Rayderley Zapata clavó su último movimiento y, entonces, explotó. Lanzó con fuerza sus brazos al aire, explotó de alegría. Había enterrado fantasmas. Porque dudaban de él cuando aterrizó en París. Una rotura fibrilar que terminó siendo mucho más grave le dejó tocado en la preparación, y Zapata tuvo que volver a encontrarse a sí mismo. Pero es un competidor, y tras un ejercicio mágico se ganó el derecho a soñar con las medallas. Otra vez. Sin fallar, hasta ser tercero de la clasificación del suelo.
Ray volvió a colocarse el traje de Superman. El de las grandes noches. Lideró a España con un suelo que significa creer en todo. Aunque el equipo, que buscaba con ahínco la final, se quedó cortó tras un primoroso suelo, pero fallar en salto con potro o en el caballo con arcos.
Un mágico Ray Zapata
El plata en Tokio (aquella medalla hasta le enfadó) salió con toda la presión al ser el último grupo y ver a todos los rivales entre los mejores. Desde el que le arrebató el oro en suelo japonés, el israelita Dolgopyat, hasta la brutal actuación del oro europeo Jake Jarman que había fijado un 14,966 en su clasificatoria. En su grupo solo el italiano Nicola Bartolini, campeón mundial en 2021, suponía peligro. Pero falló. Una recepción mal cerrada aportó irregularidad, que ni el triple mortal para terminar que enloqueció al público pudo salvar.
En la velada de París-Bercy solo había una estrella. Ray ofreció un ejercicio con 6,300 puntos de dificultad. Menos que las dos estrellas citadas anteriormente, pero en la ejecución bordó su actuación. Sólido en las diagonales, reduciendo al máximo el rebote. Clavando todas sus secuencias hasta los 14,600 de nota. No solo vale una final, también soñar con una medalla porque Jarman y el filipino Yulo (14,760) son los únicos que le superan.
En el ejercicio, no falló. Ni en su primer movimiento, similar al primero de la final de Tokio en la que lanza un giro y medio y cae con doble mortal agrupado. Ni en la pirueta y media atrás con doble mortal en carpa. Ni en una marca de la casa, el doble mortal en plancha con doble pirueta. Además, clavó todas las recepciones para que su nota se disparase. Un ejercicio que vale una final.
El equipo brilla... y se queda corto
Por equipos, España creyó a partir de un brutal suelo que le colocó sexto. No solo Zapata y su obra de arte, pues tanto Néstor Abad como Joel Plata superaron la marca de 14,000 puntos. Por encima de los 8,000 puntos en ejecución. No seguiría ese camino tan positivo en el resto de aparatos. Joel Plata hizo una buena barra horizontal, incluso reclamó más nota. El finalista Zapata regresó para las anillas, clavó la recepción final, pero su 13,900 no dio el impulso necesario.
Tampoco cambaría la cosa en el salto de potro. Zapata se multiplicó, pero sus dos saltos no terminaron de salir. Tampoco los de Nicolau Mir. Y el imposible en las barras paralelas no llegó. España finalizó con 241,294 puntos totales, en la 12ª posición final de la calificatoria.