martes, 14 diciembre 2010, 13:58
Hace no mucho más de un año y medio, en una semifinal de Champions, el Manchester United arrolló al Arsenal. Aquel era un equipo temible: atacaba con Tévez, Rooney y Cristiano Ronaldo, tres delanteros a los que, probablemente, muchos pondríamos hoy en un top-5 mundial de atacantes. El argentino y el portugués se marcharon, y el favoritismo del equipo de Ferguson, entonces indiscutible, se rebajó. Ayer los red devils volvieron a derrotar al cuadro de Wenger, exactamente por el mismo resultado que en aquel encuentro del 29 de abril de 2009. Se diría que la vida sigue igual, pero en realidad es muy distinta. El equipo que antes te destrozaba ahora juega a anularte, a incomodarte, a morderte después de anestesiarte. Es un conjunto que ha convertido a Darren Fletcher en un símbolo y en el que Park Ji-Sung siempre es titular en los duelos de máxima exigencia. Desde un punto de vista puramente estético, desde el radicalismo purista, se diría que el United ha sufrido un retroceso. Pero, desde lo que tiene que ver con el mérito, uno no puede dejar de irar a Ferguson. Porque está logrando que un equipo indudablemente inferior al del pasado compita con la misma fe, con la misma personalidad, con el mismo respeto a una camiseta histórica. Porque se ha reinventado y ha potenciado sus virtudes actuales intentando anular el déficit producido por las pérdidas. Porque ayer no sólo le ganó a un equipo superior en lo técnico: consiguió, además, que nadie lo reconociera.
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