El hombre que reinvent el baloncesto sacndolo a la calle 1u1850
martes, 3 noviembre 2015, 12:40
En una de esas tareas que todos detestamos, pero que a la que alguna vez nos tenemos que enfrentar, hace poco decid que haba llegado el momento de abrir viejas cajas de recuerdos fotogrficos. Memoria de una poca grabada en carretes en lugar de en megas y cuyas instantneas quedaban inmortalizadas en un papel fotogrfico hoy devaluado por los pxeles y la magia de un Photoshop que resta cierto componente artstico a las fotografas.En fin, que me enrollo. Entre esas cajas rescat mi primer encuentro con Nueva York, all por el ao 1995.
Un adolescente imberbe se enfrentaba a la ciudad de los rascacielos con las pocas referencias que el cine o algn artculo aislado le haban dejado en su retina --s queridos jvenes, de aquella no tenamos internet ni nada que se le pareciera y an as sobrevivimos-- y entre esos recuerdos, el de una de las mecas del baloncesto.
No me refiero al lustroso e hipntico Madison Square Garden, por cuya alfombra roja desfilan, noche tras noche, las mayores estrellas del firmamento balonceststico. Hablo de una meca de asfalto, de perfume callejero y ecos de red metlica que convertan cada 'chof' en un sonido celestial. Una referencia mundial sin cmaras ni videomarcador, sin banderines colgado de un techo que no es otro que el cielo y sin miles de asientos que permitan disfrutar a los asistentes del mejor espectculo del mundo. A cambio, el juego ms puro con el que uno se pueda deleitar. Es, evidentemente, Rucker Park, la cuna del otro baloncesto.
Sita en el corazn de Harlem, entre la octava avenida y la 155 donde se localiza actualmente la cancha, pude fotografiarme en ella hace 20 aos por obra y gracia de un intrpido txista que os aventurarse en una zona 'vetada' para turistas por aquel entonces. Dos minutos, una foto y vuelta al interior del vehculo para salir lo ms rpido posible de un barrio tildado de 'extremadamente peligroso'. Todo era poco para conseguir el preciado tesoro.
Un imagen de asfalto quebrado y lineas ajadas por el tiempo y las pisadas de grandes leyendas que todava hoy siguen homenajeando con su presencia al otro Naismith del baloncesto estadounidense: Holcombe Rucker. El hombre que aglutin en un mismo espacio sus dos pasiones: el baloncesto y la ayuda a los dems.
Holcombe Rucker naci en 1926 en pleno corazn de Harlem. Su historia bien podra ser la de cualquier otro joven de raza negra en la dcada de los 30 en lo ms profundo de Nueva York. Una vida de desgracias que comenz sin figura paterna.
Fueron su madre, su abuela y su estricta educacin la que ataron en corto a un joven que, como otros miles, pasaban el da en las calles de Harlem sin ms entretenimiento que un baln gastado y una canasta improvisada en cualquier esquina. Las mismas calles en las que el baloncesto conviva con la delincuencia y la violencia por la supervivencia.
Entre aquellos bloques de hormigon y ladrillo el baloncesto era el nico vehculo con el que huir de la pobreza y de las bandas que intentaban captar a los ms jvenes. Holcombe lo tuvo claro desde el principio. El baln era su va de escape. Cuando tena ganas de pelear, jugaba al baloncesto. Cuando la rabia o la tristeza le invadan, jugaba al baloncesto. Cuando la otra vida le tentaba, jugaba al baloncesto.
Rucker pronto se destap como un joven talento en el mundo de la canasta. Alero de 1,90, el joven Holcombe daba muestras de su clase en las filas del Benjamin Franklin High School...hasta que estall la Segunda Guerra Mundial. En ese momento Rucker, que apenas haba cumplido los 16 aos, decidi abandonar los estudios para enrolarse en el ejercito y proteger a su pas.
Su experiencia en el frente no slo le vali para ser condecorado por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, tambin le sirvi para madurar a marchas forzadas y para darse cuenta de las necesidades que tenan otros jvenes afroamericanos en una poca en la que las oportunidades no abundaban para ellos. Fue entonces cuando se decidi a aunar los tres pilares de su vida: la educacin, la ayuda a los dems y, por encima de todo, el baloncesto.
Tras ser recibido con honores, Rucker regres a su Harlem natal decidido a terminar sus estudios y utilizar su formacin y su pasin por el deporte para ayudar a todos sus vecinos. Licenciado en Arte, comenz su aventura profesional como profesor de ingls en un instituto en un instituto de su barrio natal, a la vez que desempeaba el cargo de director de actividades de recreativas en el departamento de parques municipales y encargado del centro comunitario de la iglesia de Saint Phillip.
Tres ejes que en 1946, apenas unos meses despus de terminar la guerra y poco antes de que comenzara la primera temporada de la NBA, confluyeron en una misma va. Holcombe Rucker aprovech el verano para crear el primer torneo veraniego entre los ms jvenes y desfavorecidos de la comunidad. En una pequea cancha callejera, en la calle 138 entre Lennox y la quinta avenida, naca el primer Rucker Park. El 'playground' en el que un hombre dio forma a un sueo y a un salvavidas para miles de nios de la comunidad.
Rucker escogi a los peores para aquel primer evento. Aquellos a los que todos los dems haban desahuciado fueron los primeros talentos salidos de aquella primitiva meca del baloncesto callejero. Los McCullough, Crawford o Connie Hawkins fueron los pioneros en un sistema que no slo se basaba en el baloncesto.
El 'Naismith de Harlem' era entrenador, tutor y maestro de todos aquellos jvenes y obligaba a todos los que queran formar parte de sus equipos a seguir en la escuela y a presentar las notas finales de curso para ver si cumplan con el requisito de llevar todo aprobado. El baln era el vehculo, pero la educacin era el combustible.
Su inversin fue ms all de una idea o de un sueo. Rucker tuvo que sacar el dinero de su bolsillo para pagar todo el material para crear las ligas juveniles de verano. "Lo dio todo por esos chicos. Puso dinero de su bolsillo e incluso les daba la comida que l se llevaba al trabajo", recordaba su mujer el pasado mes de marzo, con motivo del 50 aniversario de su muerte.
El papel de Rucker no slo fue fundamental a la hora de ayudar a los ms jvenes. Tambin luch contra la segregacin racial en una poca en la que todas las estrellas de la NBA eran blancas. Holcombe, llevado por su espritu integrador, cre una divisin profesional de su liga de verano en 1954. Era un 'all star' estival que daba la oportunidad de ver a los mejores jugadores de la liga compitiendo contra talentos desconocidos de raza negra.
Esos torneos no slo sirvieron para dar a conocer a muchos nombres legendarios en la calle pero desconocidos para el gran pblico. Tambin ayudaron a los profesionales a reencontrarse con los conceptos ms bsicos del juego, mientras mostraban su lado ms competitivo, ya que tenan que mostrar su mejor versin para no verse humillados por jugadores amateurs. En esos partidos se poda ver el baloncesto ms puro mezclado con ciertas dosis de chulera y autoconfianza. Ingredientes necesarios para triunfar en la calle.
Por desgracia, Rucker apenas pudo disfrutar del xito de su creacin. Fumador empedernido, el creador del nuevo baloncesto falleca en 1965 a causa de un cncer de pulmn. Adis prematuro (slo tena 38 aos) de un visionario cuyo legado an perdura (cada verano las canchas de Rucker Park reciben a cientos de jugadores de todas las categoras y pases para disputar el torneo estival ms famoso del mundo) y que ayud al crecimiento de un deporte que l conceba como vehculo para salvar vidas. En total, ms de 700 jvenes han dado sus primeros pasos en las calles de Harlem y 150 han llegado a la NBA tras pasar por Rucker Park.
Nombres mticos que se forjaron al calor del asfalto de Harlem y que luego hicieron carrera como leyendas de la NBA. En ese grupo estaran jugadores de la talla de Wilt Chamberlain, Lew Alcindor antes de ser Kareem, 'Dr. J', Nate Archibald, Stephon Marbury o Vince Carter, por poner slo algunos de los nombres que se hicieron hombres en Rucker Park antes de hacer historia en la NBA.
Pero esas calles tenan otras leyendas como Earl 'The Goat' Manigault (de quien Kareem dijo que era el mejor jugador de baloncesto de la historia), Herman 'Helicopter' Knowings, Joe 'The Destroyer' Hammond o Richard 'Pee Wee' Kirkland. Apodos y nombres desconocidos para el gran pblico, pero que son religin en las calles de Nueva York y que deben todo su prestigio y su fama al hombre que un da vio en aquel baln naranja la va de escape a esas calles inundadas de miseria y violencia. Un hombre que apost por el valor del deporte y la educacin y que con su apuesta cambi por completo la historia del baloncesto.