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La figura del copiloto es, posiblemente, la más infravalorada de todas las que forman parte del rally-raid. Su labor como guía es vital, puede marcar la diferencia entre ganar o perder un Dakar. Seguramente más incluso que la de un piloto. Un fallo del navegante supone minutos, horas en el peor de los casos, y le pone en el disparadero. Pero cuando todo va bien… no son las estrellas.
Muchos piensan que para este oficio es imprescindible renunciar a los egos, aunque su mérito sea tan grande como el compañero que lleva el volante. De hecho, las personalidades de casi todos ellos son realmente así. Cuando ven llegar a la prensa tras cada etapa se echan a un lado para dejar el protagonismo al piloto; incluso responden con timidez si se les requiere para comentar algo de la jornada.
Mecánico profesional... "por desgracia"
Sin embargo, lo sucedido en la etapa 2 del Dakar demuestra lo valioso que puede ser un buen copiloto que, además de navegar, tenga buenas nociones de mecánica. Es el caso de Pablo Moreno Huete, compañero de carreras de Cristina Gutiérrez pero, más importante aún, mecánico profesional. “Desafortunadamente, ese es mi trabajo”, bromea con MARCA.
Este conocimiento adicional -aunque él diga que le hace ser el más "pringado" de los copilotos del equipo- le dio una vida extra en el Dakar a Sebastien Loeb. Así de claro. Tanto que el mismísimo multicampeón francés lo reconoció a este periódico: “Tuvimos suerte de que Pablo estaba con nosotros. Era un problema que no entendíamos y que nos hizo perder los ventiladores (con la merma de rendimiento que eso supone para el motor) Tenía un conector que nos permitió disponer de un ventilador hasta el refuelling, en el que volvió a intervenir para darnos electricidad y el coche volvió a funcionar. Después pudimos ir al máximo el resto de la etapa”. Tan es así que el galo, durante la parte final del primero y todo el segundo día de la etapa de 48 horas fue el piloto más rápido.
Desde el lado del MacGyver de Dacia (como le ha bautizado Cristina Gutiérrez), la película se vio parecida… pero con más tranquilidad: la que te da el saber lo que haces. “Primero le reparamos un problema eléctrico en el ventilador delantero. Esa fue sencilla, apenas cambiar un relé. Luego le vinos parado en las dunas con un fallo electrónico en los ventiladores traseros, reparamos y después tuvo otra vez problemas en los delanteros. Estas dos últimas las salvamos puenteando y haciendo pruebas que, por suerte, funcionaron”. Sí, suena a MacGyver.
Al final Loeb cayó, pero esa ayuda le dio un día más de vida, aunque como dice el guion del buen copiloto, él no lo vea así: “Yo no diría eso, simplemente hemos hecho nuestro trabajo lo mejor que hemos podido y ya está”. Modestia que no es falsa en Pablo, pero que no refleja la realidad.
El 'Manual Disaster'
Porque, aunque los copilotos tienen nociones mecánicas y están especialmente formados para conocer en profundidad el coche, la avería que sufrió el Dacia Sandrider no estaba al alcance de cualquiera.
“La mayoría de copilotos habrían tenido dificultades para solucionarlo”, reconoce ya sin remedio Moreno cuando le preguntamos por ello. “Un copi que no fuese mecánico tendría un grave problema Podrían haberlo intentado, pero guiados por el equipo a través del teléfono y aún así, les habría llevado varias horas (en su caso fueron intervenciones de entre tres y siete minutos, respectivamente) o incluso esperar al camión de asistencia (donde suele viajar también un mecánico con más material de recambio)”. Exactamente lo que Loeb se temía y expresó a MARCA.
En esos casos, los copilotos tienen una guía que llevan en el vehículo, denominada ‘Manual Disaster’, que les ayuda a diagnosticar la avería. “Sí, sí, se llama así. Es un libro guía para que el copiloto pueda detectar e interpretar el problema y te dice qué tocar y dónde tocar. Viene el coche en fotos, con coordenadas para cada zona. Tú le dices al ingeniero ‘tira líquido por el A7’, como en los barquitos, y el ingeniero te dice el lugar de la avería para poder intervenir. Es super necesario, pero alarga mucho el proceso de reparación”.
Ahora, con Al-Attiyah
Quizá todo esto explique por qué Al-Attiyah lo tuvo a su lado hace poco en la Baja Dubái… y por qué es el primero al que acude cada vez que ambos se juntan en el parque de asistencia tras una etapa (como pudo comprobar MARCA ayer, sin ir más lejos).
Con la salida ayer de Loeb, ahora a Gutiérrez y Moreno les toca ponerse al servicio de Nasser Al-Attiyah. De hecho, hoy mismo en la etapa 4 han tenido que intervenir en la primera avería seria del Sandrider #200, una rotura de un brazo de la suspensión trasera que, por suerte para Al-Attiyah, sólo le ha costado 20 minutos...
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