Tal día como hoy en 2015, el Real Madrid ponía fin a una travesía por el desierto que había durado 20 años. Volvía a reinar en el continente después de superar al Olympiacos en la final de la Euroliga. Se disputó precisamente en el WiZink Center, ahora Movistar Arena, y los blancos vencieron por 78-59.
Hasta entonces, la última Euroliga del Madrid databa de 1995, ganada también al Olympiacos. La conquistó en Zaragoza con Arvydas Sabonis haciendo estragos en la pista y Zeljko Obradovic impartiendo magisterio desde el banquillo. Desde entonces, los madridistas fueron acumulando numerosas decepciones que les alejaron de la aristocracia europea, retrocesos a la ULEB, asaltos frustrados al trono, que muchas veces se quedaron lejísimos y otras veces a un palmo.
En los 20 años siguientes a aquel éxito, el Madrid llegó sólo a cinco Final Four. Lo que ahora parece cotidiano -hasta el chasco de esta temporada llevaba tres seguidas y 10 de 14 posibles- era entonces extraordinario. Perdió en semifinales en 1996 y 2011 y acarició el título en 2013 y 2014, ya con Pablo Laso al frente de esa edad dorada del madridismo pese a sucumbir en sendas finales ante Olympiacos y tras una prórroga frente Maccabi, respectivamente. La cita de 2015, en casa, estaba subrayada, en negrita y en cursiva en el calendario.
El MVP Nocioni aporta lo que faltaba
El verano anterior, los blancos habían incorporado a un Chapu Nocioni de 35 años pero con el hambre intacta. Lo confirmó en la gran cita. El alero argentino acabaría siendo el MVP. Sumó 12 puntos y seis rebotes en el triunfo en la semifinal ante el Fenerbahce (96-87) y otros 12 puntos y siete rebotes en la final. Ahí le acompañó un Jaycee Carroll letal (16 con 4/5 en triples) que bien pudo llevarse el galardón. Gran fin de semana también de Sergio Rodríguez, Sergio Llull...
También estaban Rudy Fernández, Gustavo Ayón, KC Rivers... Sería por calidad... Pero faltaba mala leche, esa "rusticidad" de la que hablaba Nocioni cuando le preguntaban qué podía aportar a lo que ya era un plantillón. "Durante mi carrera se me dio mejor ser escudero. Siempre fui un complemento en mis equipos", reconocía el alero argentino rememorando aquel éxito de 2015 que, en el otoño de su carrera, ya casi no esperaba: "Pensaba que las oportunidades de salir campeón de Europa se me iban acabando, que no iba a suceder y que iba a ser algo que me quedaría pendiente. Por eso lo disfruté mucho, porque llegó cuando yo ya casi terminaba".
Se sentía la presión y esas ansias del equipo por ganar
Las urgencias eran compartidas. Las suyas y las de un Madrid necesitado de volver a la cumbre de la Europa, de levantar la novena para el baloncesto. "Se sentía la presión y esas ansias del equipo por ganar. Y más aún después de lo que había pasado los años anteriores, en los que llegaron a la Final Four y el resultado no fue el mejor. Supimos reagrupar al equipo tras perder dos veces seguidas y a la tercera ganarla. Eso es notable por los chicos que estaban en las derrotas pasadas", explica Nocioni.
El 17 de mayo de 2015, Felipe Reyes, capitán blanco, recibía de manos del Rey Felipe VI el trofeo de campeón de la Euroliga y lo elevaba al cielo de la capital acabando con 20 años de penurias y frustraciones. El Real Madrid volvía a sentarse en el trono europeo.
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