"Llevo toda la vida nadando”, reconoce con una sonrisa Miguel Ángel Navarro junto a la piscina del Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Allí se entrena desde después de la pandemia, en el mismo grupo que Teresa Perales. En realidad, el agua ha formado parte de su vida desde que nació hace 20 años. Primero como rehabilitación y hoy en la vertiente de élite de la natación.
Su discapacidad es congénita y afecta a la musculatura. Durante el embarazo, los médicos les dijeron a sus padres que era una niña y que todo iba bien, pero en el momento del parto, la realidad fue otra. “Nos dijeron que era niño y venía con problemas. Le metieron en la UCI y no sabían si iba a salir. No tenía fuerzas ni para respirar. La enfermedad era desconocida, del cuello para abajo no se movía nada. No daban ni un duro por él”, recuerda Miguel Ángel, su padre, del que ha heredado el nombre.
Le trasladaron al Hospital Niño Jesús, donde permaneció seis meses. Dormía en un colchón que pitaba si dejaba de respirar. Cuando le dieron el alta, los médicos les recomendaron que el pequeño practicase deporte, en especial natación, para mejorar físicamente. No había cumplido ni un año cuando su madre le llevó por primera vez a la piscina de San Sebastián de los Reyes para comenzar la rehabilitación. Poco a poco se mantenía a flote, era lo único que hacía. Pero el empeño de sus padres y el tesón del propio Miguel Ángel, al que sus compañeros de entrenamiento en el CAR llaman cariñosamente Miguelón, dio sus frutos con el tiempo. Durante años, pasó horas y horas en el agua para mejorar su capacidad física y su calidad de vida.
“Al principio hacía rehabilitación en la piscina con monitores, sobre todo, ejercicios de piernas y de brazos. Y por nuestra cuenta también hacía en la playa durante los veranos. Íbamos a Tavernes de la Valldigna (Valencia). Estaba dentro del mar desde las 11:30 hasta las 14:30 ininterrumpidamente. A no ser que hubiese bandera roja o lloviese, no salía del agua”, recuerda Miguelón con una sonrisa.
Toda la capacidad física que tengo hoy en día es gracias al deporte
“Todas esas horas, tanto en la piscina como en el mar, me ha beneficiado físicamente. Cuando nací mi musculatura se limitaba a poder mover los ojos. Toda la capacidad física que tengo hoy en día es gracias al deporte”, reconoce.
Libertad en el agua
La natación no fue el único deporte que practicó durante su infancia. Compitió en boccia a nivel junior, tanto en competiciones autonómicas como nacionales, jugó al baloncesto en silla de ruedas con el Club Alcobendas y también en la Escuela sociodeportiva de la Fundación Real Madrid. Practicó hockey, ciclismo adaptado y esquí. Pero la natación tenía algo que no tenían el resto de deportes.
En el agua siento libertad, hay cosas que puedo hacer dentro y no fuera
“Dentro del agua peso menos y tengo mayor facilidad de movimiento. Hay cosas que no puedo hacer fuera y dentro sí. Lo que diferencia a la natación es la sensación de libertad que siento”, explica. “Tengo un 93% de discapacidad reconocida, pero el agua no me limita, me permite expresarme con fluidez”, añade.
José Manuel Gómez, el monitor de natación de Miguel Ángel, le habló de él a Darío Carreras, técnico de natación de la Federación Española de Deportes para personas con Discapacidad Física. “Me comentó que había en su piscina un chaval excepcional que nadaba increíblemente bien”, rememora Carreras. Y le instó a que participase en un evento que organizaba el Club Natación Pozuelo para recaudar fondos para Oncología del Hospital Niño Jesús (Madrid). El evento consistía en que durante 24 horas hubiese siempre alguien nadando en la piscina. Pasaron casi 800 personas, entre ellas Miguel Ángel.
La idea era verle nadar durante 15-20 minutos. Una vez transcurridos, le preguntaron cómo estaba y él quiso seguir. Veinte minutos después, lo mismo. Estuvo tres horas en el agua sin parar de nadar.
“Pasaron unas 30 personas nadando por su calle y él estaba encantado, siempre con una sonrisa. Durante las tres horas probablemente hubo miles de choques y golpes, pero él como si nada. Cada cinco minutos alguien le preguntaba si necesitaba algo y él siempre respondía lo mismo: ‘Estoy genial, muchas gracias!”, rememora Carreras.
“Se quedaron un poco ‘tocados’ con mi capacidad de resistencia para estar tanto tiempo en el agua nadando, aunque no fuera de manera abismalmente rápida. Para mí fue como cerrar el círculo porque el evento era para el Hospital Niño Jesús, que fue en el que estuve cuando era pequeño”, añade Miguelón.
De la rehabilitación a la competición
A raíz de aquel evento, la natación dejó de ser sólo una forma de rehabilitación y pasó a adquirir un cariz competitivo. Poco a poco, el madrileño fue escalando. Primero compitiendo en campeonatos regionales, luego nacionales y cuando ya tenía cierto nivel competitivo, surgió la oportunidad de entrenar en el CAR de Madrid.
“Miguelón destaca, sobre todo, por sus ganas de superarse. Cualquier cosa que le dices o reto, lo intenta siempre con todas las ganas”, añade Mario Blázquez, su entrenador y parte del cuerpo técnico de Carreras.
Miguelón destaca, sobre todo, por sus ganas de superarse
En 2023 debutó a nivel internacional en las Series Mundiales en Limoges (Francia). Aunque los resultados no fueron como él esperaba, disfrutó mucho de la experiencia. Reconoce que los nervios le pudieron, pero le sirvió para mejorar de cara a los siguientes.
Aún recuerda entre risas que su madre le depiló las piernas antes pero no surtió el efecto deseado. “Ella había visto que beneficiaba a todos los nadadores porque, debido al rozamiento con el agua, les restaba segundos. Pensó que a mí me pasaría como al resto, pero yo sentía que en vez de coger el agua, mi patada la deslizaba. Me costaba mucho más hacer la patada y tenía que hacer muchas más para lograr el mismo resultado”, explica.
Participación histórica en París
Prácticamente un año después estaba participando en los Juegos Paralímpicos de París gracias a una wild card (invitación). Cuando empezó a entrenar en el CAR, en la prueba de 50 metros espalda paraba el crono en 3:30 y ahora lo hace en 1:50.
En la ciudad de la luz se convirtió en el primer nadador español de la clase S1 (discapacidad severa) en participar en unos Juegos. Todo fue especial, desde el momento en el que se subió al avión de Iberia que llevó a la expedición española a la capital sa. La sobrecargo de aquel vuelo era su madre. Fue una sorpresa.
“Me hizo una ilusión inmensa porque soy autónomo dentro del agua, pero siempre tiene que haber alguien pendiente. Mi madre lo ha estado durante años en la piscina o en el mar, por si una ola me arrastraba o había medusas y me tenía que sacar. Ha estado muchas horas conmigo dentro y fuera del agua y me hizo mucha ilusión que me acompañase en la aventura paralímpica”, confiesa.
En la piscina de la Défense Arena, ante 40.000 personas, Miguel Ángel nadó los 100 y 50 metros espalda S1 en los que acabó sexto y séptimo, respectivamente. En ese momento, su familia estaba en las gradas.
Hasta los dos años le alimentábamos con una sonda por la nariz, el pronóstico era desolador; por eso ver a mi hijo representando a España en París ante 40.000 personas aplaudiéndole fue un orgullo
“Cuando nació nos dijeron que no podía comer. De hecho, hasta los dos años le alimentábamos con una sonda por la nariz. Lo devolvía todo. Fueron un cúmulo de situaciones que hicieron que el pronóstico fuera desolador. Y encontrarme allí, en París, viendo a mi hijo representando a España... Se acumuló todo. Estoy súper orgulloso. No hay palabras para reflejarlo. Había 40.000 personas aplaudiéndole”, recuerda con emoción su padre.
Ser un referente para otros
Miguelón se llevó una de las mayores ovaciones que se escucharon en aquella piscina por su tesón. Se registraron los mismos decibelios que cuando competía algún nadador o nadadora del equipo francés.
Espero ser un ejemplo y motivación para personas con grandes discapacidades
“Todavía recuerdo la ovación clamorosa. Ha sido un honor ser la primera persona española en S1, la categoría con mayor dificultad física, que compite en natación en unos Juegos Paralímpicos. Marca precedente para las futuras generaciones. Cuando yo era pequeño no tenía un referente español en mi clase y hubiera sido un plus. Tener referentes ayuda y motiva en el día a día. Espero poder ser ese ejemplo o motivación para personas con grandes discapacidades, que vean que se puede. Visibilizar las grandes discapacidades es la lección más importante que puedo transmitir. Cuando nado no sólo represento a mi país y a mi persona sino a todos ellos”, dice.
Entrena cinco días a la semana con sesiones de en torno a tres horas en el agua y por la tarde hace en casa los ejercicios en seco para fortalecer las piernas. Y todo ello, compaginándolo a diario con el doble grado en Derecho y Periodismo en la Universidad CEU San Pablo y participando en concursos de debates universitarios.
Su próxima competición es, a partir de mañana, las Series Mundiales de Barcelona. Por primera vez, España acoge una prueba de este tipo y en ella, el madrileño buscará, por primera vez este año, la mínima para el Mundial de Singapur en octubre. La prueba internacional que se celebrará en la ciudad condal congregará a las principales estrellas del panorama mundial, incluyendo a la mayoría de los medallistas españoles en los Juegos de París 2024. En total, 52 españoles competirán en la piscina del Club Natación Barcelona, liderados por medallistas en los Juegos.
En total, participarán 220 nadadores de 38 países y la competición se disputará bajo el sistema ‘multidiscapacidad’, en el que todos los nadadores compiten juntos sin importar su grado de afectación y vence quien más se acerque al récord del mundo de su clase.
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