La revuelta de un consentido 72u1b
lunes, 20 diciembre 2010, 15:29 3966
Era cuestin de tiempo –de muy poco tiempo- que Mourinho se revolviera contra su club. Hubo un anticipo en su delirante intento de compaginar su trabajo en el Madrid con el de seleccionador de Portugal, capricho que vendi como un acto de servicio a la patria. Lo justific por la exigencia de su hiperactiva naturaleza, que le impide estar mano sobre mano cuando se detiene el calendario de la Liga espaola.
Aquel chusco episodio se produjo despus de una laboriosa victoria del Madrid en San Sebastin, con dos conferencias de prensa –una en Anoeta y otra en el aeropuerto de Vitoria- que manifestaron su irresistible voluntad de utilizar al periodismo como vehculo de sus obsesiones. No slo le gusta, sino que recibe el mayor retorno que un gigantesco ego pueda concebir: la consideracin de rebelde, dueo de una suprema inteligencia, siempre dispuesto a marcar la agenda del Madrid, de sus rivales, del ftbol y del periodismo. En la mayora de los casos, se trata de las fatigosas travesuras de un consentido y no del minucioso plan de un genio.
Mourinho es un privilegiado del ftbol, no el rebelde que pretende aparentar. Se trata del entrenador mejor pagado de la historia al frente de un equipo trufado de estrellas, con dos Balones de Oro, cuatro campeones del mundo y varios jugadores que l solicit. Aunque pretenda aparecer como un mrtir, Mourinho es el tcnico del club con el mayor presupuesto del ftbol mundial y con el mejor palmars de la historia. Por mucho que se empee, no ha llegado a una institucin paria, ni l es un romntico incurable.
Si algo representa Mourinho, es el poder en estado puro, un jerarca con vocacin absolutista que ha colocado a Florentino Prez en una delicada situacin. Nunca un presidente tan fascinado por el poder ha concedido tantas atribuciones a un entrenador. Es evidente que la resignacin de Florentino Prez en favor de su entrenador est motivada por las urgencias del Madrid y por la impaciencia del presidente. Contrat a Mourinho porque su historial es lo ms parecido a la garanta de xito.
Con el tcnico portugus se produce un fenmeno infrecuente en el ftbol y absolutamente novedoso en el Madrid. Asume su poder de tal forma que ha invertido la relacin con el club: el empleado de Mourinho es el Real Madrid, con todo lo que eso supone de subordinacin a sus intereses, que l difunde como si fueran los esenciales de una institucin que no naci ayer. El Madrid ha sido alguien antes de Mourinho y lo ser despus, aunque el entrenador no lo tenga muy claro todava.
No son novedosos ciertos rasgos de la personalidad de Mourinho. Abundan los entrenadores, no todos clebres, que se proclaman guardianes de sus equipos, a los que supuestamente protegen de todo tipo de indignidades, insufrible carga que ellos asumen con el sacrificio de los mrtires. A la hora de la verdad pocos entrenadores han dejado ms expuestos pblicamente a sus futbolistas que Mourinho. Basta recordar los casos de Pedro Len y Canales, dos jvenes jugadores criticados hasta el sarcasmo por su tcnico.
Este mecanismo simpln –os defiendo con mi sangre para preservaros del enemigo exterior- pretende dos objetivos: reforzar un gigantesco ego y establecer una deuda moral, cercana a la extorsin, que los futbolistas debern saldar tarde o temprano, a veces cuando hayan terminado su carrera y el entrenador les exija el pago por su sacrificio. Cualquier disidencia, duda o negativa a participar en el juego se considera una traicin. La manipulacin es notoria, pero suele funcionar porque el ftbol es muy permeable a estas subordinaciones infantiles y dainas. Lo son porque el carcter de esta clase de entrenadores invita irremediablemente al ruido, la divisin y el enfrentamiento. La seleccin y algunos clubes espaoles conocen muy bien este penoso proceso, que suele dejar tierra quemada.
Divisoria fue la conferencia de prensa de Mourinho tras la sufrida victoria ante el Sevilla. Entre otras cosas, dijo estar harto de ser el nico defensor del Madrid, exageracin que no se corresponde con el rastro de charcos que ha pisado desde su llegada a Espaa. Apenas ha habido una semana en la que el tcnico portugus no haya protagonizado algn incidente, la mayora de ellos innecesarios. A estas alturas ha tenido problemas con un buen nmero de colegas, con los rbitros y con la UEFA. En la mayora de los casos, ha pretendido mezclar sus provocadoras travesuras con la idea de un quijote sincero, romntico, vctima de amaos y conspiraciones que le dejan indefenso.
Las declaraciones de Mourinho se distinguieron por su incoherencia. Pidi una reunin con el presidente despus de afirmar que hablaba con l todas las semanas. Habl de los mritos del equipo –“un equipo de otro mundo”- y luego dijo que preferira ver un partido de la Liga vietnamita antes que el horrible encuentro que acababa de presenciar. Sin que nadie le preguntara nada al respecto, aparc su papel de entrenador para justificar las peticiones econmicas de Pepe, cuyo agente es el mismo que le representa a l. Esgrimi un papel con 13 quejas sobre el rbitro, pero evit cualquier referencia crtica a la actuacin de Silvino Louro, uno de sus colaboradores ms cercanos, en el desagradable incidente que acab con el derribo de Agustn Herrern, delegado de campo del Real Madrid.
Fue una comparecencia intempestiva y desafiante. Mourinho decidi medir su grado de poder en el club y avanzar en la consentida lnea que ha mantenido hasta ahora. La diferencia con episodios anteriores –salvo el caso de la seleccin portuguesa- es que lo hizo en pblico, con el punto de provocacin y victimismo que tanto le motiva y sin ningn inters por la discrecin.
Aprovech un asunto menor –la incompetencia del rbitro, problema que no va a resolver ni el Madrid ni nadie- para escenificar un conflicto con el club, que hasta ahora ha dedicado la mayor parte de sus energas a socorrerle en la mayora de los incendios que ha provocado. ste resulta ms grave que los anteriores porque cuestiona la actuacin de los dirigentes, les exige que se acomoden a su estrategia y convierte a Florentino Prez en rbitro de un asunto muy feo. Uno de esos asuntos, en definitiva, que definen la trayectoria y la personalidad de Mourinho.