Hace catorce meses, Jos Mourinho puso la primera piedra para construir su tricampen nerazzurro. Fue en un derbi lombardo, un Milan-Inter al que le sobr una parte. Lo gan arrollando, mostrando una superioridad insultante, comindose al rival a base de intensidad. Hoy el portugus, pese a enfrentarse a unenemigo que haba sufrido modificaciones evidentes en este espacio temporal tanto en el banquillo como en el campo, aplic la misma receta para convertir al cuadro de Allegri en una marioneta aterrorizada. Lo presion arriba, imprimi un ritmo alto al juego, no lo dej respirar ni pensar. Y aunque luego el guin cambi y el resultado tambin pudo hacerlo, le bastaron catorce minutos para sentenciar un encuentro mucho ms desequilibrado de lo que se esperaba.

El Milan actual es capaz de rozar la excelencia cuando se aduea del baln y el partido slo se juega en una direccin y puede dictar los tiempos de su desarrollo. Ocurri hace no mucho, en Parma, en un encuentro en el que gan con apuros en el marcador pero dictando una clase maestra de ftbol de toque. Fue un triunfo muy analizado en todos los medios, porque coincidi con un cambio de dispositivo tctico en el cuadro de Allegri: se pas del 4-3-3 al 4-3-1-2. O lo que es ms importante: Ronaldinho dej de jugar abierto a la izquierda para hacerlo en el centro, en la media punta clsica, gozando de una terica libertad que, en realidad, no se le coartaba demasiado en la banda. Como funcion, y como volvi a hacerlo en la jornada siguiente ante el Chievo, el ex entrenador del Cagliari repiti la misma disposicin en Madrid. Fue una decisin de riesgo que contradeca las bases ms empricas. El genio de Porto Alegre no empez a rendir a un nivel alto en Miln hasta que Leonardo lo ubic en el mismo costado en el que se haba convertido en el nmero uno mundial jugando en el Barcelona. Pas de la discrecin con la que asumi el relevo de Kak en el enganche a destacar escorado a pie cambiadocon un catlogo inagotable de asistencias que catapult a su equipo hacia los primeros puestos. El joven estratega brasileo haba dado con la tecla, pero la ausencia de ttulos minimiz su hallazgo. Tanto, que Allegri casi no lo tuvo en cuenta y volvi al esquemacon forma de diamantede los tiempos de Ancelotti.

Mourinho tom nota y tambin movi sus piezas. Del 4-3-1-2 de Mlaga pas al 4-2-3-1 que vena dibujando en la mayora de la temporada. Para qu? Para poseer extremos abiertos que pudieran encarar uno contra uno a los laterales desprotegidos (un Cristiano demoledor contra Zambrotta y un Di Mara incisivo ante Antonini). Para encomendarle a Khedira que no dejara recibir cmodo a Ronaldinho. Para que Ozil tuviera ms espacio cuando Gattuso y Seedorf acudieran en ayuda de los zagueros exteriores y pudiera sacar a relucir las debilidades defensivas de un Pirlo poco arropado. Se trataba de jugar rpido, de cansar a un equipo que normalmentese dedicaa cansar a los dems. El propio peso del ritmo desconocido meti al Milan muy atrs: irreconocible, contragolpeador, temeroso. Hasta el 2-0. Luego a Mourinho ya le pareci bien que el guin no fuera tan rgido. Que el contrario se abriera y poder explotar as la velocidad de sus atacantes.

SiMourinho sale inevitablemente reforzado de su primer examen de mxima exigencia como entrenador madridista, Allegri recibir probablemente calificaciones menos agradables. Ser interesante comprobar cmo reacciona a partir de ahora. Ms all del asunto de la posicin de Ronaldinho, se le cuestionar la suplencia de Kevin-Prince Boateng, un centrocampista dinmico que brill en el Mundial y que parece adecuado para aumentar las revoluciones de una zona s excesivamente envejecida. O por qu ha marginado al otro fichaje destinado a rejuvenecer la estructura bsica del equipo, el central griego Sokratis Papastathopoulos, ni considerado como alternativa el da en el que no pudo actuar el brillante Thiago Silva, baja sensibilsima. Por fortuna para l, la clasificacin en la Serie A es buena y el rival que lo ha derrotado est considerado en Italia como uno de los grandes candidatos a ganar esta Champions. Pero su primera comparecencia ante un adversario de entidad ha sido decepcionante.