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Ni Ferrari ni Bugatti: este cochazo vale 10 millones y está 'orgulloso' de ser un Ford

El coche es uno de los pocos Ford GT40 MKII, modelo que marcó una era en la que la marca del óvalo reinaba en Le Mans.

El coche fue arreglado de forma altruista por tres viejos ingenieros y...
El coche fue arreglado de forma altruista por tres viejos ingenieros y un mecánico de Ford.RM Sotheby's.

¿Puede un Ford entrar por derecho propio en el Olimpo de los coches más deseados por los coleccionistas? La respuesta es . De hecho, hubo una época en la que Ford era equiparable a Ferrari. Al menos en carreras como Le Mans. Y eso hace que su cotización pueda llegar o incluso superar los 10 millones de euros.

RM Sotheby's.

Asentado como un constructor de coches para todos los bolsillos, en la marca del óvalo entendieron que las carreras de resistencia podían ser el escaparate que necesitaban. A Ferrari le iba de maravilla, porque de hecho habían ganado las últimas seis citas en Le Mans. Así que para competir con la marca italiana desarrollaron el Ford GT40 (GT era por "Gran Turismo", y 40 era por las pulgadas en altura: 1,02 metros), un coche destinado a grandes gestas pero que no tuvo un comienzo fácil: el coche empezó a disputar sus primeras carreras en 1965 y de las seis unidades que tomaron la salida en Le Mans ninguna consiguió terminar la carrera.

Chasis P/1032

Pero nos vamos a centrarnos en esos comienzos, sino ya en noviembre de aquel año de 1965, porque fue entonces cuando se fabricó el chasis P/1032 que ves en las imágenes, un GT40 MKII de los que se acabarían construyendo solo 8 ejemplares.

RM Sotheby's.

Ford Advanced Vehicles había enviado el coche inacabado a Shelby American para que los del equipo Holman-Moody acabaran de montarlo y modificarlo a su gusto. En el envío iba un chasis (con dirección, suspensiones, frenos y ruedas), unas puertas, unos umbrales, un salpicadero, molduras y poco más. En el equipo hicieron los cambios necesarios para que el coche pudiera alojar el motor Nascar 427, más grande y fiable, pero que también necesitaba de nuevas tomas de refrigeración.

Debut en Sebring

El coche debutó en las 12 Horas de Sebring de 1966 a los mandos de Walt Hansgen y Mark Donohue. En aquella cita tomaron la salida en cuarto lugar, y tras pelearse con modelos de Ferrari, Porsche y Ford consiguieron hacerse con el segundo puesto final, con otro Ford delante y otro detrás para completar un 1-2-3 histórico en el podio.

Donohue, a la izquierda de la imagen, y Hawkins, a la derecha.
Donohue, a la izquierda de la imagen, y Hawkins, a la derecha.Ford Motor Company.

Con posterioridad el coche volvió a llegar a las puertas del equipo Holman-Moody para prepararse para Le Mans, la gran cita del año, donde volverían a formar pareja Hansgen y Donohue. Pero para los ensayos les asignaron otro GT40 con el chasis P/1011, el último coche que conduciría Hansgen porque, pilotando bajo la lluvia en el trazado de Le Mans, el coche le hizo aquaplaning sin y Hansgen chocó contra un muro, tras lo cual falleció cinco días más tarde. A Donohue le buscaron con urgencia un nuevo compañero y se decidieron por Paul Hawkins, que ya había ganado allí en 1965 a los mandos de un Austin-Healey Sebring Sprite.

Demasiados problemas

El chasis P/1032 tomó la salida en undécimo lugar, demostrando que aquella no sería su mejor carrera pese a que fue Henry Ford II, presidente y consejero delegado de Ford, quien dio la salida. Primero sufrió la rotura de un semieje que lo mantuvo mucho tiempo en boxes, y más tarde acabaría perdiendo el capó trasero en la recta de Mulsanne, continuando la carrera sin la mitad de su carrocería. A ello se sumarían unos problemas en la transmisión que llevaría a sus pilotos al abandono cuando solo habían cubierto 12 vueltas en cuatro horas de carrera.

El coche, en Le Mans 1966, después de haber perdido su capó.
El coche, en Le Mans 1966, después de haber perdido su capó.Ford Motor Company.

Pese a ello, Ford consiguió un poderoso 1-2-3 en el podio final, acabando con el dominio de Ferrari y dando comienzo a unas victorias para Ford en el circuito francés que se prolongarían en 1967, 1968 y 1969, año en el que la marca americana abandonó las carreras de resistencia.

Fue regalado

El periplo que ha vivido tras ello este coche le llevó a distintos salones del automóvil (París 1966, Ginebra 1967 y Monza 1967), hasta que a finales de 1968 se regaló como donación a Tony Hulman Jr, propietario del Museo indianapolis Motor Speedway. El coche no estaba entonces en muy buenas condiciones, ya que no tenía embrague, el motor no funcionaba y carecía de depósito de combustible. Pero para ser exhibido valía de sobra.

RM Sotheby's.

Pero en 2000, ya con distancia de varias décadas, sus propietarios se decidieron a restaurarlo para dejarlo tal cual corrió en Le Mans 1966. En principio solo se iba a arreglar su exterior, pero aron con tres ingenieros y un mecánico de la propia Ford y estos decidieron que lo arreglarían de forma completa y gratuita, regalando su tiempo y cobrando tan solo el coste de los materiales.

Lugar entre leyendas

El coche, ya restaurado, se ha exhibido durante años junto al Ferrari 250 LM que ganó en Le Mans en 1965 y el Mercedes W 196 R Streamliner que pilotaron Juan Manual Fangio y Stirling Moss. Es decir, que durante años ha estado en el lugar de privilegio digno de un coche de leyenda.

RM Sotheby's.

Pero a finales de febrero saldrá de aquel museo para siempre en dirección al hogar del coleccionista que haga la mejor puja en RM Sotheby's. Y la de este Ford será una puja a la altura de un Ferrari legendario, porque los expertos de esta casa de subastas han previsto que el precio final esté entre 7,6 y 10,5 millones de euros.

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