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Rakel Mateo superó una anorexia y un accidente laboral: "Perdí una pierna, pero gané mucho más"

A la triatleta vasca, que ha competido en tres Juegos, se le cayeron 100 kilos en la pierna izquierda y se la tuvieron que amputar 20 años después

Rakel Mateo, en los Juegos Paralímpicos de París 2024.
Rakel Mateo, en los Juegos Paralímpicos de París 2024.E
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Rakel Mateo lleva dos palabras tatuadas en los brazos. En el derecho se puede leer ‘Esperanza’ y en el izquierdo, ‘Sueños’. Ambas resumen muy bien su filosofía de vida. Da igual el obstáculo que se le ponga por delante o lo grande que sea, siempre acaba superándolo y, además, lo hace con una sonrisa. Ha aprendido a buscar el lado positivo a todo, a no lamentarse y centrarse en el porqué de las cosas sino en buscar soluciones. Es experta en reinventarse. Ha perdido ya la cuenta. “No quiero gastar energía en lamentarme porque no voy a conseguir nada. Me hice los dos tatuajes a la vez. Cuando te pasan tantas cosas, siempre hay una esperanza. Nadie dijo que fuera fácil el camino, pero tampoco imposible. Y todos vivimos de sueños que conseguir”, explica la triatleta vasca a MARCA.

Su camino ha estado lleno de piedras, por eso valora cada momento y cada detalle. “No cambiaría mi vida. Si he tenido que vivir todos estos infiernos o circunstancias que no quiero para nadie, pero contar mi historia sirve para ayudar a alguien, habrá merecido la pena”, reflexiona.

“No cambiaría mi vida; si he tenido que vivir todos estos infiernos para ayudar a alguien con mi historia, habrá merecido la pena

Rakel Mateo, triatleta
Rakel Mateo acaba la prueba de triatlón PTS2 en París 2024, sus terceros Juegos Paralímpicos.
Rakel Mateo acaba la prueba de triatlón PTS2 en París 2024, sus terceros Juegos Paralímpicos.David Ramírez / E

La anorexia y el accidente

El primer “infierno” fue la anorexia. Empezó con trastornos alimenticios a los 12 años y duraron una década.“Pasé una etapa de autodestrucción total con la enfermedad. Había días que lo único que tomaba era un vaso de agua. Entonces corría, pero lo hacía para adelgazar porque me veía gorda, por bajar calorías. Un día una mujer me tuvo que recoger del suelo. No comía y me desvanecí. Fue un infierno porque pensaba que no iba a vivir cuatro días. Pero esa enfermedad, esa pelea entre comer y no hacerlo, entre el angelito y el demonio, me enseñó a ganar a ese demonio y a los que vinieron luego”, explica.

Pasé una etapa de autodestrucción total con la enfermedad, había días que lo único que tomaba era un vaso de agua

Rakel Mateo, triatleta

Cuatro años después de superar la anorexia, con 26, se le cayeron 100 kilos en la pierna izquierda, la carga que estaba manejando en el supermercado donde trabajaba. Al principio le pusieron una escayola por esguince de rodilla y tobillo. Pasaron varios años hasta que la operaron. No podía andar bien y se caía por las lesiones neuropáticas que le impedían doblar la pierna y levantar los dedos del pie.

Rakel Mateo, en el segmento de bici en los Juegos Paralímpicos de París 2024.
Rakel Mateo, en el segmento de bici en los Juegos Paralímpicos de París 2024.David Ramírez / E

“Nunca pensé que mi pierna acabaría así. Al principio el diagnóstico era otro. Pensaba que tras la rehabilitación volvería a estar bien. El darme cuenta de que no me iba a recuperar al cien por cien fue de forma progresiva”, reconoce. “No quise meterme en un pozo como en el de la anorexia porque ya había conseguido salir”, añade.

El deporte, la mejor terapia

De nuevo, Mateo supo ver el vaso medio lleno. “En lo que no puedo hacer nada no voy a gastar energía”, insiste. “Es verdad que con el accidente lo pasé mal durante años, pero me dio una vida que no hubiera conocido si no me hubiera pasado”, dice convencida. Porque gracias al triatlón se le abrió un mundo de posibilidades. Viajes por todo el mundo compitiendo, la posibilidad de ir a unos Juegos Paralímpicos... Lleva tres (Río 2016, Tokio 2020 y París 2024).

El accidente me dio una vida que no hubiera conocido si no me hubiera pasado

Rakel Mateo, triatleta

Rakel siempre había sido una persona inquieta. De pequeña hacía ballet, danzas vascas y le gustaba nadar porque su madre la llevaba a la piscina “desde pequeñita”. Pero tras el accidente, el deporte se convirtió en su mejor terapia en una época en la que sus días transcurrían entre médicos, abogados, la mutua…

Un día, al ver una antigua bici de su hermano, pensó en intentar montar de nuevo. “Pasé un montón de penurias”, rememora riendo. “Tenía una pierna casi inservible, el pedal me daba golpes en la pierna mala... Así que enganché el cordón de mi zapatilla al pedal. Cuando conseguí poder montar en bici y salir del pueblo (Munguía), sentí la calma, el silencio... Era una vía de escape de esa vorágine”, reconoce.

Rakel Mateo en el Pont Alexandre III en los Juegos Paralímpicos de París 2024.
Rakel Mateo en el Pont Alexandre III en los Juegos Paralímpicos de París 2024.E

Entonces no sabía ni lo que era el deporte paralímpico. La vieron “andar raro en bici” por la carretera y le informaron al respecto. Ahí descubrió que existía el ciclismo adaptado y conoció a la Federación Vasca. Querían que fuese al campeonato de España.

Flechazo con el triatlón

Le propusieron practicar ciclismo en pista, además de carretera. Tres años después de subirse por primera vez a la bici de su hermano, se planteó como reto hacer un triatlón. No había vuelto a nadar ni a correr tras el accidente, pero se lo puso como meta. Cogió las muletas y se fue a un camino de su pueblo y empezó a intentar trotar. “Iba como a saltitos”, rememora.

En septiembre de 2013 participó en el triatlón de Zumaia. Ella pensaba que se había quedado la última porque iba sola, pero cuando llegó a la meta la habían pasado ya 16 mujeres pero detrás de ella llegaron otras 16. “Descubrí que tenía capacidad de hacer más cosas que no sólo bici”, dice.

Debutó con la selección nacional de triatlón en una Copa del Mundo celebrada en Madrid en 2014 y un año después se colgó el bronce europeo en Ginebra. En 2016 participó en sus primeros Juegos, los de Río, en los que se estrenaba el triatlón en le programa paralímpico. Acabó octava y volvió con diploma.

Rakel Mateo, en la transición entre la natación y la bicicleta.
Rakel Mateo, en la transición entre la natación y la bicicleta.David Ramírez / E

Desde que empezó a competir ha logrado casi una veintena de medallas internacionales y ha sido subcampeona de Europa en varias ocasiones en categoría PTS2.

La amputación, única solución para acabar con el dolor

Veinte años después del accidente laboral le volvió a tocar reinventarse. A seis meses de los Juegos de Tokio, le amputaron la pierna. Llevaba dos décadas conviviendo con el dolor. “Tomaba más pastillas que comida, casi 20 al día”, desvela. “Tenía dolor 24 horas al día los siete de la semana”, añade. Cada vez la pierna le fallaba más y se caía de repente sin poder controlarla.

Tomaba más pastillas que comida, casi 20 al día porque tenía dolor 24 horas al día los siete de la semana

Rakel Mateo, triatleta

“Con la amputación perdí una pierna pero gané mucho más. Ahora paso por la Farmacia sólo para saludar. Mi calidad de vida es mejor”, cuenta. Y se emociona al hablar del día que, por primera vez, pudo ir de la mano con su sobrina. La pequeña tenía 8 años y hasta entonces su tía tenía que caminar siempre con muletas.

Rakel Mateo cerca de la línea de meta en Paris.
Rakel Mateo cerca de la línea de meta en Paris.David Ramírez / E

Deportivamente tuvo que empezar de cero una vez más. Aprendió de nuevo a nadar, ahora sin una pierna, y a montar en bici y a correr. En los Juegos de Tokio acabó séptima. Otro diploma que supo a medalla por todo el esfuerzo que había detrás.

“En los Juegos de Río 2016 corrí con muletas y mi pierna izquierda. En Tokio 2020 lo hice con muletas y prótesis, y en los de París 2024 –fue décima– sin muletas y con prótesis. Me he tenido que adaptar continuamente y reinventarme. Nada me ha llevado por delante. Soy muy realista, sé que no voy a ganar medalla pero lo doy todo. No soy peor deportista por no ganarlas", reflexiona.

Compitió lesionada en París

“Necesito mil vidas para agradecer a la gente que ha estado junto a mí estos años. Soy quien soy gracias a todos los que me ha apoyado. Sin ellos hubiese sido imposible. Es fácil ayudar cuando alguien consigue medallas, pero que te quieran seguir ayudando sin ellas... Por eso siempre doy el doscientos mil por ciento en cada competición, porque estoy muy agradecida”, dice emocionada. Mateo, que no tiene beca deportiva por resultados, compagina el triatlón con su trabajo en Lantegi Batuak, una empresa que fabrica y repara tarjetas electrónicas. Ella es técnico y le dan muchas facilidades para poder entrenar y competir. También en la piscina de Munguía le dejan una calle para entrenar sola. “Para mí es un privilegio”, dice.

Los doctores no sabían si iba a poder aguantar el dolor pero por mucho que me pusiese triste la fractura no se iba a curar, por eso lamentarme no era una opción

Rakel Mateo, triatleta
Rakel Mateo, feliz tras acabar el triatlón de París 2024 pese a estar lesionada.
Rakel Mateo, feliz tras acabar el triatlón de París 2024 pese a estar lesionada.David Ramírez / E

Ha vuelto a entrenar con normalidad tras recuperarse de la fractura en el cóndilo interno del muñón. Se rompió el 1 de junio del año pasado a 400 metros para la meta compitiendo en la Copa del Mundo de Vigo. Se le salió la prótesis, arrancó la silicona y el muñón dio contra el suelo. “En junio, julio y agosto hice lo que pude para llegar a París. Los doctores no sabían si iba a poder aguantar el dolor. Lamentarme y quedarme encerrada en el ‘No puedo’ no era una opción. Quise seguir luchando por estar en los Juegos. Por mucho que me pusiese triste la fractura no se iba a curar. Pasó y ya está. No quise gastar energía en lamentarme porque no iba a conseguir nada, hice lo que pude para llegar en las mejores condiciones”, explica. Y, lesionada, logró cruzar la meta de París, sus terceros Juegos.

Volvió con una gran inflamación y no le entraba ni la prótesis de andar. Tardó cinco meses en poder correr. Ya está recuperada. “Ahora no me duele nada, no me lo creo”, dice. Su intención es volver a competir en las Series Mundiales de Yokohama (17 de mayo). No descarta Los Ángeles 2028, pero prefiere ir día a día. 

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