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La última oportunidad de Neymar: "Habría sido el mejor... si hubiera querido"

Jorge Jesús, que lo entrenó en Arabia, resume la carrera del brasileño - El seleccionador que lo iba a recuperar ahora, Dorival, fue despedido en 2010 tras una enganchada entre ambos

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.ÁNGEL RIVERO
Actualizado

En una sala del hotel Hilton de Río de Janeiro, chaqueta combinada con camiseta blanca, pin de la Confederación Brasileña de Fútbol en la solapa, gafas para leer, un tipo daba a conocer una lista de 23 nombres entre los que destacó inmediatamente el de Neymar. Más que nada, porque llevaba un año y cinco meses sin aparecer en una relación similar. “Nadie necesita hablar de lo que significa [...] Es un jugador cuyos propios compañeros ya han expresado públicamente lo que representa dentro del grupo. Naturalmente, estábamos esperando la primera oportunidad para tenerlo a disposición”, explicaba en su comparecencia Dorival Junior, que de él se trataba.

Y resulta curioso que, en su condición actual de seleccionador, se hubiera encargado de abrir las puertas a Ney la misma persona que, entonces entrenador del Santos, se las cerró siquiera fuera momentáneamente hace 15 años. “No castigo a Neymar por placer, sino porque es necesario. Tengo la conciencia muy tranquila”, afirmaba entonces.

Rey sólo hay uno y es Pelé; no tengo ningún motivo para estar triste

Neymar (jugador de Santos y de la selección brasileña)

Así que conviene retroceder en el tiempo a septiembre de 2010, cuando, durante un partido contra el Atlético Goianense, el míster decidió que el futbolista no tirara un penalti -había fallado varios- y la peculiar respuesta de la emergente estrella, 18 años entonces, pasó por gestos hostiles e insultos, primero, y por juegos sin sentido con la pelota desentendiéndose del partido, después. Como sería la cosa que el propio entrenador del rival, René Simoes, se posicionó al respecto: “Estamos criando un monstruo”. Santos quiso navegar entre dos aguas: primero sancionó a Neymar, económicamente con el 30% de su salario mensual, deportivamente apartándolo de la plantilla, pero después apretó a Dorival, ante los malos resultados, para que lo recuperara cuanto antes. Como éste se negó, acabó en la calle. Hablando de puertas, le dieron con una en las narices.

Curiosamente, la relación entre ambos ha sido buena desde entonces.

Curiosamente, Dorival quiere conceder a Ney la opción postrera de ser lo que pudo y no quiso o no supo ser: el Rey.

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“No se trata de eso. Rey sólo hay uno y es Pelé”, matizaba el punta (en la lista de marras aparece como centrocampista) recientemente. “Pasaron muchas cosas, tuve lesiones que me costaron mucho en mi carrera y, bueno, Dios lo quiso así. No tengo motivo para estar triste, al contrario”, añadía.

Ya mostraba su desacuerdo al respecto Jorge Jesús, otro con pasado y presente. Hace años, como entrenador del Flamengo: “Neymar es un jugador excepcional, pero no le alcanzó para igualar a Cristiano y Messi. Estos dos jugadores ven su carrera de una manera completamente diferente y progresaron en el fútbol porque ésa es su pasión. Ney no, Ney tiene otros placeres además del fútbol. Pudo ser el mejor jugador del mundo... si hubiera querido”. Recientemente, como entrenador de Al-Hilal aún con el jugador a sus órdenes: “Ni está ni estará en el equipo. No fue inscrito porque ya no puede rendir al nivel al que estamos acostumbrados. Las cosas se han vuelto difíciles para él”.

Esperábamos la primera oportunidad para tenerlo a disposición

Dorival Junior (seleccionador de Brasil y exentrenador de Santos)

El terreno de juego es el que habla. Es el único lugar donde puedo defenderme de las críticas y de lo que la gente piensa de mí”, apuntó el de Mogi das Cruzes a modo de respuesta.

Después de cuatro temporadas en el Barcelona, seis en el PSG y una y media en el equipo árabe, Neymar ha vuelto a Santos para hablar en el terreno de juego. Y parecía que a la selección en cuanto existió la posibilidad para ello. Para dos compromisos que tienen miga, quinta clasificada como está la ‘canarinha’ en la fase de clasificación para el próximo Mundial: primero la visita de Colombia, después el desplazamiento para medirse ante Argentina. O sea, ante Messi. Al que pretendió superar sin conseguirlo, el que en todo caso sigue siendo su gran amigo. “Aparte de ser crack sos una hermosa persona”, espetó Leo cuando Ney se marchó de París.

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Neymar se lesionó por última vez vistiendo precisamente la camiseta amarilla. Enfrentándose a Uruguay en Montevideo, allá por octubre de 2023, se rompió el ligamento cruzado anterior y el menisco de la rodilla izquierda. ‘Annus horribilis’ en clave brasileña, porque los malos resultados y los seleccionadores se sucedían: después del Mundial de Qatar había salido Tite y habían pasado dos interinos, Ramón Menezes y Fernando Diniz, en lo que se aguardaba el advenimiento de Carlo Ancelotti. Como quiera que el italiano terminó renovando con el Real Madrid, la espera desesperó. Poco después de que cayera Ney se presentaba a Dorival, que en la Copa América posterior apenas pudo llegar a cuartos (eliminado en la tanda de penaltis por el combinado charrúa), que ahora trata de configurar definitivamente el equipo que represente al país en la cita global de 2026. Con la FIFA aumentando la cifra de participantes el cupo sudamericano se ha elevado a seis clasificaciones directas y un séptimo a la repesca, de modo que la mala racha, 18 puntos sobre 36 posibles, aprieta pero no ahoga. Todo apunta a que Brasil estará en el campeonato que tendrá a Estados Unidos, México y Canadá como sedes. Todo apunta también, al menos ahora, a que Neymar formará parte de esa escuadra.

La última oportunidad.

Porque una de las cuentas pendientes con el fútbol que mantiene el ‘10’ sigue siendo la del Mundial, inolvidable aquella otra lesión en 2014 que le impidió participar en el ‘Mineirazo’, histórica semifinal en la que Alemania hizo un ‘siete’ a un Brasil deprimido sin su figura. A pesar de ello el palmarés resulta asombroso, Libertadores con Santos, Champions con el Barça, oro olímpico precisamente en Río (marcando el penalti decisivo de la tanda) y numerosos títulos domésticos, aunque siempre haya dejado un aroma a oportunidades perdidas. Por lo individual y por lo colectivo.

“Es un ídolo, una referencia; estar a su lado es motivo de alegría

Estevao (jugador de Palmeiras y de la selección brasileña)

Su recorrido futbolístico, por lo demás, sonó habitualmente exagerado:

Primero la irrupción en Santos siendo aún menor de edad, las competiciones de cantera en las que (aunque suene duro) sólo podían frenarlo a golpes, la final continental ante Peñarol con diana para abrir el marcador en el decisivo partido de vuelta.

Después la llegada al Barcelona, anunciada por él mismo cuando los pretendientes eran numerosos, elevada a la máxima potencia cuando configuró con el ya citado Messi y con Luis Suárez una delantera memorable y rubricada con un triplete a las órdenes de Luis Enrique.

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A continuación los 222 millones correspondientes a la cláusula de rescisión unilateral que abonó el París Saint-Germain para hacerse con sus servicios, obsesionado como estaba desde hacía tiempo Nasser Al-Khelaifi (pueden dar fe los numerosos cuerpos técnicos que iban pasando por un equipo volcánico), y los numerosos intentos por ganar una Liga de Campeones que hubiera sido la primera para la entidad y la segunda para el futbolista, pero que siempre se mostró esquiva y a la que ni siquiera se pudo acceder uniendo otra vez a Messi y Ney, esta vez con Mbappé como tercero en discordia. Y nunca mejor utilizada la última palabra, porque aquello acabó como el rosario de la aurora. “Nunca olvidaré el día que llegó ni todo lo que aportó a nuestro club”, defiende en todo caso el dirigente y empresario qatarí.

Manteniendo el orden cronológico el impresionante contrato que firmó con Al-Hilal, cuando el fútbol árabe parecía empeñado en que recalara allí todo aquél que tuviera cierto estatus en el mundo del fútbol: dos temporadas firmadas para acercarse a los 200 millones en conceptos deportivos y elevar esa cifra hasta los 350 añadiendo imagen y publicidad.

Aparte de crack es una hermosa persona... y eso al final es lo que vale

Leo Messi (excompañero de Neymar en Barcelona y PSG)

Por fin, el regreso a Santos en el último mercado invernal. Los minutos acumulados, la mejoría evidente, el campeonato paulista... y el delicioso toque que significó cinco goles consecutivos en acciones a balón parado: saques de esquina (uno de ellos olímpico) y faltas con su ejecución.

Y las lesiones, siempre las lesiones. Si en España ya las padeció y en Francia se perdió más de 100 partidos del torneo doméstico por causa médica, en Arabia apenas llegó a vestirse de corto en siete ocasiones. Días después de que Dorival ofreciera su convocatoria, Neymar no jugaba un solo minuto, se supone que con molestias musculares, y su equipo perdía frente a Corinthians en las semifinales del torneo estadual. Más días después, la noticia en cierto modo esperada: se caía de la lista brasileña.

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Aunque por supuesto también hubo quien pensó que había mucho más ruido que nueces. Un año más, los problemas físicos del jugador habían coincidido con el Carnaval de Río y con el cumpleaños de su hermana. Un año más, se dejaba ver lejos de las canchas. Porque el ‘Ney’ del césped es apenas uno de los posibles: alejado del mismo todo en su vida resulta volcánico. Y hasta cierto punto peligroso. De carácter histriónico sin necesidad de terceros, el entorno tampoco ha parecido acompañarlo: desde su padre negociando compromisos hasta los famosos ‘toiss’, sospechosos amigos cuyo patrimonio aumentaba en proporción directa a la cercanía, pasando por supuesto por las fiestas propias y ajenas. Tan cierto es que el cuerpo apenas lo ha respetado, seguramente lo hubiera hecho atendiendo a factores como el entrenamiento, el descanso o la nutrición, como que algunas de las molestias que le impedían y le impiden jugar pero no desplazarse a la celebración carioca resultaban y resultan harto sospechosas. Por ese carácter anual que se traen, más que nada.

Neymar también tiene una variable reivindicativa hasta cierto punto contradictoria: porque tan pronto se alineaba contra el racismo como jaleaba comportamientos racistas. Para lo primero, Vinicius. Con el que siempre se mostró cariñoso (“ha sufrido mucho a lo largo de su vida, pero ha superado todas las expectativas y las críticas”) y para el que llegó a pedir el Balón de oro. Para lo segundo, Jair Bolsonaro. “El presidente reelegido, Brasil campeón y todos felices”, soltó en una charla directa que mantuvo poco antes del Mundial con el ultraderechista al que siempre apoyó. Pero ni lo uno, ni lo otro...

Nunca olvidaré el día que llegó ni todo lo que aportó a nuestro club

Nasser Al-Khelaifi (presidente del París Saint-Germain)

Esta convocatoria se siente especialmente significativa, porque Neymar es un ídolo, una referencia para mí desde que era niño. Estar a su lado y al de otros grandes del fútbol mundial es motivo de inmensa alegría y trataré de aprender todo lo que pueda”. La reacción inmediata de Estevao, único futbolista del Palmeiras en la relación, parecía marcar efectivamente la actitud imperante en una selección que además de resultados necesita alegrías. Dorival, por si acaso, prefería marcar los tiempos sin urgencia alguna: “El momento que vive es un proceso de recuperación. Espero que sea feliz con su regreso y que podamos brindarle seguridad para que pueda desarrollar lo mejor de sí mismo, pero no creamos expectativas muy altas poniendo toda la responsabilidad en este retorno”. El tiempo terminaba dándole la razón.

La de Neymar, al fin y al cabo, siempre ha sido una cuestión de expectativas. De las que se cumplieron, de las que no...

Demasiado talento desperdiciado.

Y un último baile pendiente. Concretamente, una última samba

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