Hemos pedido a Dios por nuestros atletas que participan en todos los eventos nacionales, internacionales y paralímpicos. Hemos pedido por el Plan Nacional de Deporte, por la masificación del deporte, por la territorialización en todos los circuitos comunales y por que marque la ruta ya hacia los Juegos Olímpicos Los Ángeles 2028. Hemos pedido a Dios que su manto protector caiga sobre nuestra juventud, la Generación de Oro”.
Hace poco más de dos semanas, concretamente el día 6, Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela, encabezaba la delegación oficial que había acudido a la ya tradicional Misa del Deporte del país, consolidada como “espacio para celebrar los logros deportivos del país” y “reforzar el compromiso hacia el desarrollo integral de la juventud”, oficiada por el arzobispo de Caracas, monseñor Raúl Biord, y desarrollada en la Iglesia de la Divina Pastora, cuya imagen de la Virgen, por cierto, es copia de la que se encuentra en Sevilla.
Trabajemos; yo tengo la fe de que los resultados van a ir saliendo
“Ésta es la juventud que trabaja por Venezuela y hemos también dado gracias por nuestras glorias, hemos pedido por quienes se han ido y hemos hecho siembra de su espíritu deportivo... así que estamos muy contentos y felices de esta misa. Aquí, en la Casa del Señor, nosotros le hemos pedido por la paz y la tranquilidad de Venezuela”, añadió Rodríguez en un encuentro que, ante la presencia de numerosos atletas, contó también con las alocuciones de Arnaldo Sánchez, ministro del Poder Popular para el Deporte, y el propio monseñor, que abogó por el trabajo en equipo: “Hay deportes donde gana uno solo, pero la mayoría se hace en equipo... y la estrella es el conjunto”.
Fueron, aquéllos, días ajetreados en clave deportiva.
Apenas uno después, el 7, el ministerio en cuestión, el Instituto Nacional del Deporte y distintas federaciones se reunieron para reforzar el Plan Nacional de ruta hacia los Juegos de Los Ángeles, que tendrá una primera parada para Venezuela en los Juegos Bolivarianos que organizará Perú a finales del presente año y que contarán con representaciones de los dos países citados y de Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Guatemala, República Dominicana, Paraguay o El Salvador. “Trabajemos y tengamos compromiso con este plan para generar mecanismos, yo tengo la fe de que este año nos va a ir muy bien y de que los resultados van a ir saliendo”, confió el ministro.
Apenas dos después, el 8, y bajo la dirección del viceministro de alto rendimiento, Franklin Cardillo, dicho plan se presentó al equipo multidisciplinar que trabajará en el mismo durante cuatro años, con los objetivos de potenciar los aspectos físicos, técnicos y tácticos de los atletas, de brindar soporte en todas las áreas necesarias, de llevar hasta 120 competidores a la próxima cita olímpica... y de conseguir en la misma la mayor cifra de medallas de la historia venezolana.
Apenas cuatro después, el 10, y en el salón Elíptico de la Asamblea Nacional, Nicolás Maduro tomaba posesión de la presidencia de Venezuela (retomaba sería más exacto, porque ocupa el cargo desde la muerte de Hugo Chávez en 2013), a pesar de que buena parte de la comunidad internacional ha reconocido el triunfo de Edmundo González en las últimas elecciones. La convulsión política (y la crisis económica) también pasan, por supuesto, factura al deporte.
En lo que a la cantidad de preseas respecta, por recuperar el hilo anterior, no resultará difícil mejorar el precedente, porque la delegación venezolana no subió una sola vez al podio el pasado verano en los Juegos de París. No sucedía desde el año 2000... pero sucedió. Conviene insistir en que entre los factores que contribuyeron a ese hito negativo está el del azar, Yulimar Rojas parecía baza segura hasta que en abril se lesionó un tendón de Aquiles, pero también en que de ninguna manera es el único. La sensación de fracaso se acentúa aún en comparación con la cita anterior, la de Tokio aplazada a 2021 por la pandemia, en la que al oro precisamente de la citada en triple salto femenino se fueron añadiendo las platas de Julio Mayora y Keydomar Vallenilla, ambas en halterofilia, y Daniel Dhers, en ciclismo.
A pesar del esfuerzo que se ha hecho, falta todavía mucha más inversión
En realidad Venezuela apenas presume de 21 medallas desde que firmara la primera en Helsinki 1954, repartidas además en ocho deportes (boxeo -seis-, taekwondo -cuatro-, atletismo y halterofilia -tres-, ciclismo -dos-, esgrima, tiro deportivo y natación -una-), así que en ningún caso puede considerarse potencia, pero en todo caso los resultados de la capital sa, apenas siete diplomas, encendieron las alarmas en lo que al deporte de élite respecta. De ahí el plan reseñado en párrafos anteriores...
El colapso económico sufrido en los últimos años (y contra el que se han impulsado ciertas reformas que huyen incluso de la ortodoxia anterior) ha tenido reflejo lógico en el deporte y en los deportistas. La falta de recursos afecta directamente a la preparación y formación individuales, pero también al mantenimiento de instalaciones dignas. Luis Salas, entrenador de alto rendimiento, se posicionaba al respecto recientemente, en declaraciones recogidas por Efe: “Falta todavía mucha más inversión a pesar del gran esfuerzo que se ha hecho para poder competir con las grandes potencias. Los países que tienen ciertas debilidades no van a poder contar con las bondades que garantiza el recurso monetario”.
A nivel interno también se alude a las sanciones internacionales de carácter financiero, especialmente las de Estados Unidos; a nivel externo se apunta a un factor de corrupción para apuntalar la crisis. Sea como fuere, la inestabilidad resulta evidente.
Y más allá de la contracción económica, también hay problemas de gestión. La politización afecta al desarrollo deportivo desde los primeros pasos del mismo. "Uno de los principales indicadores es la cantidad y calidad de los profesores de Educación Física, que son los que deben reportar los posibles talentos de las escuelas a los clubes deportivos”, abundaba Salas, cuyos cálculos pasarían por un déficit aproximado de 60.000 profesionales.
Luego está el éxodo de talento. Según los datos recogidos por ACNUR, agencia de la ONU, con fecha del pasado junio más de 7,7 millones de personas habían salido de Venezuela, más de 1,2 millones habían solicitado asilo en otros países y casi 350.000 eran reconocidas ya como refugiadas. Evidentemente son muchos los deportistas que prefieren desempeñarse en el exterior y que firman sus éxitos de ese modo, véase el caso del propio Dhers. De la plata de Tokio él sí pasó al oro de París... como entrenador del equipo chino de BMX freestyle. “Venezuela es un gran país, desafortunadamente no nos hemos podido entender durante muchos años. Sólo quiero que pueda surgir de esto como Ave Fénix y podamos vivir en paz, con una buena calidad de vida”, dijo entonces. “No quiero hacer una declaración política... pero que la gente deje de matarse”, completó.
No quiero hacer una declaración política, sólo deseo que vivamos en paz
Ejemplo evidente es el del béisbol, deporte más popular o en todo caso entre los más populares de la nación caribeña, en la que se juega desde hace más de un siglo. El campeonato doméstico es importante, sí, pero la representación de peloteros en las Grandes Ligas norteamericanas se acercaba a la centena en 2024. New York Yankees, equipo subcampeón, llegó a contar en su róster con Oswald Peraza, Oswaldo Cabrera, Gleyber Torres, Everson Pereira, Jorbit Vivas, Carlos Narvaez y Yoendrys Gómez; Los Ángeles Dodgers, campeón, con Diego Cartaya, Brusdar Graterol y Miguel Rojas. Con el mes de marzo en el horizonte para inaugurar la temporada, las franquicias configuran ahora sus nuevas plantillas.
En España, por cierto, la integración de otras comunidades (más bien la ausencia de ella) ha tenido mucho que ver en el reciente adiós de Jesús Lisarri a la presidencia de la Federación de béisbol y sófbol. El dirigente, que en 2021 ya había firmado un convenio de colaboración con Aracelis León, entonces su homóloga en Venezuela, lo dejaba claro en MARCA hace apenas un mes: “Donde yo veía una oportunidad, otros lo consideraban una amenaza. No hubo el entendimiento adecuado. Hay quien tiene un sentido de nuestro deporte como algo de su patrimonio, pero los latinos son el corazón del mismo y eso no lo puede negar nadie”.
También anda de pretemporada el fútbol, 14 equipos en la máxima categoría después de que Deportivo Táchira se alzara con el último campeonato... relevando en el palmarés al Carabobo del español Diego Merino, en todo caso clasificado para la Libertadores. La preocupación nacional sin embargo pasa por el de la Vinotinto al Mundial 2026. Ni siquiera el nuevo formato, con 48 equipos y hasta siete posibles plazas para la Conmebol, aclara el panorama del combinado que dirige Fernando Batista, octavo clasificado después de 12 jornadas (o sea, seis por jugarse aún), a cinco puntos de los puestos directos pero sólo a uno del que daría paso a una repesca, ocupado ahora mismo por Bolivia.
La visita a Ecuador y el partido en casa ante Perú, ambos en marzo, marcarán el recorrido de una Venezuela que el pasado sábado se medía en amistoso curiosamente a Estados Unidos y que, a sus 35 años, sigue contando con Salomón Rondón como estrella. “Jugar el Mundial es lo que más anhelo en esta vida... y depende de nosotros”, apuntaba con optimismo en la entrevista concedida a este diario con motivo de la final de la Copa Intercontinental que enfrentó a su Pachuca (otro ‘emigrante’, pues) con el Real Madrid. “Si Venezuela llegase a ser lo que fue antes me iría a mi país, pero si no Málaga será mi sitio de retiro”, certificaba el delantero respecto a la agitada actualidad.
Si llegase a ser lo que era antes, mi país sería mi sitio para el retiro
Y, por lo demás, baloncesto, voleibol, tenis, automovilismo, boxeo, rugby, surf, deportes autóctonos... todos tratando de salir a flote dentro de la precariedad.
Con independencia de los movimientos políticos y sociales, de que se mantenga el régimen actual o se produzca un cambio de gobierno, los retos del deporte venezolano de cara al futuro tienen que pasar necesariamente por gestionar los recursos de manera eficiente, por cumplir con los planes de desarrollo, por promocionar la base, por atender al desarrollo del talento y, frente a las tentaciones de aislamiento, por fomentar la cooperación internacional, el intercambio de experiencias y la participación en eventos de élite.
Mientras todo eso no se dé, Venezuela es la que pierde.
Las motopiruetas, deporte nacional
La declaración se produjo en plena campaña, así que en esa clave fue interpretada: la de ganarse al electorado. Nicolás Maduro decretó la práctica de acrobacias en moto como deporte nacional. El carácter estatal de las motopiruetas, que de ese modo se las conoce, pasa también por el hecho de la que la policía bolivariana tenga escuadrones dedicados a las mismas (que participaron en el último desfile militar del Día de la Independencia), por la elaboración de un censo nacional para definir cuántas personas practican dicha actividad y, sobre todo, por la obligación de “definir espacios en todos los estados y municipios del país”, incluida Caracas, para el desarrollo de la misma.
Afortunadamente para los viandantes y el resto del tráfico, la orden presidencial fue posteriormente matizada en el sentido de que las motopiruetas no se pueden practicar en la vía pública sin autorización y poniendo en riesgo la vida de otros s. Pero en lo que a exhibiciones respecta, lo dicho: deporte nacional.
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