Hipocresía o puro teatro. Eso es lo que mejor define la reacción de Red Bull a la espectacular posición de Tsunoda en Japón. Y la historia se repite, tal y como ya había escrito con anterioridad al opinar sobre la relación entre Checo y Red Bull. Yuki finalizó en el puesto 12, cinco posiciones por delante de Lawson y once por detrás de Verstappen, el ganador de la carrera. Tsunoda no ha sumado un solo punto para Red Bull, pero aún así ha recibido los elogios tanto de Helmut Marko como de Horner.
Lo que jamás hicieron con Checo, ahora sí lo hacen con Tsunoda. Primero pasó con Lawson, al que defendieron hasta que ya no pudieron. Ahora con Tsunoda sucede algo parecido, porque nadie puede discutir con una decimosegunda posición que, otro año y con el mexicano en Red Bull, el resultado habría sido un fiasco, un fracaso. Ahora tanto Marko como Horner hablan de ese puesto como si fuera un éxito.
Es la hipocresía de Red Bull, que no sabe como justificar el despido de Checo, un piloto que, salvo la última temporada, siempre fue una garantía. Y en lo que estoy de acuerdo es que Tsunoda no tiene culpa de nada. El japonés necesitará tiempo y seguro que va mejorando. Lo inexplicable es la distinta vara de medir que tienen con los pilotos. Con Checo no hubo ni comprensión, ni cariño, sólo exigencia. Tsunoda, al menos, cuenta con el respaldo de su propio equipo, algo que no tuvo el piloto mexicano. Y el peor de todos fue Helmut Marko, que ahora muestra una cara muy diferente con Yuki. ¡Qué hipocresía o qué teatro! Lo que más les guste.