domingo, 6 diciembre 2009, 11:33
La obra de arte de Marchisio reabre la Serie A 6v385l
Debutó en el primer equipo de la Juventus en aquella temporada en la que el club se redimía de sus pecados en la Serie B. Ya por aquel entonces nos llegaron buenos informes sobre sus prestaciones, aunque eran difícilmente comprobables por la dificultad de seguir la segunda división italiana y porque, por supuesto, la vecchia signora no disputaba competición europea. Con el ascenso llegó la cesión al Empoli, donde empezó a adquirir experiencia y continuidad en la máxima categoría. Sin embargo, todos quedamos asombrados por la fantasía del otro futbolista prestado por la Juve al club toscano, Sebastian Giovinco, y nos olvidamos un poco de él. No lo hicieron los técnicos turineses, que lo recuperaron y lo lanzaron directamente a la titularidad. Reconozco que en sus primeras actuaciones me dejó indiferente: lo veía intrascendente. Quizá también fuera porque jugaba en el doble pivote de un 4-4-2: con el tiempo hemos aprendido que rinde más cuando está arropado por dos compañeros, como interior en un 4-3-3 o un 4-3-1-2. Nadie lo sacó del equipo, fue creciendo, llegó al Europeo sub-21 de Suecia como referente de la azzurrina. Lippi tomó nota y al poco tiempo lo integró en la absoluta. Pero el gran momento de Claudio Marchisio, turinés él, llegó ayer. Llegó en una jugada sublime resuelta en escasísimo espacio. Control, recorte, toquecito para vaselinar -verbo que no existe, pero bien merece una genialidad como esta inventar una palabra-. No en un día cualquiera. Ante el Inter. En el derbi de Italia. Contra el porterísimo Julio César. Gol para la historia.