es que la velocidad máxima de 407 km/h fue una orden para los ingenieros, a los que no se les permitió que el coche se quedara en 406 km/h. ¿Por qué?
Si te aventuras a pensar que esto tiene algo que ver con Peugeot, debemos decirte que estás equivocado porque la razón es muy diferente.
El 'padre' del Veyron
Para conocer la causa de esta cifra concreta debemos empezar contando que el impulsor del motor del Veyron, con su extravagante disposición de 16 cilindros en W, fue Ferdinand Karl Piëch (1937-2019), nieto de Ferdinand Porsche. Piëch, ingeniero de formación, comenzó trabajando en la firma creada por su abuelo, pero más tarde fichó por Audi y, en 1993, acabaría convirtiéndose en Consejero Delegado y Presidente del Grupo de istración del Grupo Volkswagen.
Pero este 'mandamás', que acabaría impulsando desde su despacho la creación de modelos como los Audi R8 y Lamborghini Gallardo, tenía para el Bugatti Veyron una condición que se remontaba muchos años atrás...
El nieto de Ferdinand Porsche nunca había podido olvidar que el Porsche 917, el coche de carreras más bello de la marca que creara su abuelo, había alcanzado los 406 km/h en la recta de Hunaudières del circuito de Le Mans en 1970.
Trabajaba en Porsche
Suponemos que la mayoría de los buenos aficionados al motor no recordarían tres décadas después con total exactitud si aquel Porsche había alcanzado 400, 406 o 410 km/h. Pero a él este detalle no se le había olvidado jamás, entre otras cosas porque Piëch era por entonces el Director de Desarrollo de competición en Porsche y aquel día se encontraba en la pista.
Por ello, se propuso superar lo que le parecía insuperable y pidió a los ingenieros de Bugatti que su nuevo súper deportivo alcanzara los 407 km/h. No se trataba de una sugerencia, sino de una orden.
El Veyron no tenía nada que ver con el Porsche 917, entre otras cosas por el mayor peso que le imponían su enorme motor, la tracción total y el equipamiento de un coche de lujo. Pero la cifra ansiada por Piëch se logró. De hecho, en varias pruebas realizadas por el Grupo Volkswagen el Veyron alcanzó los 408 km/h en varias ocasiones. Pero aquello no se tuvo en cuenta porque había que obedecer al 'jefe', así que hoy día seguimos diciendo que 407 km/h es la velocidad máxima del Bugatti Veyron.