Una gran defensa y la dirección y las patadas de Gonzalo Vinuesa devolvieron a un histórico del rugby español, el Complutense Cisneros, a una final de Liga por primera vez desde 1989. Será a partido único, frente a El Salvador, que dio la sorpresa en el derbi pucelano al derrotar al VRAC Quesos Entrepinares.
El conjunto azul-azul jugó mucho mejor sus cartas que el Alcobendas, que, quizás superado por la presión de ser favorito, falló en los minutos decisivos y no supo aprovechar sus bazas, entre ellas estar con uno más tras la expulsión de Eddington, cuando el choque agonizaba y los locales estaban a tiro de ensayo. Entonces, los morados desperdiciaron dos touches en la 22 rival. Eddington había entrado en la primera parte por el lesionado Moretón y fue otro de los destacados en el XV finalista.
Mucho más frío, el conjunto complutense sacó petróleo de las indisciplinas de los morados. Todos sus puntos llegaron a través de golpes de castigo: tres de Vinuesa y uno de Infer.
El dominio inicial de los locales fue baldío. En parte por los errores propios y, en buena medida, por la defensa complutense. No solo no puntuaron los de Alcobendas, sino que un golpe de Vinuesa, en el 15, puso por delante al conjunto azul-azul.
El momento cumbre de la primera parte llegaría un cuarto de hora más tarde cuando, en una jugada confusa, López de Haro superó a la defensa rival para cruzar la línea de marca visitante (7-3, en el minuto 32) y el apertura del Cisneros, además, veía una amarilla que le mandaba al banquillo durante 10 minutos.
Aún así, el XV visitante, en inferioridad, pasó entre palos un golpe, por medio de Infer, para irse al descanso solo uno abajo: 7-6. Daba la sensación de que el choque se inclinaba del lado universitario, como a la postre fue.
La vuelta del apertura azul en la reanudación volvió a dar bríos a los complutenses y Vinuesa, en el 53, puso por delante a los suyos (7-9), para ampliar a los 12 definitivos en el 64. Aún tendría el internacional español otro muy lejano que erró en el 72.
El Cisneros, que ganó las Ligas de 1976 y 1985, fue una muralla defensiva en un precioso y emocionante último tramo. Los locales tiraron de orgullo, pero fue más el corazón que la cabeza lo que les condujo una y otra vez a la 22 contraría para dejarse todo en vano en la lucha por volver a una final que no juegan desde hace cuatro años.
Comentarios