miércoles, 14 diciembre 2011, 14:17
Kashiwa-Santos: la historia de siempre 2q665d
A los que sólo consulten el resultado, la actuación del campeón de Japón Kashiwa Reysol ante el Santos brasileño les parecerá propia de su debilidad previsible: triunfo claro y lógico de Neymar y compañía. Los que vimos el partido quizá tengamos otra sensación, y es probable incluso que de nuevo hayamos caído repentinamente en el hechizo de las intenciones y los conceptos del fútbol de Asia oriental. El cuadro nipón le quitó el balón al Santos durante largas fases del partido. Dominó la posesión y ocupó en mayor medida el territorio oponente. Dibujó pases y movimientos de una perfección académica remarcable. Su estética fue irreprochable. Pero una vez más, como les había ocurrido a tantos otros equipos de esa zona del mundo (Urawa Red Diamonds, Gamba Osaka, Pohang Steelers, Seongnam Ilhwa Chunma...), a fotocopias casi exactas que confirman la existencia de una concepción muy particular del juego en aquel lugar del planeta, acabó perdiendo ante el mayor oficio de un oponente más adelantado en su desarrollo competitivo. Cayó porque no puede soportar comparación alguna en cuanto a pegada. Porque sus puntas no son Neymar ni Borges, que te la meten en la escuadra si les dejas un poco de espacio en la frontal. Porque a sus centrales, pulcros en la salida, les falta la contundencia de los rudos Edu Drácena y Bruno Rodrigo, defensores puros que actúan sin contemplaciones. Fue la historia de siempre, la clásica mañana de semifinales del Mundial de Clubes en la que te levantas con ilusión, sigues el partido con devoción y te marchas a comer pensando que Asia, por su idea, merece tener algún día un finalista. Pero que por ahora no le alcanza.