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Juegos... de Guerra: uno acabó en las SS y el otro murió en Auschwitz

En 1936 Franz Pfnür ganó el oro de la Combinada y Bronislaw Czech fue vigésimo: años después terminaron respectivamente en la milicia nazi y en el campo de concentración

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Actualizado

La cara de Henri de Baillet-Latour era como el viento helado que el 6 de febrero recorría el Grosse Olympiaschanze, en Garmisch-Partenkirchenen. A la derecha del presidente del Comité Olímpico Internacional sonreía Rudolf Hess; a la izquierda, embutido en un grueso abrigo, un desafiante Adolf Hilter presentaba al mundo los Juegos Olímpicos de Invierno de 1936, los primeros en los que hubo esquí alpino.

Desfilaron atletas de 28 naciones, entre ellas la España republicana representada por cuatro hombres y dos mujeres. Detrás del abanderado alemán saludó a su Führer el esquiador Franz Pfnür. El portador de la polaca fue Bronislaw Czech. El primero falleció a los 87 años, en 1996, con una medalla de oro olímpica en su casa y los recuerdos de haber formado parte de las SS en su momento y de las graves heridas por las que fue dado por muerto durante más de un año. El segundo perdió la vida en junio de 1944... cuando falleció el Auschwitz el prisionero 349.

Los dos coincidieron en la única prueba de esquí alpino que se celebró: la Combinada. Pfnür se colgó el oro tras ser segundo en el Descenso y ganar en Slalom. Con su medalla y la gloria se presentó poco después en la Kehlsteinhaus, el Nido del Águila. Hitler le había invitado a tomar café para celebrar su gesta.

Czech acabó en la vigésima plaza en los que eran sus terceros Juegos, tras los de St. Moritz (1928) y Lake Placid (1932). Nacido en Zatopek, la capital del invierno para los polacos, Bronislaw era un animal de montaña. Como olímpico participó en las pruebas de fondo, en saltos, en combinada nórdica y en la exhibición de patrullas militares de 1928.

En su país era una institución. Hasta 24 veces fue campeón nacional, títulos repartidos en varias disciplinas. Además era experto en rescates en montaña, escritor de manuales de esquí, piloto, cartógrafo, instructor de planeadores, atleta, notable en tenis de mesa, poeta...

Cuando los nazis invadieron Polonia, Czech se unió a los grupos de resistencia. Su misión era trasladar mensajes al otro lado de la frontera checa y luego hacerlos llegar a Hungría. Pero el 14 de mayo de 1940 la Gestapo se presentó en su casa. Le sorprendieron mientras se dedicaba a otra de sus pasiones: la pintura..

La renuncia

Su destino era la muerte, el campo de Auschwitz-Birkenau. En su antebrazo izquierdo le grabaron el número 349. El camino a las cenizas estaba marcado, pero pudo elegir entre que fuera duro o durísimo. Optó por lo segundo al rechazar convertirse en monitor de esquí para jóvenes alemanes. Czech estuvo implicado en la rebelión liderada por Witold Pilecki, el único prisionero que se presentó voluntario en Auschwitz, que lideró la resistencia desde dentro, se fugó, formó parte del levantamiento de Varsovia y murió fusilado en 1948 por órdenes de Moscú.

Los alemanes, pragmáticos ante todo, aprovecharon las manos de Czech. Le destinaron a la carpintería, porque era licenciado en la Escuela de la Industria maderera de Zakopane. Luego le pasaron al Museo para crear pinturas y acuarelas.

El 5 de junio de 1944, tras un derrame cerebral y con sus fuerzas agotadas, se registró su muerte en el infierno.

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