Los okupas son uno de los peligros más instaurados en la sociedad actual por la libertad que han ido adquiriendo en estos últimos años. Sin embargo, hasta ahora este problema estaba mayormente en las ciudades y nadie esperaba que llegara al mundo rural. Pues bien, esto ha cambiado y la última tendencia es que este tipo de personas se instalan en casas de pueblos que se encuentran a las afueras.
Pero lo todavía más llamativo es que no se meten a vivir en sus pisos o casas, sino en las llamadas casas de aperos. Este nuevo giro ha generado mucha preocupación en los habitantes rurales, sobre todo porque el proceso judicial para echarlos es todavía más complicado que el de una vivienda convencional, sea primera o segunda residencia.
El principal problema es que no se considera delito esta okupación
La alerta máxima surge porque, en este momento, no se considera delito la okupación de este tipo de casetas. El modus operandi que se está llevando a cabo en estos momentos es que los tribunales están trasladando los casos que están ocurriendo al ámbito istrativo con el objetivo de que sean los ayuntamientos los que pongan un expediente sancionador.
El segundo inconveniente es que este expediente sancionador puede tardar semanas en resolverse y las multas a personas sin recursos son, obviamente, complicadas de cobrar. Por otro lado, a muchos propietarios les ha pillado por sorpresa, por lo que sus casas están muy poco protegidas ante este tipo de ataques.
Finalmente, cabe destacar que las casetas de aperos consisten en unas pequeñas casas, aproximadamente de 50 metros cuadrados, que se encuentran situadas en muchas fincas agrícolas. Se función es ser un almacén para guardar material o un lugar para descansar de las labores en el campo, pero no suelen están habilitadas como viviendas.
Comentarios