Se cumplió lo anunciado: el campeón del mundo sub-20 salió del cuarto de final entre España y Brasil, un encuentro mayúsculo que, ya hace ocho días, enfrentó a los dos mejores equipos de la categoría. Y aunque otros buenos conjuntos seguían en competición, la sensación era que el ganador de aquel duelo acabaría levantando el segundo título más importante de selecciones en el universo FIFA. La batalla de Pereira, resuelta en la tanda de penaltis tras un choque de contraste de estilos, equilibrado, con fases para cada equipo -de la superioridad con balón del equipo de Lopetegui en el primer tiempo se pasó a un periodo en el que el ritmo alto de la canarinha causó estragos-, nos volvió a demostrar, como tantas otras veces, que la diferencia entre la gloria máxima y la sensación del objetivo incumplido puede ser mínima en su origen: el acierto en una tanda de penaltis, y ya. Estuvimos cerca, pues, de dedicarle hoy el artículo que merece el campeón -muy convincente en la mayoría de sus compromisos- a los Romeu, Isco, Bartra, Álvaro Vázquez o Sergi Roberto, ya realidades monumentales con evidente futuro de selección absoluta. Pero el jugador más importante del torneo acabó siendo brasileño. Y ya que la FIFA lo dejó incomprensiblemente fuera de su listado de nominados al Balón de Oro del Mundial -para mi, ya apuntaba al MVP antes de anotar los tres goles en la final-, lo compensaremos con un homenaje en este blog. Se llama Oscar y juega en el Internacional de Porto Alegre.

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Se viene una jornada de Champions apasionante, ya con finalísimas para algunos gigantes que en caso de volver a tropezar verían muy comprometido su futuro europeo (especialmente el Liverpool, cuyo duelo ante el Lyon sin Torres acapara la atención del martes europeo), pero no podemos dejar de hablar del Mundial sub-20 que finalizó el viernes pasado en Egipto. Más allá de su nivel futbolístico (que yo creo que ha acabado siendo bastante más alto de lo que muchos aventuraban por las notables ausencias), es indudable que el certamen pasará a la historia por ser el primero en el que un equipo africano se ha proclamado campeón. Debemos tener muy presente que un sub-20 es una categoría prácticamente profesional, ya que la inmensa mayoría de los jugadores participantes actúan ya en la elite de sus países. En este sentido, el golpe sobre la mesa que ha dado el llamado continente negro debe interpretarse como una advertencia, casi un añadido con peso argumental a esas palabras de Drogba de hará un par de semanas ("que nadie nos descarte en Sudáfrica, nuestra idea es ganar el Mundial"). Un sub-20 no es un sub-17, donde el físico marca muchas más diferencias por el desarrollo desigual de los cuerpos según en qué latitudes. Ghana ha triunfado por un compendio de virtudes. Es innegable que ha mostrado una velocidad y una potencia colosales, pero nadie puede negar el nivel técnico de hombres como Ayew, el sentido táctico de Badu-Agyemang o la capacidad del colectivo de reordenarse cuando se quedó con diez en la primera parte de la final ante el temible Brasil. Con varios jugadores que tienen posibilidades reales de integrar una selección absoluta que ya tiene billete para la cita global de 2010, el campeón lo ha sido con todo merecimiento y ha acercado a toda su zona geográfica al nivel de los territorios históricamente más potentes. A continuación, mi once ideal de Egipto 2009.

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Desde Nigeria 1999 no estaban representadas cinco confederaciones en los cuartos de final de un Mundial sub-20. Más llamativo aún: las cinco mantienen vivos a sus campeones continentales. Alemania (por supuesto tomamos como referencia el Europeo sub-19 de 2008, que es el que clasificaba para este torneo y el que coincidía con él generacionalmente), Brasil, Ghana, Emiratos Árabes Unidos y Costa Rica han demostrado por qué ganaron en sus zonas geográficas y han dado un paso más hacia la globalización del fútbol y la reducción de diferencias entre los territorios tradicionalmente más fuertes y los más débiles. Algunos dirán que este fenómeno se produce por la ausencia de futbolistas importantes en Egipto 2009, pero un análisis completo del campeonato señala hacia la dirección opuesta. Favoritos que iban con todo o con casi todo han caído (España, Egipto, Paraguay o Uruguay), mientras que selecciones que acudían con notables bajas han dado grandes sorpresas positivas (Italia, Alemania). Para la historia quedará uno de los momentazos de todos los tiempos en un torneo juvenil: la victoria de Costa Rica ante la anfitriona en un Estadio Internacional del Cairo repleto con cerca de 80.000 personas animando a los faraones. El campeonato nos ha asombrado ya tantas veces que lanzarse a pronosticar una final es arriesgarse al ridículo, pero por lo visto hasta ahora y por la configuración del cuadro, un Ghana-Brasil sería quizá lo más lógico.

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Se quejan con razón los clubes que han tenido que mandar jugadores al Mundial sub-20 de lo perjudicial que resulta este campeonato para sus intereses y del poco sentido que tiene su coincidencia con las competiciones nacionales y continentales. Al parecer, este siempre interesantísimo evento debía disputarse, como viene siendo tradición en sus últimas ediciones, en pleno verano. Pero la FIFA modificó las fechas para evitar que se solapara con la Copa Confederaciones. Una decisión, a mi modo de ver, totalmente incomprensible. ¿No era preferible que se pisaran dos torneos en los que prácticamente no había interferencias entre sus participantes -y si las había, era entre equipos absolutos y juveniles dirigidos por la misma federación, por lo que nadie podía quejarse-? Al final, el resultado es negativo para todas las partes. Algunos clubes pierden a jugadores jóvenes que ya son importantes en su primera plantilla, pero el propio Mundial sub-20 queda algo deslucido porque varias selecciones han querido evitar el conflicto y han dispensado a ciertos cracks. Inglaterra, que a priori podría ser candidata al título, pierde muchas opciones llevando un equipo "B". Es algo que hay que revisar, porque muchos aficionados esperan esta cita cada dos años conscientes de que es uno de los grandes escaparates para conocer a los cracks que deslumbrarán al mundo entero en el futuro cercano. Sin ir más lejos, Lionel Messi nos convenció de que ya estaba preparado para quitarle el puesto de titular a Giuly en el extremo derecho del Barça con su colosal actuación en Holanda 2005.

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