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Hay muchos detalles que sorprenden a quien se sienta al volante de un deportivo clásico o neoclásico. Por supuesto no hay pantallas, los frenos de manos son manuales, los volantes están en ocasiones más tumbados de lo que hoy parece normal... Pero hay sobre todo un aspecto que llama la atención, y que en realidad puede convertirse en un auténtico incordio para quien nunca los ha conducido.
Se trata de la posición de las marchas en el cambio, que por supuesto no recurría hace décadas a sistemas secuenciales. En muchos coches de carácter deportivo la primera está hacia atrás y a la izquierda, donde hoy día los coches tienen la segunda. Y, en consecuencia, la tercera iba hacia abajo y la cuarta hacia arriba, donde los modelos actuales tienen la quinta. Si el coche era ya de la década de los años 80 es normal que fuese ya de cinco velocidades, en cuyo caso esta última relación se engranaba hacia la derecha y hacia abajo. Es lo que sucedía con modelos tan añorados como los Ferrari Testarossa (era común en realidad a todos los Ferrari de aquella época y anteriores), BMW M3 E30, Mercedes 190 2.5 16 Evolution II, muchos de los Porsche 911 pre-73...
Para cambiar más rápido
La razón por la que estos modelos llevaban el cambio así es porque antaño, y sobre todo cuando incluso los coches deportivos tenían cuatro marchas (en los años 60), la segunda y la tercera velocidad eran las que más se engranaban, con una cuarta que servía sobre todo para llanear y una primera utilizada para arrancar y poco más.
Así, para hacer los cambios más rápidos convenía que estas dos marchas estuvieran alineadas, y no desalineadas, como están ahora. Y esto se hacía especialmente necesario en aquellos coches que tenían cambio de rejilla, que evitaban que el conductor cometiera errores en los engranajes pero hacían que perdiera alguna décima de segundo guiando la palanca por los carriles metálicos.
Propiciaban el error
Durante las décadas de los años 70 y 80 la oferta de coches deportivos combinó esta disposición de las marchas con la que hoy consideramos más habitual. Pero una cosa es que los coches tengan en distintos lugares la llave de o, los limpiaparabrisas o la luneta térmica, y otra muy distinta que algo tan esencial para la conducción no fuera uniforme en todos los modelos, pudiendo llevar a que conductores acostumbrados a un tipo de cambio cometieran un grave error cuando usaran el otro tipo. ¿Serías tú capaz de coger un coche con un cambio así por primera vez y no equivocarte nunca? En ese caso serías de los pocos.
Por eso en la década de los años 90 esta solución de los cambios deportivos pasó a la historia. Pero hoy la tienen muy en cuenta quienes quieren darse el capricho de disfrutar de un coche clásico, porque como no estén acostumbrados a este orden de marchas pueden acabar 'desquiciados'.