La huida hacia adelante parece no tener fin. Si durante los últimos días en la sede de la UEFA en Nyon se han llevado las manos a la cabeza ante todo lo que estaba sucediendo, lo que hicieron cuando recibieron el escrito de la Federación, respecto al futuro de los equipos españoles en competiciones europeas, fue el de seguir en el día día en el trabajo y no perder el tiempo. Ningún equipo español corre peligro, ni la Federación se saldrá de la UEFA.
Como es lógico, la carta fue recogida, tramitada y despachada, sin cambiar el paso respecto a la petición de la misma. Si en anteriores ocasiones, en las que el presidente de la Federación con Ángel María Villar al frente, acudió con éxito al reclamo de los organismos internacionales por aquello de la injerencia política, en esta ocasión no se puede decir que se haya cumplido el objetivo, ya que los equipos españoles no corren peligro.
La sanción a Rubiales seguirá por su camino y si hasta ahora la UEFA no se ha pronunciado es porque esperaba la resolución de las autoridades españolas y porque tras la sanción y el comunicado de la FIFA, poco más se podía añadir.
A todos los efectos Rubiales está apartado de cualquier cargo deportivo relacionado con el mundo de fútbol y así se le considera en la UEFA. No hay otra posibilidad y menos aún con el camino elegido por el de momento expresidente.
La última defensa, encabezada por la petición de Andreu Camps, de la exclusión de los equipos españoles no pasa de ser una estrategia macabra y sin ningún sentido.
