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A finales de los años 80, los ahora cincuentones (o cerca) no pasábamos de ser niños o adolescentes. A muchos nos gustaban los coches y quienes pertenecíamos a una clase media teníamos en la retina algún modelo, por si podíamos convencer a nuestro padre de que se lo comprara. Sin pensar en marcas como Audi, Mercedes o BMW, el coche al que aspirábamos era el tope de gama de alguna marca generalista. Renault lo tenía con el 25; Ford, con el Scorpio, Peugeot había sacado su 605... Y más o menos al mismo tiempo que este último llegó en 1989 un modelo que parecía una nave espacial por su modernidad: el Citroën XM.
Que el modelo de Citroën fuera diferente parecía hasta normal, ya que retomaba la tradición innovadora y atrevida de los DS (los llamados "Tiburón") y del CX. El modelo francés medía 4,7 metros de largo, lo que hoy día puede parecer normal pero entonces resultaba enorme; se extendía casi 1,8 metros de ancho (sin retrovisores) y medía 1,39 m de alto, si es que su conductor no había agachado la suspensión una vez aparcado.
Diseño Bertone
El coche era una obra estética del diseñador Bertone, que se había inspirado para ello en el Citroën SM, un coupé de los años 70 que la marca sa equipó con un motor Maserati. Su línea afilada se pudo convertir en realidad gracias a que fue el primer coche del mundo con grupos ópticos de superficie compleja, lo que permitía concentrar la luz en un área más pequeña y presentar unos faros frontales de solo 70 mm de altura.
De ahí para atrás era una 'escultura' plagada de líneas rectas, muy planas, que ofrecía la promesa de un interior luminoso y con una enorme visibilidad hacia cualquier lado, ya que contaba con nada menos que 12 ventanas (cinco en cada lado, más la luna posterior y el parabrisas).
Galvanizado
Más allá del atrevimiento estético y de la novedad mundial de sus faros, Citroën aprovechó el modelo para introducir el proceso de galvanizado en algunas partes de la carrocería, lo que hacía mucho más difícil que apareciera la temida corrosión.
Y por supuesto no se podía permitir pasar por alto una evolución en su afamada suspensión hidroneumática. Así, de nuevo se puso a 'años luz' de la competencia en cuanto a suspensiones al introducir para ellas el uso de la electrónica, lo que dio paso a la suspensión hidractiva, que se adaptaba mejor al estado de la carretera y por supuesto mantenía el coche nivelado con independencia del peso de la carga.
Coche del Año en Europa
Este aspecto sobre todo, con el que superaba a su antecesor y a sus competidores en capacidad de reacción y seguridad activa, todo sin perder una enorme comodidad, hizo que recibiera nombrado 'Coche del Año en Europa' en 1990.
Un año después llegaría la versión Break, que podía merecer el calificativo de "descomunal" por tamaño al extender su longitud hasta los 4,96 metros, una cota propia por entonces de las berlinas más lujosas.
Cambios en 1994
En 1994 recibió retoques estéticos que afectaron sobre todo a su interior, con un salpicadero y un cuadro de relojes rediseñado. Pero sobre todo estrenó algo que no se veía: el sistema de multiplexado, que suponía la incorporación de una centralita informática que gestionaba y coordinaba todos los sistemas electrónicos del vehículo y además simplificaba la arquitectura eléctrica del coche.
En cuanto a motores, estuvo disponible con un 2.0 de gasolina en versiones de 115 y 128 CV (en 1992 se quedaron en 121 CV al recibir el catalizador), un 2.0 16v de 132 CV, un 2.0 Turbo de 142 CV y el 3,0 V6, al principio con 167 CV y más tarde con 190 CV gracias, entre otras cosas, a la incorporación de una culata con 24 válvulas. Este último alcanzaba los 235 km/h ayudado por la eficiente, mientras que el más modesto ya se impulsaba hasta los 196 km/h.
Los diésel, por su parte, se vendieron en variantes 2.1 de 83 CV, 2.1 turbodiésel de 109 CV y 2.5 turbodiésel de 129 CV. El más potente era incluso capaz de rodar a 205 km/h.
Pese a su aspecto atractivo y su tecnología, el XM también tuvo sus inconvenientes. Uno de ellos fueron unos problemas eléctricos en las primeras unidades que le pasaron cierta factura. Y otro era un precio que resultaba bastante más caro que el CX al que había sustituido. Pese a ello logró vender 333.405 unidades hasta que cesó su producción en el año 2000. Si tuviste suerte, tal vez alguna de ellas se la compró tu padre.