"¿Esto es un deporte olímpico?", se preguntan los aficionados que se dan cita en la Plaza de la Concordia para ver la competición de breakdance, disciplina que entró en el catálogo olímpico para París 2024 y que ya está descartada para Los Ángeles 2024. El arte urbano que nació en las calles del Bronx neoyorkino en la década de los 70 no convence al espectador -al menos la versión adaptada a los Juegos-, que ve en el repertorio de piruetas y cabriolas a ritmo de hip-hop un espectáculo más que una competición.
En un intento del COI de acercar al público mas joven a los Juegos Olímpicos y promover deportes juveniles con perspectiva de género alrededor del mundo, el 7 de diciembre de 2020 se aprobó la inclusión del breakdance en esta edición. Se creó un sistema de clasificación y un modelo de valoración, dando como resultado las conocidas batallas en las que un jurado evalúa la creatividad, personalidad, técnica, variedad, interpretación y musicalidad de cada actuación.
A pesar de tener más de 30 millones de practicantes en el mundo, el breakdance es un total desconocido para el espectador olímpico. "Hasta hace poco la gente no nos tomaba muy en serio, generaba rechazo o se veía como un hobbie. Los Juegos están permitiendo que tengamos un altavoz donde mostrarnos, que se nos tome en serio y que el breaking crezca y se expanda", comenta Ana Furia 'Furia', B-Girl española que nos ha ilustrado desde Max y Eurosport. La catalana es de las que cree que el arte que practica no pierde su esencia por formar parte de los Juegos, uno de los debates generados dentro del mundillo. "El breaking es lo que es independientemente del stage donde se realice. Estar en unos Juegos responde a un proceso evolutivo y una ventana para exponernos, poder recibir más apoyos y dedicarnos a ello", destaca.
Estar en unos Juegos Olímpicos responde al proceso evolutivo que está viviendo el breaking y una ventana para exponernos y poder recibir más apoyos y dedicarnos a ello
La puesta en escena es digna de la NBA. Los breakersson llamados uno a uno por un par de speakers que, junto a los DJ's, intentan que el espectáculo se mantenga en la cresta durante las más de cinco horas que dura la competición. El público anima sin parar, unos en las gradas aguantando estoicamente la solana veraniega de París y otros a pie del escenario esférico, sentados en el suelo y viendo muy de cerca la técnica depurada de las y los artistas. Conceptos como el air flare, windmill, escorpión, baby freeze, six step o handhop son imposibles de aprender para el neófito en una tarde.
Los B-Boys y las B-Girls se enfrentan en eliminatorias mientras son evaluados por un jurado compuesto por once expertos. Entre ellos, la española Jess Heredia 'Jess', una de nuestras referentes y bailarina profesional -ha estado en la compañía de Rafael Amargo y el Circo del Sol-. "Hay un factor que es claramente subjetivo y siempre va a ser así. Es inevitable pensar que hay cosas que mejorar, como en todos los deportes, pero se ha hecho lo mejor que se puede", comenta Furia.
En lo meramente deportivo cabe destacar que el podio femenino estuvo copado por la japonesa Ami Yuasa 'Ami', la lituana Dominika Banevi 'Nicka' y la china Liu Qingyi '671', mientras que en el masculino los premiados fueron el canadiense Philip Kim 'Wizard', el francés Danny Dan y el estadounidense Victor Montalvo. Nombres que pasarán a la historia por ser los primeros ¿y últimos? medallistas de un deporte que a pesar de debutar en unos Juegos Olímpicos sigue sin entenderse como tal.